DANIEL MONTESDEOCA GARCÍA-SÁENZ Director Museo Néstor Armand Godoy, más allá de la poesía 1. DEAMBROSIS MARTINS, Carlos. Armando Godoy, poeta francés. Prensas de la Editorial Ercilla. Santiago de Chile, 1935. Extracto del prólogo, pág. 15. 2. Obras de consulta. Hommage a Armand Godoy (Mediterránea, marzo, 1929). Quelques reflexions sur Armand Godoy a propos du Drame de la Passion, por Francis de Miomandre (Govone, 1930). Enfants d´Orphée, por J.J. Rabearivelo, The General Printing & Stationery Cº Ld., Port Louis, Ile Maurice, 1931. Frontons, le. Série, por Jean Royére (Editions Seheur, 1932). Cabezas de América, por Osvaldo Bazil (Molina & Cía. Habana, 1933). Simbad (Hombres, piedras y paisajes), por Eduardo Avilés Ramírez (Editions Excelsior, Paris, 1928). La Poesía de Armand Godoy, por Carlos Deambrosis Martins (Editorial Iberia, Barcelona, 1933). Armand Godoy, por André Devaux (Editions des Portiques, 1933). Armand Godoy, por Pietro S. Pasquali (Edt. Romanes, Paris, Lausanne, Milán, 1933). Armand Godoy, por Anne Fontaine (1959). 3. FEDERICO GARCÍA COPLEY (Cuba, 1823-1894) fue un reconocido poeta y periodista (Semanario Cubano, 1855) casado con Josefa Godoy, hermana de Armando y padre de FEDERICO GARCÍA GODOY (Santiago de Cuba, 25/12/1857-La Vega, Rep. Dominicana, 12/2/1924) novelista, crítico literario, historiador, periodista y pedagogo. 4. Según los datos aportados por Carlos Deambrosis Martins, amigo y biógrafo, la fortuna de Armando EN UN FRÍO NOVIEMBRE DEL MADRID DE 1934 Gabriela Mistral encomiaba la obra del poeta Armando Godoy con singular denuedo: “Me convence y me vence Godoy con su pasión acérrima y su culto radical de la poesía. Hace diez años que sus libros van a encontrarme en los cuatro puntos cardinales, donde yo los recibo, de una parte como un noble reproche a mi vida desmigajada en afanes dispares, y de otra parte como una saeta que llegase caliente y como recién fundida, de la fragua de donde salió”1. A pesar de todo, el tiempo no ha corroborado tanta pasión; quedando los retazos del hombre deshilachados en infinidad de anécdotas, recuerdos y una bibliografía casi olvidada2. Armando Godoy Agostini nació en La Habana el uno de abril de 1880 de la unión de Joaquín Godoy i Riera con Cayetana Agostini Cortés. Parece que fue ésta quien lo introdujo en el gusto por la literatura —ya que era muy aficionada a escribir versos. De entre sus parientes más cercanos cabe destacar la labor literaria del también poeta Federico García Copley o la del escritor dominicano Federico García Godoy3. Armando, que había pasado buena parte de la adolescencia en Perú, vuelve a su Cuba natal alrededor de 1904. Año en que efectúa un primer viaje a París. Éste no duró más de quince días, pero fueron lo suficientemente fructíferos como para hacer mella en un espíritu por naturaleza inquieto. Sin embargo, no será su primer destino. A fines de 1918 establece una nueva residencia, junto a su mujer y sus hijos, en Nueva York —ya retirado de los negocios que le permitieron una cierta holgura económica4. Será en esa ciudad donde comienza a escribir bajo el influjo de Edgar Allan Poe. Por el que sentía tal admiración que le llevó a 24 usar el inglés, un idioma que dominaba con soltura, pero que no acaba de aportarle los matices expresivos afines a su ideal estético. La aventura norteamericana no duró más de un año. A mediados de 1919 la familia decide trasladarse a París, sin apenas conocimiento del francés. Desde ese mismo instante se convertirá en un poeta de expresión francesa en el que tendrá como guía a Charles Pierre Baudelaire (18211867) —del que llegó a atesorar un notable corpus de documentos y recuerdos personales5. Si bien es cierto que a Godoy se le consideró