CONCEPCIÓN NÚÑEZ REY La amistad de Carmen de Burgos, Colombine, con poetas e
intelectuales canarios LA VISITA DE COLOMBINE A CANARIAS Cuando Carmen de
Burgos visitó Canarias en octubre de 1913, recibió una vibrante y calurosa
acogida por parte de los intelectuales canarios. Aunque tales muestras de
aprecio causaran en la autora una grata sorpresa, no se trataba de un homenaje
casual e inesperable; habían sido numerosos los vínculos entre ellos, que
merecen sin duda ser evocados. Carmen de Burgos llegaba a las islas procedente
de Buenos Aires, donde había sido invitada para pronunciar varias
conferencias, y venía precedida por el eco del éxito alcanzado. Mirando más
atrás, la precedía ya una larga trayectoria de popularidad y de prestigio. La
autora representaba el pensamiento libre, racionalizador, modernizador,
europeísta, desde la mirada de una mujer. Formaba parte de la ancha corriente
del Regeneracionismo, que se propuso sacar a España de su atraso secular, una
aspiración que compartieron las generaciones literarias de aquel primer tercio
de siglo, y que más tarde protagonizarían la llegada de la República. Carmen
de Burgos participó activamente en aquel largo recorrido histórico. Se
inició en el periodismo nada más llegar a Madrid en 1901, y muy pronto
emprendió una extensísima labor literaria y erudita que se acerca a los dos
centenares de títulos: novelas cortas y largas, biografías, estudios
literarios, libros de viajes, traducciones. Desde enero de 1903, se convirtió
en la primera mujer redactora de un periódico, con columna diaria, firmando
con el seudónimo de Colombine, que la hizo popular. Publicó millares de
artículos; su firma era solicitada por las principales publicaciones
españolas y por otras de Europa y de América. En 1909 se convirtió en la 142
primera mujer corresponsal de guerra, dejándonos un documento único de la
guerra de Melilla y uno de sus grandes alegatos antibelicistas. En su incesante
viajar, recogió un vasto documento, depositado en libros y artículos, donde
nos ofrece una ancha panorámica de la Europa de su tiempo. La llegada de
Carmen de Burgos a Canarias no fue una simple escala en su regreso de América;
se produjo un encuentro, un reconocimiento mutuo entre la sociedad ilustrada de
Las Palmas y la ilustre visitante. Su fama y su prestigio la precedían, su
pensamiento y su obra eran conocidos; muchos de los escritores insulares
habían participado pocos años antes en su tertulia literaria y todos habían
disfrutado del apoyo decidido que Carmen prestaba a los jóvenes autores. El
entusiasmo y el afecto con que la acogieron en su tierra testimoniaban su hondo
agradecimiento y dieron lugar a una gran celebración intelectual. La presencia
de la autora movilizó energías, agitó entusiasmos y entre todos crearon
días inolvidables de compartir ideas, de admirar bellezas y de afirmar
lealtades. Sólo estuvo ausente Tomás Morales, que ejercía como médico en
Agaete, en el noroeste de Gran Canaria, e iba a casarse meses después con
Leonor Ramos. Tal vez la estela sentimental que había dejado el recuerdo de su
relación con Carmen fue la causa de su ausencia. Vayamos ahora tiempo atrás y
evoquemos los primeros encuentros. EL SALÓN DE COLOMBINE, UNA TERTULIA
MODERNISTA La tertulia de Carmen se había convertido hacia 1908 en un foco
importante de la vida literaria madrileña. La autora había concebido su
reunión siguiendo el modelo de los salones literarios que visitó durante su
primer viaje europeo, entre 1905 y 1906. Cita a los contertulios a las cinco de
la tarde y ameniza la conversación sirviéndoles té, una costumbre refinada
que intenta combinar con una atmósfera de libertad y de rebeldía. Se propone
de nuevo la imitación de un modelo europeo, sobre todo francés, impregnado de
Carmen de Burgos Archivo fotográfico de la Casa-Museo Tomás Morales 143 1
