Una colección de novelas cortas de José María Vargas Vila El alma de la
raza, 1916 El maestro, 1917 El motín de los retablos, 1917 Orfebre, 1919
Otoño sentimental, 1919 El milagro, 1919 La sembradora del mal, 1920 El
rescate, 1920 El pasado, 1921 Nora, 1921 Formato: in-4º Editorial: La Novela
Corta, Madrid Director: JOSÉ DE URQUÍA Donación: D. EDUARDO BORRÁS y D.
JONATHAN ALLEN INICIADA EN 1914 POR EL CRÍTICO Y ARTISTA José de Urquía, la
colección La Novela Corta fue una de tantas iniciativas de difusión literaria
popular, que se vendía periódicamente al precio de entre cinco y diez
céntimos. Entre sus colaboradores principales, figuraban los siguientes
insignes novelistas y dramaturgos: Galdós, Benavente, Pardo Bazán,
Octavio Picón, Eugenio Sellés, Ángel Guimerá, Valle-Inclán, Baroja, Blasco
Ibáñez, Álvarez Quintero, Martínez Sierra, Azorín, Linares Rivas, Manuel
Bueno, Luis Marquina, Ricardo León, Santiago Rusiñol, Pompeyo, Unamuno y
Salvador Rueda. Asimismo, en nómina y contribuyendo se encontraban los
poetas y prosistas americanos: Santos Chocano, Leopoldo Lugones, Amado
Nervo, José Rodó y Vargas Vila. Los jóvenes maestroseran: Prudencio
Iglesias, Pedro de Répide, Villaespesa, Alberto Insúa, Emilio Carrere, de
Hoyos y Vinent, Belda, García Sanchiz y Pérez Ayala. Los periodistas
ilustres: Gómez Carrillo, Cávia, Bonafoux, Zamacois, Cristóbal de Castro,
Parmeno, Zozaya, Pérez Zúñiga, Colombine y José Francés. Impresa a los
más bajos costes, en formato in-cuarto y en cuadernillo grapado, La Novela
Corta recicló materiales literarios consolidados y presentó obras inéditas
de natura 34 listas, costumbristas y modernistas, en un desprejuiciado
popurrí de estilos y registros. La maquetación, el tratamiento textual y la
adaptación de las cajas rozaban lo anárquico, reflejo de un sistema de
trabajo que tuvo que ser, como mínimo, errático y extravagante. No obstante,
esta colección panfletaria refiriéndonos al parecido físico que guarda
con el panfleto es una mina biblio-documental, ya que en ella aparecieron
primeras versiones de creaciones literarias que después fueron reformadas. En
otros casos, y esto la hace aún más interesante, encontramos obras únicas
cortas que no contaron con edición posterior. José María Vargas Vila, aunque
residente en París durante la década de 1910, fue un asiduo y reclamado
colaborador de La Novela Corta. Esta colección donada a la Casa-Museo Tomás
Morales, completa el fondo bibliográfico Vargas Vila (adquirido en 2002),
mostrando aspectos de estética y temática literaria que no siempre afloraron
en las novelas más elaboradas del autor. Obras como El alma de la raza y La
sembradora del mal concretan el yo simbolista-decadentista del escritor
colombiano, con una pujanza y magnitud estética insospechada. Un rosario de
imágenes y motivos literarios complejos, recibidos, circulan en esta prosa
que exalta la figura de la mujer-vampiro cuyos besos matan (de tisis),
profundiza, oscuramente, en la tara naturalista, parece condenar, aunque no
directamente, la vida malsana de las elites y oligarquías europeas y
americanas y establece, fabulosa y libremente, un absoluto y desenfrenado amor
a la belleza, una celebración estética que rebosa la elegancia de la copa
modernista. Este culto estético es algo más que un sencillo alarde
modernista, el sometimiento programático a la escenificación estética
continua. Vargas Vila es un experto conocedor del arte del quattrocento y del
cinquecento, y en estas obras halla la manera de citar a pintores y escultores
menores del primer Renacimiento. Sus personajes coleccionan y atesoran estas
joyas pictóricas que no dudan en importar a América Latina. El autor fija el
paisaje, la luz y el color con adje 35 tivos derivados de los maestros:
rafaelesco, tizianesco, botticelliano. La percepción actual y real del momento
se sobrepone a una red predefinida, en que lo moderno actúa tangencial y
parcialmente sobre la grandeza del pasado. Sin embargo, no todo es nostalgia
renacentista. Fidelia Witowska, asesina protagonista, es una transposición
literaria consciente de la Salomé de Gustave Moreau. Atemperados surgen los
ecos de la Revolución y del Anarquismo ideal en estas novelas hipercultas e
hiperinternacionales, más bien como referencia pasiva a la dialéctica
política en Orfebre. El cosmopolitismo de esta literatura sobrecoge aún hoy
en día, en que las distancias se han acortado tanto. La capacidad de
penetración en culturas extranjeras por parte del autor es asombrosa, así
como la soltura con que emplaza y desarrolla sus novelas en la Rivière
francesa, en Florencia, en Venezuela, en París. Vargas Vila cancela la
jerarquía del centro con una facilidad que muchos creadores posmodernos
envidiarían, para bien, of course. 36