como el pionero del “musicismo” —término que fue acuñado por Jean Royère—, no es menos conveniente afirmar que es en el simbolismo donde hunde sus raíces; adquiriendo una dimensión que le llevará a ser apreciado como un maestro dentro de las corrientes del “ritmismo” y de un renovado “misticismo”. Esta nueva manifestación poética hace que sus obras sean atendidas como un “concierto espiritual ininterrumpido” que marcó la época de entreguerras, y le aportó un notable prestigio, no sólo en Francia sino en toda América y Europa. Fama que le supuso los halagos de personajes tan dispares como los del escritor Saint Pol-Roux, el antropólogo Marcel Jousse o el compositor Georges Migot, entre otros6. Elogios que tuvieron lógica respuesta en la recompensa dada por la Academia Francesa, hasta en tres ocasiones, por las ediciones de Prisme (1947), Cantate des Objets Perdus (1947) y Le Premier Tour (1950). Circunstancia que aunque auspició un sin fin de traducciones —las más antiguas datan de finales de la década de los veinte del siglo pasado— no han ayudado a la proyección del artista. El poeta colombiano Carlos López Narváez (Popayán 1897Bogotá, 1971) fue uno de los primeros en transcribirlas al español junto a las de otros autores como Baudelaire, Heredia, Proudhomme, Valéry, Leconte de Lisle o Henry Barbusse7. La nómina de pintores, músicos, diseñadores, literatos y periodistas con los que mantuvo en algún momento contacto es ingente. Este listado viene a configurarse Godoy provenía de los numerosos bienes que éste poseía en La Habana y a un beneficioso retiro como director de una conocida fábrica de tabacos. Pero no reconoce que parte de la fortuna proviene de la dote de su esposa, Julia Cordovés y Tovar, heredera de unos ricos hacendados. 5. En 1989 la comisaria Marie-Pierre Salé, conservadora del Museo d´Orsay, presentó una exposición temática dedicada a las adquisiciones efectuadas por el Estado Francés, en las que se recopilaba la colección que sobre BAUDELAIRE atesoró Armand Godoy (manuscrito de Mon coeur mis à nu; cuatro poemas autógrafos; cinco dibujos, incluidos dos autorretratos; y una fotografía, prueba única de Félix Nadar). Godoy también reunió un número considerable de cartas pertenecientes a la relación epistolar que Baudelaire mantuvo con su madre (subastadas en 1983). 6. SAINT POL-ROUX (1861-1940) fue el creador del Manifiesto del Magnificismo (1885). Poeta relegado al olvido, su figura se vincula al movimiento surrealista. MARCEL JOUSSE (1886-1961), profesor de antropología de la Sorbona, fue el creador de la “Antropología del Gesto”. Además postuló los fundamentos del Mimismo, el Formulismo y el Bilateralismo. GEORGES MIGOT (18911976), músico de un intenso sentimiento poético, sobresalió por el lirismo de sus composiciones. Escribió “Ensayos para una estética general” (París, 1920). 7. OLIVIO JIMÉNEZ, José. Antología crítica de la poesía modernista hispanoamericana. Ed. Hiperión, 1985. 25 8. FRANCIS DE MIOMANDRE (18801959) fue un prolijo ensayista, novelista y poeta, considerado como uno de los precursores del surrealismo. Amigo de André Gide y Paul Claudel, centro de la literatura parisina de su época, editó un gran número de revistas y tradujo al francés a escritores de lengua hispana. como un Gotha particular donde se aprecia la urgente necesidad de ser reconocido por aquellos que estima como iguales. Ortega y Gasset poseía en su biblioteca el poemario titulado A Martí (Ed. Excelsior. Paris, 1929); en el inventario de la Fundación Manuel de Falla se conserva una carta remitida al compositor firmada por Godoy; asimismo, de los seis títulos custodiados por la Biblioteca Nacional, uno de ellos, Le Drame de la Passion (Émile-Paul Frères, Paris, 