C. de Burgos, Autobiografía, en Al balcón, Valencia, Ed. Sempere, s.a.,
p. XII. cosmopolitismo, o lo que es lo mismo, anticasticismo. El proyecto
soñado es atraer la vida artística e intelectual al salón ameno, en el que
hombres y mujeres comparten ideas y proyectos, lejos de la bohemia de la calle,
y abrir las puertas a las jóvenes promesas que merecieran ser escuchadas por
las figuras consagradas para alentar toda voz original: Por mi casa de Madrid
pasan escritores, periodistas, músicos, escultores, pintores, poetas... y
cuantos artistas americanos y extranjeros nos visitan... No es necesario vestir
de etiqueta... todos somos hermanos, todos hablamos de arte... todos son
soñadores que luchan por el ideal. [...] Jóvenes y maestros, cuantos ahora
luchan, despiertan mi interés y me deleito en sus creaciones1. Al mismo
tiempo, aquel primer viaje por Europa acercó a Carmen a los modelos estéticos
del simbolismo francés y del decadentismo italiano, y le hizo entender su
fondo de insatisfacción y de transgresión del orden social. A su regreso, se
sintió próxima a la corriente modernista, que en España alcanzaba su apogeo
por entonces. La obra de Rubén Darío ha culminado ya con Cantos de vida y
esperanza (1905), Valle-Inclán ha concluido el ciclo de sus Sonatas (1905),
Antonio Machado completa la edición de Soledades (1907), el almeriense
Villaespesa ha publicado sus Tristitia rerum (1906), Tomás Morales publicará
muy pronto sus Poemas de la Gloria, del Amor y del Mar (1908), y la obra
precursora de Salvador Rueda comienza a ser reconocida. Los jóvenes poetas
como Juan Ramón Jiménez se forman en el Modernismo, aunque sigan o inventen
más tarde caminos propios, y aún los poetas que vendrán después iniciarán
su marcha con los últimos ecos del vasto movimiento modernista. El proyecto
que impulsó a Carmen de Burgos hacia la literatura, nacía de inquietudes muy
distintas, vinculadas a un racionalismo modernizador de la vida. Sus
expresiones frecuentes habían sido educación, justicia social, regeneración,
lucha para construir una sociedad nueva. El Modernismo, en 144 cambio,
representa la renuncia a esa lucha; sólo aspira a construir otro orden social
como refugio imaginario, un privilegio reservado a los artistas. Pero el
malestar de fondo y las posiciones esencialmente antiburguesas de los
modernistas convergían al final en una actitud subversiva frente a todo lo
establecido. Aunque el proyecto regeneracionista de Carmen avanzaba por otra
senda, sí compartía con ellos la insatisfacción y el anhelo de otra
realidad; en este punto de encuentro, se entiende la impregnación de rasgos
modernistas en algunos de sus primeros relatos2. Desde esta época de su salón
literario, sin abandonar sus compromisos iniciales, observará siempre con
atenta mirada la evolución de las corrientes estéticas que han de venir. En
la tertulia, Carmen intenta fundir tendencias, incluso mezclar generaciones;
intenta atraer a figuras de prestigio como Galdós, a quien invita
reiteradamente en sus cartas, y aparece rodeada de jóvenes promesas: Me
gusta rodearme de gente joven y tengo a orgullo el afecto que toda la juventud
sana me demuestra. Siento con ustedes entusiasmos y energías3. El grupo
entusiasta, nervioso, prometedor, como lo recuerda Emiliano Ramírez
Ángel, uno de los escritores canarios que lo formaban, impulsó numerosas
iniciativas, en las que parece que Carmen invertía un gran esfuerzo
organizador. La etapa más floreciente corresponde a 1908, cuando emprendieron
el proyecto de Revista Crítica4: Era en Madrid, en 1908
La escritora
Colombine, que dirigía por entonces una publicación mensual, Revista
Crítica, juvenil y empenachada, reunía en su casa de la calle de San
Bernardo, todos los domingos por la tarde, a sus muchos amigos y admiradores.
