Tomás Morales y las vertientes del viaje JONATHAN ALLEN HENRÍQUEZ JIMÉNEZ,
Santiago J. Tomás Morales: viajes y metáforas. Las Palmas de Gran Canaria:
Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2005 (Colección Tomás Morales) (Beca
de Investigación, 2002). ISBN: 84-8103-383-7. Tomás Morales: viajes y
metáforas es un estudio modernista contemporáneo en el más amplio sentido
pluridisciplinar. Encontramos a lo largo de sus casi trescientas páginas
incursiones en el estudio cultural del viaje moderno, historia del turismo en
Canarias, revisionismo de la literatura de viajes a España en 1900 y
revisionismo de la novela o relato de viajes como fenómeno intrínseco a la
literatura hispana finisecular y por tanto, a la cultura literaria modernista.
Al margen de estos aspectos novedosos el autor aborda la tradición crítica
moralesiana desde 1930 hasta nuestros días, aportando amplia bibliografía
selecta y desarrollando su teoría de la metáfora orientacional en la
poesía de Morales, que indaga en el estatus metafórico de su verso. Esta
pluralidad del enfoque y multiplicidad de los ángulos determina además el
principal rasgo estilístico del libro, su trepidante ritmo que refleja la
velocidad del viaje contemporáneo, la relación caleidoscópica con la
realidad que comenzó a transformar usos y costumbres sociales a partir de la
máquina de vapor y los primeros trenes continentales en la década de 1850. La
idea del cosmopolitismo informa asimismo el estilo crítico-literario de
Henríquez, al igual que sucede en libro fetiche de Eugène Weber, France, Fin
de Siècle, obra fundamental sobre el cosmopolitismo como fuerza dinámica que
moldea culturas contemporáneas. El ritmo narrativo que el autor elige se
transforma en metáfora del viaje. Con él, viajeros excitados, nos asomamos a
las ventanas del Orient Express, que surca el Viejo Continente desde Londres a
Istanbul. El viaje es el paradigma de una nueva cultura del ocio, que se irá
popularizando progresivamente hasta romper definitivamente el corsé de lo
exclusivo. Este paradigma se origina, -surge como consecuencia, de la
Revolución Industrial, y es actualmente cuando vemos 116 sus efectos más
fabulosos: la web mundial, el e-mail, el móvil, el portátil. La obra de
Santiago Henríquez tiene una estructura analítica tripartita que permite la
comparación y yuxtaposición de lo local, lo nacional y lo internacional. En
tal sentido es un ensayo comparatista, ya que lo que simboliza y significa la
condición de escritor viajero en Europa se compara en términos españoles y
latinoamericanos paralelos. Difícilmente, nos recuerda el autor, podemos
trasladar los escenarios nórdicos del viaje al caso ibérico. En 1900, España
es todavía aquel país feudal y medieval que fascinó a la generación de
Víctor Hugo y Prosper Mérimée; ese arcaísmo se actualiza y magnetiza a
escritores como Gérald Brenan y Robert Graves. El Madrid de 1900, en que la
modernidad despunta tímidamente, y que visitamos a través de Tomás Morales,
es en gran medida una ciudad provinciana, de costumbres rancias, inmovilizada
por el pasado, como bien insiste Melchor de Almagro San Martín en Biografía
del 1900 (1944). La terrible Orbajosa de Bénito Pérez Galdós, la España
rural y profunda que recorren Darío de Regoyos y Émile Verhaeren solapan el
Madrid castizo. Las capitales, sin embargo, se transforman a pesar de estos
lastres, emulando estilos vitales más deportivos y ágiles, sincronizándose
con París, Londres, Turín. En Gran Canaria, la explosión comercial,
económica y portuaria de 1880 renueva y regenera, marcando a la generación
del poeta. Los puertos canarios, en las rutas estratégicas del neocolonialismo
europeo, acercarán modas, ideas, estilos y radicalismos al Atlántico medio.
Simultáneamente el tiempo se remansa y se detiene en las islas, conformando
una inercia y una anacronía contra las cuales los creadores de la última
generación del diecinueve lucharán sin tregua. Pero Tomás Morales, José
Hurtado de Mendoza, Néstor, Nicolás Massieu y Matos, todos ellos podrán
conocer mundo, viajar y volver. Si esta Canarias, eterna y dormida, se refleja
y explora en su estética, será siempre una imagen local en el contexto del
contraste viajero. Incluso los menos 117 afortunados como Alonso Quesada, que
carecen de los recursos económicos para hacer un tour, viajarán virtualmente,
quizás literalmente, al experimentar las culturas trasplantadas a la isla,
algo que se evidencia en el magistral Smoking-room o Las inquietudes del Hall.
El cosmopolitismo desdobla el destino artístico, estableciendo insospechadas
oposiciones. El Tomás Morales de Vacaciones Sentimentales y el Tomás
Morales de Poemas de la Ciudad Comercial. El Alonso Quesada de La Umbría y
el Alonso Quesada de Smoking-room. Una de las virtudes de Tomás Morales:
viajes y metáforas es su virtuosismo documental. El libro compendia,
probablemente por primera vez, los calendarios viajeros de los canarios de
vanguardia, pormenorizando fechas y estancias en el extranjero. Se precisan
así agendas para Domingo Rivero, Claudio de la Torre, Luis Doreste Silva y
Néstor. En el plano peninsular las agendas se precisan para creadores como
Vicente Blasco Ibáñez, Ramiro de Maeztu. Las formas del viaje virtual se
anotan también para Saulo Torón y Alonso Quesada. Néstor fue madrileño,
barcelonés, parisino; Nicolás Massieu y Matos, londinense, bonaerense,
parisino. Tomás Morales madrileño, y en los últimos meses de su vida, según
pedía más y más libros franceses, parisino de ensueño. Madrid, argumenta
Henríquez, actuó para él como prisma de refracción internacional. La
bohemia de Morales en Madrid era la bohemia parisina calcada y españolizada
por Emilio Carrere y Alejandro Sawa; Madrid era crisol de viajes y destinos,
encarnados en personajes como Vargas Vila, Amado Nervo y sobretodo en Rubén
Darío. El más viajero, el poeta errante del modernismo, el cosmopolita
consumado que destila en Peregrinaciones el humanismo de la internacionalidad.
La condición atlántica y viajera del canario es uno de los pilares de nuestra
modernidad, algo que este ensayo nos ayuda a recordar y a conocer mejor. El
viaje, la ausencia de fronteras, es la condición del modernismo, un fenómeno
de vanguardia que no debemos olvidar. 118