1929) está autografiado y dedicado a Leopoldo Lugones. Además ofreció las ediciones de La sonata a Kreutzer a Camille Monclair; la IV Balada de Chopin (op. 52, nº 4) a Théo Varlet; el Preludio de Chopin (nº2) a Jean Carrère; la Fantasía de Schumann (en ut mayor, op. 17) a André Mora; las Canciones Criollas a Gérard d´Houville y, por último, Hosanna sobre el Sistro, a su admirado Jean Royère. E, igualmente, publica junto a Francis de Miomandre Camaleon (Ed. Émile-Paul Frères, Paris, 1927), dos volúmenes que en su primera edición se encuentra limitada a 253 copias ofrecidas a S.A.R Marie Bonaparte, Princesse de Gréce8. Excentricidades aparte, la relación de amistad que sostuvo con el compositor y pianista Antonio María Valencia (Cali, 1902-1952) le valió ser honrado con la partitura de un poema laudatorio en 1929. No cabe duda que la música, al igual que el sentimiento místico, son los pilares en los que asienta su producción de mayor calidad. Un ejemplo claro vendría dado por la edición de Monologue de la Tristesse et Colloque de la Joie (Ed. Èmile-Paul Fréres, Paris, 1928), en el que en su primer apartado (“Monologue de la tristesse”) encontramos una sincera dedicatoria al compositor hispano cubano Joaquín Nin-Culmell (Berlín, 1908Oakland, California, 2004) y en la segunda (“Colloque de la Joie”) haría lo propio con el mencionado Antonio Valencia. Si se quisiera indagar en la estrecha relación que mantuvo Joaquín Nin hasta la muerte del poeta habrá que recurrir a los archivos de la Bibliothèque Nationale. Institución que posee una numerosa colección de cartas autógrafas, fechadas desde 1933, destinadas a Armando Godoy. El cual, con 26 anterioridad, le había rendido un sentido homenaje en la Revue Médierranéa (1929). Las obras del autor impresas en París, Madrid o Santiago de Chile llegaban con inusitada prontitud a las Islas Canarias. Tal vez debido al celo con el que un sencillo cartero, don Presentación Suárez de la Vega, hacía acopio de ellas. Hoy su legado se encuentra en los depósitos de la Biblioteca Insular del Cabildo de Gran Canaria, en los que se contabilizan algo más de 1.600 publicaciones y alrededor de 4.219 autógrafos; de entre los cuales a Godoy le corresponden seis títulos: las traducciones al francés de las Poesías de José Martí, Las Letanías de la Virgen, Le Chemin de la Croix, Páginas escogidas, A Francis Jammes y Armando Godoy, Poeta Francés9. Por el contrario, la crítica más cruel vertida sobre la pareja que formaban el excéntrico bardo y su esposa es la que ofrece César González-Ruano10 en sus memorias (Mi medio siglo se confiesa a medias): “En Roma conocí a Armand Godoy, hombre rico disfrazado de poeta, bohemio que vivía en París queriendo hacer de Heredia. Se parecía físicamente a Arístides Briand y era un pesado de pronóstico. Estuvo dándome la tabarra con que quería conocer a Don Alfonso XIII, hasta que le conseguí una audiencia en el Gran Hotel. Godoy apareció con traje negro y condecoraciones y su mujer con traje negro también y mantilla blanca española, hecha un demonio. Estuve por preguntarles si creían que el Rey era un paso de Semana Santa, pero consideré más oportuno darles algunas instrucciones sobre el protocolo de la audiencia, que fue espantosa. A la salida la señora de Godoy venía toda emocionada y se creyó en la obligación de ponderar a don Alfonso: “¡Ay, qué señor más simpático y más amable!...Y luego… ¡qué distinguido! ¡Cómo se ve que es de buena familia!”. Cuando se lo conté al Rey, creí que se moría de risa”. DE PINTURAS Y PINTORES: ARON BILIS, NÉSTOR Y BELTRÁN-MASSÉS Carlos Deambrosis Martins publica en 1935 la primera biografía en español que se conoce de Armando Godoy11. En esta edición se incluye un magnífico retrato al crayon 9. ÉVORA MOLINA, José. “Fondos bibliográficos actuales de la biblioteca de la Casa de Colón”. Boletín informativo Aguayro. Enero de 1978. Nº 95. Edita Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria. Págs. 4 a 6. 