Con los ya significados alternaban los bisoños, los que, orgullosos de
nuestros veinticinco años, llamábamos talento a la osadía y diputábamos
genialidad la impaciencia [
]. Al través de la suave niebla, todavía
luminosa, del recuerdo, vemos la figura de Salvador Rueda, el renovador
injustamente preterido; las barbas apostólicas de Ruiz Con 2 Sobre todo en
Cuentos de Colombine, Valencia, Ed. Sempere, 1908. 3 Carmen de Burgos,
Autobiografía, en Prometeo, nº X, Agosto de 1909, p. 45. 4 Dos años
antes, la autora había promovido junto a Félix Azatti, director de El Pueblo,
de Valencia, la creación de Revista Revolucionaria, de neta orientación
social y política. 145 5 E. Ramírez Ángel, Evocación del poeta,
Falange, 15 de agosto de 1939. treras, amigo generoso siempre de lo nuevo y lo
fragante [
]. Y, en torno de ellos y de algún otro cuyo nombre escapa a la
memoria, el grupo entusiasta, nervioso, prometedor, que redactaba la Revista
Crítica5. La más antigua evocación de la tertulia la encontramos en Eduardo
Andicoberry, durante la visita de Carmen a Las Palmas en 1913, el momento desde
el que estamos recordando. Han transcurrido pocos años desde el cierre del
salón de Colombine y el autor conserva muy fresca la memoria: Cuatro años
hará que dejé de concurrir a las simpáticas reuniones en que Colombine
solía comunicarse semanalmente con los escritores amigos [
], el recuerdo
perdura, y siempre que oigo hablar de Colombine o leo algo suyo, rememoro
aquella tarde en que, recién llegado de la provincia cuando más engreído
me hallaba de mis pobres éxitos y todo era en mí ilusión y esperanza me di
a conocer a Carmen de Burgos por mediación de una carta de Eduardo de Ory.
Entonces, como ahora, ir a Madrid con propósitos «literarios» y no visitar a
Colombine sería tan imperdonable como ir a Córdoba, siendo un entusiasta
taurófilo, y marcharse sin haber estado en el «Club Guerrita». Cosa obligada
es que en las primeras cartas que se dirigen a los amigos del terruño se hable
de la bella escritora y de sus tertulias, para que ellos vean cuánta
preponderancia hemos adquirido apenas llegados a la Corte. [
] Llevar una
carta de presentación para Colombine equivale a ser posesor de tantas como
artistas triunfan en Madrid. Ella toma a su cargo el facilitar esas relaciones
que tanto se ansían cuando se arriba a la gran urbe y que, por lo general,
suelen pesarnos después al adentrarnos en el envenenado ambiente madrileño.
La casa de Colombine es un hostal generoso para los soñadores. [
] Por eso en
torno de Carmen se reúnen unos y otros fracasados y vencedores y la [sic]
profesan un cariño fraternal tan grande como la 146 admiración que merece
por sus altas dotes intelectuales. Al hablar de estas cosas, más que nunca
siento la nostalgia de aquellos mis primeros días de andanzas cortesanas,
cuando Carmen, rodeada de jóvenes de tanto prestigio como Francés, Ramírez
Ángel, Noel, Gómez de la Serna, Hoyos y Vinent, Carrére, Gálvez y otros
muchos, nos leía sus últimas producciones, conmoviéndonos al conjuro de su
mágica prosa, que tman bien sabe expresar la mentalidad envidiable de esa
mujer, honra de la raza6. No todos recordaron con tan limpia mirada. Los
domingos de Colombine representan una etapa en que Carmen acogió con ingenuo
idealismo a los demás y que, al parecer, le proporcionó graves desilusiones.
Algunos de aquellos jóvenes artistas se sentían despechados al ver rechazadas
sus pretensiones sentimentales y frecuentemente la rodeaban de maledicencia;
alguno incluso aprovechó su seudónimo para tildarla de frívola y coqueta. A
Carmen pareció divertirle ese juicio durante algún tiempo y, como escudo
protector, alardeó de inconstante y de incapaz de amar. De esa etapa haría
más tarde una revisión crítica en su novela El veneno del arte (1910).
TOMÁS MORALES Y SU AMISTAD CON COLOMBINE Aunque según Cansinos Assens, varios
fueron los admiradores asiduos de Carmen en aquella época, sólo se conservan
testimonios creíbles de la posible relación sentimental de nuestra autora con
el poeta canario Tomás Morales. Al ya citado Ramírez Ángel debemos la escena
de la llegada espectacular del poeta a la tertulia; mientras todos conversaban:
volvimos la cabeza atraídos por un siseo prolongado. En el centro de la
habitación, repleta de gente, surgía un mozo robusto, cetrino, de atrevida
frente y labios gruesos. Una vez restablecido el silencio, avanzó ligeramente
y 6 Eduardo Andicoberry, Carmen de Burgos, El Tribuno, Las Palmas de Gran
Canaria, 17 de octubre de 1913. 147 Poeta Canario por CARMEN DE BURGOS en
Heraldo de Madrid, 8 de junio de 1908 Hemeroteca Casa-Museo Tomás Morales 7 E.
