Ediciones especializadas [Donación de D. Manuel González Quevedo] GONZÁLEZ, Fernando: Manantiales en la ruta. Poesías (1918-1921); versos iniciales por Tomás Morales; retrato por Victorio Macho. Madrid: Tipografía Artística, 1923. Con dedicatoria autógrafa. Contiene: “En la transmutación del maestro” a Tomás Morales (p. 101-107). —Las canciones del Alba. Las Palmas: Tip. Canarias Turista, 1918. Con dedicatoria autógrafa. Contiene: sección dedicada a Tomás Morales (p. 43-73). —Hogueras en la montaña. Poesías (1917. 1923). Madrid: Imprenta Clásica Española, 1924. Con dedicatoria autógrafa. Contiene: versos preliminares de Tomás Morales. MORALES, Tomás: Las rosas de Hércules: Libros segundo; viñetas de Néstor y Miguel M. F. de la Torre; guardas de José Hurtado de Mendoza. 1ª ed. Madrid: Pueyo, 1919 (Imprenta Clásica Española). Con dedicatoria autógrafa. FERNANDO GONZÁLEZ (1901-1972). 4 de enero de 1901, Telde; 24 de junio de 1972 Valencia. Algo más de setenta años. Telde, Las Palmas, Madrid. Después, estancias en Tortosa, Logroño, Bilbao, Valladolid, Barcelona y Aranjuez: catedrático de Instituto en peregrinaje de traslados. De tantos lugares, dos: Valladolid y Madrid. En especial, Madrid. Nuestro poeta, viajero oficial obligado por los destinos de su cátedra. ALFONSO ARMAS AYALA (1990) LAS PIEDRAS DE ESTA CALLE A Antonio Marichalar Las piedras de esta calle se sabían mi nombre de memoria, de tanto que mi madre me llamaba en los años primeros, cuando yo de la casa me salía sembrando la inquietud dentro de casa… ¡Cómo corrí, descalzo, por las piedras de mi calle natal! –Éramos pobres, y de niños teníamos zapatos soló para calzarlos los domingos… Las piedras de esta calle han sabido las páginas primeras del libro de mi vida; las perdidas páginas que yo nunca leeré, donde acaso decía: “…nació el niño en el cuarto mes de enero… Fue en el año 1901…” […] FERNANDO GONZÁLEZ El reloj sin horas (1929) Retrato de Fernando González VICTORIO MACHO Dedicatoria autógrafa de Fernando González Espadaña [Revista de poesía y crítica]. Ed. facs. León: Espadaña, 1978. Contiene: Mención a Tomás Morales, p. 625. La Rosa de los Vientos: (1927-1928); estudio preliminar de Sebastián de la Nuez. Las Palmas de Gran Canaria: Mancomunidad de Cabildos, Plan Insular, 1977. (Literatura Facsímiles). Contiene: mención a Tomás Morales en estudio preliminar, p. 28. [Donación de D. Manuel González Sosa] “Espadaña predicó y practicó una poesía realista, libre en las formas, antropocéntrica: representaba y era, en aquella hora, la vuelta al hombre, a lo esencial humano, sin evasivas anacrónicas, con todo lo que ello suponía en tal momento. ¿Poesía social, tremendista, religiosa, arraigada, existencial? Todo eso a la vez y no uno cualquiera de esos tributos tomados aisladamente para calificar a la poesía que propagó Espadaña, revista que se honró con la rehumanización de lo poético y la poetización de lo humano… Quizá aquel grupo de personas de tan diversa índole, condición y situación social, que se reunía asiduamente en la pequeña Biblioteca Azcárate de León, no se diera cuenta cabal de que Espadaña, con tesón y con paciencia, iba cambiando, gota a gota, número a número, [48 números de 1944 hasta 1951], el panorama de la poesía española de posguerra”. VÍCTOR GARCÍA DE LA CONCHA: Poesía española de postguerra – Teoría e historia de sus movimientos. Madrid: Prensa Española, 1973. “Si el primer número de La Rosa de los Vientos no lleva, como otras muchas, manifiesto ni palabras preliminares, gracias a un “encartelado de frágiles rojos” (como dice un anónimo cronista, en unos datos justificativos en el núm. 4) enviado por Ramón Gómez de la Serna, nos enteramos de la idea generatriz de la revista. Allí nos trascribe las palabras de Juan Manuel Trujillo, que predice La Rosa de los Vientos: Cuando noté un día –me dice la misiva– que de las cartas geográficas habían desaparecido las primorosas rosas de los vientos antiguas, mi alma toda se llenó de melancólicas vidrieras góticas. Consultados sus amigos, uno dijo: –La cultura de todos los países penetraba por sus picos de estrellas de mar. Por eso su alma era de oro… Ot ro dijo: –Sobre todo lloran su pérdida nuestras Islas Canarias. Las ninfas oceánicas doliéndose de Prometeo encadenado. Nuestras Islas lloran la desaparición de las rosas de los vientos. Entonces yo dije: –Fundemos una revista que las evoque y resucite para en adelante. Y así se fundo La Rosa de los Vientos, que, correspondiendo a su bello nombre, rompió los límites de los ámbitos isleños de las letras y las artes de canarias y abrió nuevos horizontes por los mares y los vientos universales. Y bajo un azul de primavera atlántica salió el primer número en abril de 1927 [se publican 4 números más hasta abril de 1928]. No figuraban en la portada ni capitanes ni pilotos de la aventura. Sólo el índice con una obra original de Juan Manuel Trujillo a la cabeza, y, al término de la nómina, los ornamentadores: Guezala y Casais, y en medio, colaboraciones de Ernesto Pestana Lóbrega, Leopoldo Goristiza, Leopoldo de la Rosa, Agustín Espinosa, Ángel Valbuena, Elías Serra, y unas iniciales inconfundibles A. E. G., A. V. P. y J. M. T.” SEBASTIÁN DE LA NUEZ (1977)