10. GONZÁLEZ-RUANO, César. Mi medio siglo se confiesa a medias. Ed. Fundación Cultural MAPFRE Vida. Madrid, 1998. 11. DEAMBROSIS MARTINS, Carlos. Armando Godoy, poeta francés. Prensas de la Editorial Ercilla. Santiago de Chile, 1935. 27 Retrato de Monsieur Godoy FEDERICO BELTRÁN-MASSÉS Óleo Sobre lienzo 54 x 66 cm. Colección Godoy Cordovés, París. de la mano de Aaron Bilis; obra que quedó plasmada en imprenta por una de las editoriales hispanoamericanas de mayor prestigio, la casa chilena Ercilla. El dibujo, de claro y contundente trazo, configura con fidelidad las facciones de un hombre maduro —por esas fechas tendría alrededor de cincuenta y cinco años— e iconográficamente parece estar inspirado en el retrato que Beltrán-Massés le hiciera con anterioridad. Muy pocos son los datos que se conservan sobre la personalidad artística de Aaron Bilis. Este pintor de origen ruso, nace en Odesa (Ucrania) el 29 de julio de 1893, consiguió cierto prestigio gracias a la realización de paisajes de clara inspiración impresionista y por una larga serie de retratos de grandes personalidades. De los que se guardan, al menos, ocho dibujos al carboncillo en el departamento de artes gráficas del Louvre. Firmados y fechados en 1935 representan a distintos directores y conservadores de los Musées Nationaux: Henri Verne, Jacques Jaujard, Paul Vitry, Etienne Michon, Paul Jamot, Charles Boreux, René Dussand y Carle Dreyfus. 12. BÉNEZIT, E. Dictionnaire des pein-Aaron Bilis12 residió en París desde 1909 a 1915. Año, tres, sculpteurs, dessinateurs et graeste último, en que decide instalarse en Argentina huyen veurs. Ed. Gründ. Tomo 2 (Betto- Chil). Paris, 1976. Pág. 34. do de los desastres de la Gran Guerra. Allí colaboraría 28 como ilustrador para diversas revistas y periódicos (aunque no abandonó del todo la pintura de género). En 1928 regresa a Francia y no será hasta 1930 cuando comience a exponer en el Salon des Artistes Français. GODOY Y NÉSTOR: EL POEMA DEL ATLÁNTICO En 1931 Godoy publica Le Poème de L´Atlantique13 basándose en la obra homóloga del genial pintor Néstor Martín- Fernández de la Torre (Las Palmas de Gran Canaria, 18871938). Carlos Deambrosis se refirió a ella en estos términos: “Desde el instante en que aborda el sentimiento religioso — religioso en su esencia católica— encuentra acentos del más profundo lirismo. Lo vemos bien en el curso de los ocho sonetos que eslabonan este Poema del Atlántico, compuesto sobre ocho cuadros de Néstor. El trozo liminar, así como las últimas estrofas — Mar Calma— son superiores a los otros versos, porque están tocados directamente por el fuego de la Gracia…”14. Néstor tuvo que sorprenderse sobremanera al comprobar los efectos que sobre Godoy ejerció la serie del Poema del Atlántico (1912-1923), parte sobresaliente del inconcluso Poema de los Elementos. Y creo, sin temor a equivocarme, que no fue del todo de su agrado. Néstor no quiso, en ningún momento, otorgar connotaciones religiosas a su obra. En todo caso, tanto el formato, como la simbólica disposición de los lienzos, y su numerología, tienen más que ver con alusiones a la existencia humana — como bien ha recalcado el mayor estudioso del pintor, Pedro Almeida Cabrera15— que con la exaltación de valores católicos. Néstor, como buen simbolista, acude a los emblemas esotéricos, a los guarismos, a ciertos remedos japonicistas, y hasta a la más directa sensualidad, si se quiere. Pero nunca representará lo que Deambrosis afirmó al respecto: “…El pesimismo de estos dos poetas (Baudelaire y Godoy) no es más que aparente… puesto que creen en el Arte, en la poesía divina, y puesto que, en una palabra y simplemente: ellos creen. El Cristo salva todo. El Cristo se convierte en postulado de Arte y de Vida; sin él, nada es concebible, y el Universo menos aún que el Alma…He ahí como el Océano se maravilla ante la evoca- Portada de El Poema del Atlántico. Archivo Museo Néstor. 