Ramírez Ángel, ob. cit. 8 S. de la Nuez, Tomás Morales. Su vida, su tiempo y
su obra, Tenerife, Universidad de La Laguna, 1956, p. 134. 9 Tomás Morales,
Revista Crítica, nº 1, septiembre de 1908, p. 49. extendió el brazo derecho,
en la amenazadora actitud del que va a recitar [
]. Aquella voz, poderosa y
convencida, apoyábase en los esdrújulos como una heráldica garra de león
sobre un mundo. Todos los circunstantes presentimos, simultáneamente, a un
poeta, a un fuerte y delicado poeta. Colombine, entre los rostros atónitos,
sonreía asistiendo al arrobo de la revelación. El mozo acabó su soneto, y
una salva de aplausos estalló en torno de su frente, que, con un movimiento
impulsivo de arrogancia, alborotó la crespa corona de los cabellos7. Según
Sebastián de la Nuez, fue Salvador Rueda quien acogió a Morales cuando llegó
a Madrid y quien lo condujo al salón de Carmen, donde reinaban los
modernistas. La transformación que sufrió al hacerse contertulio se reflejó
incluso en su imagen: se vistió mejor, suprimió el chambergo y se compró
un medio bollo, se puso cuello duro y corbata de pajarita; es decir dejó sus
hábitos de poeta bohemio por los de un poeta de salón8. A pesar de algunas
anécdotas difundidas, no es posible afirmar el grado de intimidad que alcanzó
la relación entre Carmen de Burgos y Tomás Morales. Los propios autores
dejaron testimonio de su mutua admiración en glosas sumamente elogiosas. Para
él: Es Colombine la más alta de nuestras escritoras actuales; supera
además a casi todos los novelistas españoles en la sutileza de las ideas, en
la finura y precisión de la psicología y posee el secreto de la rápida
evolución de los asuntos sin omitir detalles de interés9. Unos meses antes,
Carmen publicó en Heraldo de Madrid la primera reseña del libro de Morales
Poemas de la Gloria, del Amor y del Mar, en que subraya el especial valor de
los poemas que dedica al mar: es una obra que aporta algo nuevo, hermosamente
nuevo; sin retorcimientos de frases ni exquisiteces de alambicados
pensamientos; fácil en el lenguaje, con léxico español, castizo y variado.
Enérgicos y musicales en la forma, 148 sanos en el fondo, los sonetos de
Tomás Morales que forman la parte consagrada al mar son de una suprema
belleza. [
] Tomás Morales siente más el amor a la naturaleza, al mar
bravío o dormido, a las rocas, los muelles y las playas de su hermoso país;
comprende las almas sencillas y buenas de los marineros, de los viejos lobos de
mar, que el amor a la gloria o el amor a las mujeres. Bien venido el poeta que
trae tan hermoso caudal de belleza y esperanza a la poesía española10. Carmen
tuvo un gran significado para Tomás Morales como impulsora de su vida de
poeta. Le dio a conocer en los medios literarios españoles, influyó en sus
lecturas aproximándole a los poetas simbolistas franceses y al italiano
D´Annunzio, y le convirtió también en traductor de Leopardi. Por encima de
todo, le ayudó a publicar su obra y le dio resonancia con sus elogiosas
críticas en la prensa. Es muy posible que el interés de la autora por Tomás
Morales se eclipsara lentamente a lo largo de 1908, reemplazado dentro de la
tertulia por la figura emergente de Ramón Gómez de la Serna, un joven que
traía a la vida de Carmen una revolución. En poco más de un año, Ramón
conquistó a la anfitriona, fue cerrando las puertas de la tertulia y trajo
para ella el amor en una vida nueva. En su recuerdo posterior de aquella época
inicial, Ramón vierte siempre su honda comprensión de lo que ella
representaba: Su bondad era su envoltura, su ambiente, su ceguera. Tenía que
haber sido así en el principio como entonces comenzó a ser, para ser como hoy
es. [
] En esa casita, cada vez más sola, suprimidas desde hace nueve años
aquellas reuniones en que ella fue demasiado ciegamente generosa y de las que
aún se habla, Carmen trabaja y piensa11. No fueron los contertulios canarios
los causantes del desencanto; también ellos lamentaban que la vida literaria
la enturbiara el envenenado ambiente madrileño. De Car 10 C. de Burgos,
Heraldo de Madrid, 6 de junio de 1908. 11 R. Gómez de la Serna, Prólogo a
Confidencias de artistas (de C. de Burgos), Madrid, Sociedad Española de
Librería, s.a. (1916), pp. 16-17. 149 men de Burgos, no solo agradecían su
papel de anfitriona, también compartían como intelectuales su ancha
erudición y el ideario de libertad y justicia que la autora vertía en sus
obras. De todo ello harán gala durante la visita de Carmen en 1913. Regresemos
de nuevo. EL HOMENAJE DE LOS AMIGOS CANARIOS La prensa canaria recogió
abundante información de la estancia de Carmen de Burgos en las islas; parece
seguir todos sus pasos anticipando incluso su llegada. El barco Reina
Victoria Eugenia, en que viajaba, fondeó el día 14 de octubre a las tres de
la tarde en Santa Cruz de Tenerife, donde tuvo un recibimiento espectacular.
Las numerosas representaciones que subieron a bordo para darle su bienvenida
procedían del Ayuntamiento de Santa Cruz, del Ateneo de Tenerife, del de La
Laguna, del Club Náutico, del Casino Principal, del Círculo Republicano, del
Centro de Dependientes, de La Prensa, de El Progreso, de La Opinión, del
Diario de Tenerife y el Presidente de la Junta de Turismo (El Tribuno,
15-X-1913). Cuando la autora desembarcó, el numeroso público que aguardaba
en el muelle, entre el cual había muchas señoras, ovacionaron a la viajera.
Diéronse vivas a Colombine. Se hospedó en el Hotel Camacho y el Presidente
del Ateneo le ofreció un té en el Hotel Quisisana. Al día siguiente embarcó
al anochecer hacia Las Palmas, en cuyo muelle fue recibida por el Presidente de
la Asociación de la Prensa y por representaciones de varias sociedades,
rodeados de numeroso público. Al Hotel Continental, donde se hospedaba,
acudieron a saludarla durante la jornada numerosas personalidades y figuras de
la vida cultural de la ciudad. Acompañada por don José Franchy y Roca,
director del diario republicano El Tribuno, Carmen recorrió la ciudad por la
tarde y visitó el Ayuntamiento, donde fue recibida y acompañada por su
Alcalde, don Felipe Massieu. Más tarde continuó su recorrido hasta el Museo
Canario donde admiró los vestigios de la cultura guanche. 150 Desde ese día
de su llegada, los periódicos anunciaban las conferencias que iba a pronunciar
los días 18 y 19 en el Teatro Pérez Galdós, inaugurado recientemente. Se
multiplicaban las alusiones a su visita: Diario de Las Palmas incluía un texto
conocido de Carmen Odiemos la guerra, y La Provincia insertaba en portada
Hablando con Colombine, una entrevista firmada por El Brujo de Las Palmas
(Rafael Abellán) en la que Carmen explicaba aspectos de su viaje y la urgencia
de regresar a Madrid porque estaba próxima a finalizar la licencia concedida
por la Normal de Maestras. El viernes 17, El Tribuno dedicaba a Carmen su
portada reuniendo como en un ramo de flores el homenaje escrito de varios
autores. Los textos confirmaban la unanimidad con que compartían el homenaje y
el entusiasmo en los elogios. Parecían florecer para Carmen en aquella página
las semillas que con su largo esfuerzo venía esparciendo. Lo encabezaba
Colombine, periodista, de Arturo Sarmiento: En estos días de reposo y de
paz, conversará con nosotros; a nosotros dirigirá su palabra educadora, y
todos iremos a recoger el fruto sustancioso y espiritual de sus enseñanzas. Su
prestigio, su cultura, su amenidad, y su encanto han llegado hasta nosotros, y
en estos días nos dominarán, con amable tiranía. [
] En la prensa diaria,
innovadora y moderna, que recibe de primera mano las corrientes de todos los
humanos progresos, que siente la fiebre de los grandes problemas actuales, que
interviene en todas las cuestiones sociales que hoy flagelan el espíritu y
enardecen el cerebro de las colectividades, ella se encuentra en su elemento
natural y holgado. Ha nacido para la lucha, y lucha segura de su triunfo. Y
triunfará por su percepción penetrante, por la opulencia de su frase, por la
originalidad de sus ideas, bien propias y bien suyas. [
] Felicitémonos, que
ella viene a infundir en nuestras almas frías, el amor a la belleza, la
pasión de la idea, el culto del sentimiento. Cada autor parecía escoger una
faceta del prisma que componía la figura de Carmen. Francisco González Díaz
151 destacaba su significado como modelo de mujer Emancipada por el
pensamiento: Hay un género de emancipación que se reconoce universalmente,
que no se discute: la emancipación por el pensamiento. Una mujer que piensa
muy alto sintiendo muy profundo, como Colombine, ya está en la cumbre de la
libertad. Todos los prejuicios, todas las limitaciones legales y tradicionales,
cuyo peso absurdo e injusto abruma a su sexo, dejan de ser, para ella. Ella se