13. GODOY, Armand. Le Poème de l´Atlantique. Éditions Émile-Paul Frères. Paris, 1931. Biblioteca Museo Néstor. 14. DEAMBROSIS MARTINS, Carlos. Armando Godoy, poeta francés. Extracto del capítulo dedicado a El Poema del Atlántico. Pág 169. 15. V.V.A.A. Catálogo Museo de Néstor. Ed. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias e Ilmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1988. Almeida Cabrera, Pedro. “Historia del Museo”. Págs. 31 a 41. 29 Portada de Las Letanías de la Virgen. Archivo Museo Néstor. 16. CONDE DE LAS ALMENAS, “La exposición de Néstor-El modernismo en el arte”. ABC, 17 de febrero de 1914. ción de Jesús sobre las ondas, de manera que el largo e infinito lamento del Poema del Atlántico se termina, como El Drama de la Pasión, en la alegría”. Resulta paradójicamente atrayente que para el escritor la obra de Néstor retransmitiera sentimientos tan elevados. Tanto en cuanto que para otros, como lo fue para el Conde de las Almenas, don José María de Palacio y Abárzuza (1866-1940), hombre de fuertes ideales conservadores y religioso a ultranza, el Poema del Atlántico no era más que una aberración, y así lo dejó bien patente con el artículo que publicara en el ABC a propósito de la exposición de Néstor de 1914 en Madrid: “La pintura modernista es atea, es pintura de bajas pasiones, de endemoniadas fantasías, gusta escarbar en la ciénaga de malas pasiones y huye del prototipo de la belleza, de Dios, no quiere ascender a las regiones plácidas, etéreas y luminosas en busca de líneas tranquilas y armoniosas, y hasta en manifestación tan sencilla e inocente como es la presentación de dos peces (asunto puramente decorativo) ha sabido el artista buscar forma impura que provoque ideas sugestivas, haciendo despertar en quien los contemple ideas que turben la mente serena y tranquila” 16. Tampoco creemos que Godoy viera las obras del natural. Lo más plausible es que se inspirara en las reproducciones litográficas realizadas por Le Prince, que circulaban por París desde 1930, y tras lo cual, de alguna manera, quisiera contactar directamente con el pintor. Desgraciadamente, el Museo Néstor carece de documento alguno que corrobore una posible relación epistolar. Aunque sí se conservan dos publicaciones de su catálogo: Les Litanies de La Vierge, editado por Bernard Grasset (Paris, 1934), que poco tuvo que satisfacer a Néstor, pues se encuentra intonso, y el referido Le Poème de L´Atlantique, de la edición de Émile-Paul Frères (Paris, 1931). LOS RETRATOS DE BELTRÁN-MASSÉS Más fructífera fue la relación con Federico Armando Beltrán-Massés (Güira de Melena, Cuba, 1885-Barcelona, 1949). El que fuera considerado como uno de los artistas 30 Retrato de Madame Godoy FEDERICO BELTRÁN-MASSÉS Óleo sobre lienzo 131 x 97 cm. Colección Montesdeoca García-Sáenz. Las Palmas de Gran Canaria. 