hace libre. [
] El pensamiento, iluminando la acción de la mujer, le abrirá
los mundos que le estuvieron siempre cerrados. Su conquista será pacífica e
intelectual. Conviene que sea el feminismo una batalla con las ideas y por las
ideas, una ascensión triunfante del espíritu femenino. Con la desnudez del
nombre Carmen de Burgos, tituló Eduardo Andicoberry la larga evocación,
ya citada, en torno a los tiempos de la tertulia de Carmen, una expresión de
elegante agradecimiento para la generosa anfitriona. Prefirió el título
Colombine Rafael Abellán, quien había encontrado tiempo para adornar sus
elogios con rima de romance: Con su arrogante figura y su típica elegancia,
logra el triunfo con su ingenio y su atractiva mirada, porque refleja en sus
ojos el cielo de nuestra España y con su pluma enaltece su amor a la madre
Patria. Su nombre cruza el espacio entre laureles de fama y su profundo talento
en sus escritos resalta, difundiendo en conferencias que son bellas filigranas
la alteza del pensamiento y las dulzuras del alma. Sabe hacer anatomía de las
pasiones humanas y con su hábil escalpelo y su admirable constancia las fibras
de un corazón las estudia y las separa, descubriendo por qué llora, por qué
sufre y por qué calla. Conoce la sociedad que vive, lucha y avanza, con sus
tristes desengaños y sus dulces esperanzas, y sostiene en sus 152 discursos
que su ventura se labra rindiendo culto al pro greso, ¡divulgando la
enseñanza! Gloria, pues, a Colombine, a la escritora y la dama, que logra el
éxito franco con su atractiva mirada, porque refle ja en sus ojos el cielo de
nuestra España y con su pluma enaltece su amor a la madre Patria. Si durante
el día Carmen disfrutó leyendo los elogios, al atardecer disfrutó de una
magnífica velada en el Club Náutico. La numerosa concurrencia, de familias
distinguidas, bellas jóvenes con vaporosas toilettes, mezcladas con
marinos y militares de uniforme, con la banda de música del buque escuela
brasileño y con un sexteto que interpretaba valses, presenció la entrada de
la culta escritora Carmen de Burgos [
] dando el brazo al Presidente del
Club, y de su hija María acompañada por Rafael Abellán. El sábado 18,
día de la primera conferencia, la Asociación de la Prensa organizó una
excursión en automóviles hasta San Mateo, a la que asistieron algunas
autoridades y representantes del Gabinete Literario y del Círculo Mercantil,
junto a un numeroso grupo de periodistas. A su regreso, se sirvió el té en el
hotel Quiney de Santa Brígida. No hubo tiempo para descansar, porque la
primera conferencia se celebraba a las ocho y media. CONFERENCIAS EN LAS PALMAS
Dos días después, todos los periódicos reproducían en parecidos términos
el éxito de la intervención. Fue presentada ante el público por don José
Franchy, cuyas palabras revelaban su profundo respeto y admiración por la obra
de Carmen: yo, que admiro el estilo de la escritora y su hondo pensamiento,
encuentro una íntima relación entre la artista y la educadora, y siento
palpitar en el fondo de su obra el espíritu renovador de nuestros días que
elabora la socie 153 Carmen de Burgos por JULIO ROMERO DE TORRES 12 En algún
repertorio de la obra de Carmen se anunciaba la publicación de Museo de las
Conferencias dadas en América y Canarias, pero no hay vestigio de tal
edición, que probablemente fue solo un proyecto. dad del porvenir, redimida de
la ignorancia y engrandecida por la Verdad, por la Justicia y por el Amor (El
Tribuno, 20-X-1913). Las páginas de los diarios resumían ampliamente el
contenido de las exposiciones en torno a El Greco, Velázquez y Goya, en las
que Carmen recorría en realidad amplias etapas de la pintura, combinando
antecedentes e influencias; recogían también el espacio que dedicó a tres
pintores modernos de diferente tendencia: Sorolla, Zuloaga y Romero de Torres.
En cuanto a Los maestros de la elegancia, nuevamente desplegó Carmen una
extensa erudición para explicar el tratamiento que los escritores daban a la
indumentaria de sus personajes, un verdadero catálogo de historia del vestir
en la literatura, complementado con muestras del Salón de Pinturas de la Mujer
de París12. Los juicios sobre sus intervenciones se desbordaban en elogios: su
trabajo fue de lo más hermoso y de lo más acabado. Sentencias profundas,
originales observaciones, delicados detalles de su espíritu femenino y
artista, avaloran el desarrollo doctrinal y técnico de su pensamiento (Diario
de Las Palmas, 20-X-1913). Colombine, en cuya elegancia y majestad de Dogaresa
nos ha parecido ver las prestancias de una estirpe sana, robusta, que resurge a
la vida, potente y fecundadora, para educar y dirigir, y en cuyo talento tiene
la mujer española una de sus más sublimes y excelsas representaciones (El
Tribuno, 20-X-1913). La autora ganó tiempo para descansar y la segunda
conferencia se aplazó hasta el martes 21. Un día antes, el Subsecretario de
la Presidencia del Gobierno, don Baldomero Argente, remitía a Carmen, por
conducto del Alcalde Sr. Massieu, un telegrama notificándole la concesión de
una prórroga de quince días para su licencia, a la que unía una
felicitación: ruégole felicite mi nombre, ilustre escritora por sus
triunfos, dándole bienvenida. 154 Esa última velada en el Teatro Pérez
Galdós se convirtió en un emotivo acto de despedida. Tituló Carmen su
intervención La emancipación de la mujer, desplegando en ella todo su
ideario educativo, social y político. Intervinieron después los principales
anfitriones dedicándole renovados elogios: Domingo Doreste (Fray Lesco),
González Díaz, Rafael Ramírez y Franchy, quien no quiso despedirse, con la
convicción de volver a encontrarse con ella en el largo camino que recorren
los cruzados del ideal. También María, la hija de Carmen, que la
acompañaba en el viaje, suscitó la admiración de todos recitando algunos
poemas, entre otros, Oración vesperal, de Rafael Romero. Es la primera vez
que el poeta Romero, quien adoptará el nombre de Alonso Quesada, aparece
vinculado a Carmen. Hay alusiones a un interés mutuo entre él y María, y a
la correspondencia que mantuvieron breve tiempo. Lo cierto es que más tarde
Carmen y Ramón Gómez de la Serna establecieron con el joven poeta estrechos
lazos de amistad que perduraron muchos años. De la estancia de la autora en
Canarias quedó también la huella de algunos textos: fragmentos de su
autobiografía (Diario de Las Palmas, 22-X), o el artículo La Emperatriz
Eugenia, publicado por la revista Florilegio. La revista dedicó abundantes
páginas a la presencia de Carmen, con reseñas de las conferencias y con
nuevas semblanzas de Carmen y María (elegante mujercita de porte
señoril), firmadas por Suárez León. Otros escritores aprovecharon su
presencia para dirigirle reflexiones críticas sobre la propia sociedad
canaria, como la Carta imprudente que firmaba El Curioso Impertinente y que
cerraba: Os he hablado de Canarias. ¿No os estoy hablando de España
entera? (Diario de Las Palmas, 18-X-1913). Antes de su regreso a la
península, y en la estela del éxito de sus intervenciones, Carmen visitó de
nuevo Tenerife para pronunciar una nueva conferencia en el Salón Novedades y
para disfrutar en el Puerto de la Cruz de la última velada en su honor.
Regresó a Las Palmas el día 28 y por la noche embarcó en el Infanta
Isabel rumbo a la 155 13 Todas estas relaciones literarias, junto a la
labor de Tomás Morales en Revista Crítica, y en Giacomo Leopardi, ha de
constituir otro capítulo. península. Los numerosos amigos la acompañaron y
despidieron con el mismo calor con que la habían recibido. Aún llegarán a lo
largo del tiempo nuevos contactos literarios y epistolares entre Carmen de
Burgos y los escritores canarios, en especial, con Rafael Romero; también
reaparecerán estos buenos amigos en algunos fugaces encuentros, incluso al
final de la vida de la autora, pasados ya muchos años13. Madrid, 31 de marzo
de 2006 156