31 17. PÉREZ ROJAS, Javier. “Art Déco en España”. Cuadernos Arte Cátedra. Madrid, 1990. Pág. 23. más decadentes del panorama internacional ya se había establecido en París desde 1916. Justo tres años más tarde, a la llegada de la familia Godoy Cordovés a tierras francesas, aquél cosechaba grandes éxitos como retratista. Tanto al poeta como al pintor les unía no sólo el nombre de pila (Armando), sino su origen cubano, y ser descendientes de españoles. Godoy sabía que entrar en el exquisito ámbito de las tertulias de Federico le abriría muchas puertas. Por lo que no tardó en buscar con urgencia los primeros contactos. Sabemos que esta relación viene de antes de 1926, porque en ese mismo año la editorial Champion había publicado la obra Triptyque. Este interesante poemario, verdadera joya bibliográfica, consta de un prólogo facsimilario de Camile Monclair. Además de unas magníficas reproducciones, grabadas por el método Jacomet, de las tres pinturas de Beltrán que le habían servido de inspiración. La satisfacción fue mutua y como recompensa salieron de la paleta del artista dos retratos de indudable calidad. De los cuales es el del propio Godoy (54 x 66 cm), vestido a la manera de Baudelaire, con gran lazada al cuello, en una gama de tonalidades que recuerda a la escuela española del XVII, el que sobresale por su sobria composición. Ligeramente descentrado hacia la izquierda, representado en algo menos de tres cuartos, y con la mirada fija, desafiante, parece un espectro de inteligencia saliendo de entre las tinieblas. Por si fuera poco, y para no llamar a equívocos, sostiene unas cuartillas en las que se puede leer con claridad “Godoy Poesies”. Más efectista, por lo decorativo y amanerado de la disposición, es el óleo donde retrata a doña Julia Cordovés y Tovar (131 x 97 cm) que, según reza en una cartela pegada al bastidor, lleva el insólito título de “Portrait de Madame Godoy habillée en costume de marquise pour bal â Versailles”. Con esta especie de revival de lo rococó, Beltrán-Massés apunta ciertas pinceladas cercanas a un Art Déco, que utilizando palabras de Javier Pérez Rojas es “…un estilo, hedonista, moderno, refinado y decorativo con una indudable voluntad artística” 17. Justo las mismas maneras que esgrimieron los 32 numerosos detractores que le acusaban de practicar una pintura afectada y en exceso burguesa. Otros retratos del mismo período son los de Rodolfo Valentino, Pola Negri, Douglas Fairbanks o el de Anita Delgado, en los que la escenografía trasciende los valores de una mera representación para configurarse como epítomes del “lujo, la espectacularidad, la sensualidad y un morboso decorativismo simbolista”; como bien han apuntado Carlos Reyero y Mireia Freixa al estudiar a los artistas que oscilaron entre un simbolismo cosmopolita y el regionalismo18. Por si no fuera suficiente, Godoy disfrutó de una iconografía aún más extensa. Conocemos otro retrato al óleo ejecutado por Tristán Klingsor (Lachapelle-aux-Pots, 1874-Paris, 1966), un busto en bronce por J.J. Sicre (Matanzas, Cuba, 1898-1974) y una caricatura de A. R. Maribona (Cuba, 1893-1964) que, hasta no hace mucho, se conservaban en manos de los herederos. No cabe duda que la figura y la obra poética de Armando Godoy no deja indiferente. Mas la cantidad de celebridades que aglutinó a su sombra —Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Francis Jammes, Miomandre, Joaquín Nin Culmell, Falla, Néstor o Beltrán-Massés— superaron con creces al individuo para devolvernos las sensaciones de una de las más fecundas etapas del París de entreguerras. Armando Godoy fallece en Lausana (Suiza) en 1964, casi en el olvido, a la edad de ochenta y cuatro años. “Armando Godoy… ¡Cuánta emoción, cuánta belleza, qué tesoro de poesía auténtica en la obra lírica de este hombre que es en todo —la literatura y la vida— un artista máximo y puro, de voz tan honda y expresión tan rica, que ya la admiración universal se ciñe a su nombre como una hiedra! ¡Armando Godoy!...” Juana de Ibarbourou. Montevideo, 1934. 18. REYERO, Carlos ET FREIXA, Mireia. “Pintura y escultura en España, 1800-1910”. Manuales Arte Cátedra. Madrid, 1999. Págs. 458-460. 33