JESÚS PÁEZ MARTÍN De discípulo a maestro: Saulo Torón y Antonio Machado 1
Prólogo a El caracol encantado en Poesía Completa, Edit. Interinsular
Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1988, pág. 89. En adelante, todas las citas
de Saulo Torón remiten a esta edición. 2 JORGE RODRÍGUEZ PADRÓN: Lectura de
la poesía canaria contemporánea. 3 CLAUDIO DE LA TORRE: El escritor y su
isla, Las Palmas, 1974, págs. 25 y sigs. EN ESTE TRABAJO, QUE NO PUEDE SER
SINO UN LIGERO ESBOZO, nos ocuparemos de una de las vertientes de la
personalidad y significación de Saulo León Torón Navarro. Analizaremos una
de las características esenciales de su escritura: el seguimiento admirado que
hizo de uno de los más grandes poetas en lengua española que le honró
escribiéndole un paternalista prólogo a su libro quizá más emblemático,
donde le precisa que El Caracol Encantado tiene la virtud de recordarnos el
mar, de traernos la emoción atlántica sine qua non de la conciencia integral
de España1. Con el autor de Las monedas de cobre estamos frente a una de las
figuras de las letras canarias que puede alimentar múltiples investigaciones
por la misma esencia de su persona, su obra, su lugar estricto en la literatura
de las islas, su hispanismo y su canariedad. Como hemos expresado en otras
ocasiones y se ha dicho tantas veces, el Siglo XX supone una Edad de Oro para
la poesía lírica canaria con la forja en el Archipiélago de un Modernismo
atlántico que supuso una vertiente muy particular de ese gran movimiento de
entusiasmo y libertad hacia la belleza, tal como lo definió Juan Ramón
Jiménez. En las certeras palabras de Jorge Rodríguez Padrón2: Precisamente
en el tránsito entre los siglos XIX y XX, asistimos a la aparición de un
grupo de notables escritores que deben ser considerados como el origen de la
moderna poesía de Canarias. (...) Saulo Torón es uno de esos escritores,
precisamente el citado siempre como tercero de los componentes de esa gloriosa
tríada de la lírica insular contemporánea con Tomás Morales y Alonso
Quesada que, en frase muy lograda de ese canario universal que fue Claudio de
la Torre, vivieron estrechamente unidos y soñaron increiblemente
separados3. 42 En el caso de Saulo Torón, se hace necesario con
frecuencia, y a este respecto, referirse a ese marchamo de tercero que
signó la ventura no sólo vital, sino lírica, poética y crítica de nuestro
poeta. Él mismo lo expresó varias veces, haciendo referencia a un recurrente
y famoso verso machadiano procedente de la composición de Campos de Castilla
(CX de sus Obras completas4) titulada El tren que comienza: Yo, para todo
viaje -siempre sobre la madera de mi vagón de tercera- voy ligero de equipaje.
y que se repite en la composición Otro viaje de la misma obra5. Así
expresa Saulo Torón su asumido puesto en la vida, lo que a un tiempo es
síntoma de su bonhomía, cuando escribe claramente: fue en vagón de tercera
donde vine a la vida, y en tercera prosigo mi vagar taciturno. Ya el azar, que
tantas veces es determinante en literatura, hizo que en los primeros Juegos
Florales que se celebraron en Las Palmas en el año de 1910, donde actuaba como
mantenedor Don Miguel de Unamuno, el Primer premio fuese a parar a manos de
Tomás Morales y el Segundo a las de Alonso Quesada, cuyos nombres
permanecerán ya unidos por ese orden para la posteridad en la historia de la
lírica canaria. La obra de estos dos poetas ha sido estudiada con mucha
profusión y profundidad y se dispone hoy de investigaciones rigurosas y
completas que se han convertido asimismo en clásicos de la Crítica literaria
canaria6. No puede decirse lo mismo, sin embargo, de la obra de Don Saulo, que
merece a estas alturas urgentemente una sistematización y un acercamiento
crítico-analítico definitivo. Entre otras razones, la de establecer su
estricta significación en la lírica canaria contemporánea, respecto de sus
dos inseparables compañeros, a quienes se acerca en Caricatura de Saulo
Torón, 1971 Por José de Armas Díaz Estilográfica y rotulador sobre papel,
135 x 9 cm. Depósito de D. José de Armas Díaz Casa-Museo Tomás Morales 4
Edición crítica de ORESTE MACRÍ. Edit. Espasa Calpe, Madrid, 1989. Todas las
citas de Machado proceden del Tomo II de esta edición. 5 Dice así:
.................. La luz en el techo brilla de mi vagón de tercera.
.................. 6 Piénsese en los estudios de Sebastián de la Nuez sobre
Tomás Morales, o los de Lázaro Santana y Andrés Sánchez Robayna sobre
Alonso Quesada. 43 mucho, pero de los que, a un tiempo, se distancia en
mucho. Tomemos, sin ir más lejos, el emblemático tema del mar en cada uno de
ellos y así comprobaremos que hay una dimensión una actitud y tratamiento muy
diferentes en cada uno: el de Tomás es la consideración y dimensión de
Atlántico, de ese océano, el protagonista de su más logrado poema, la Oda al
Atlántico, considerado por el creador canario como un mar mitológico, que
arropa un archipiélago mitificado, de ahí el título de su poemario, Las
Rosas de Hércules. Es el titán que aparece en las estrofas iniciales de la
Oda al Atlántico: El mar: el gran amigo de mis sueños, el fuerte titán de
hombros cerúleos e inenarrable encanto: en esta hora, la hora más noble de mi
suerte vuelve a henchir mis pulmones y a enardecer mi canto... El alma en carne
viva, va hacia ti, mar augusto, ¡Atlántico sonoro! Con ánimo robusto, quiere
hoy mi voz de nuevo solemnizar tu brío. Sedme, Musas, propicias al logro de mi
empeño: ¡mar azul de mi Patria, mar de Ensueño, mar de mi Infancia y de mi
Juventud...mar Mío! Además de los tonos épicos evidentes, ha de notarse
necesariamente el uso de una concepción polifónica muy modernista y
retórica, que críticos como Díez Canedo remontan a Claudiano. Por su parte,
Rafael Romero, que adoptó literariamente el seudónimo de Alonso Quesada (Las
Palmas, 18861925) significa una superación de la ampulosidad retórica asumida
por el Modernismo y la incursión en un lenguaje simbolista e intimista, de
palabra poética más sugerente y sencilla plasmada en dos hermosos poemarios:
El lino de los sueños y Los caminos dispersos. En Alonso la temática del mar
no es tan determinante ni presente, pero la fusión poeta- naturaleza canaria
se muestra muy frecuentemente como lo podemos observar en los hermosísmos e
impresionistas versos de su composición Tierras de Gran Canaria: 44
Tierras de Gran Canaria, sin colores, ¡secas!, en mi niñez tan luminosas.
¡Montes de fuego, donde ayer sentía mi adolescencia el ansia de otros
lares...! Campos, eriales, soledad eterna; -honda meditación de toda cosa-.
¡El sol dando de lleno en los peñascos y el mar...como invitando a lo
imposible! ¡Todos se han ido! Yo, desnudo y solo, sobre una roca frente al mar
aguardo el mañana ¡y el otro...! ¡Horas amadas no nacidas aún! Ansias
secretas de esa perfecta orientación humana... Con respecto a la temática con
la que queremos ejemplificar, sin embargo, nos ofrece Quesada la visión de un
mar aislante, no anexionador y su expresión se desprovee de trascendencia y de
magnificencia para presentarse como un correlato objetivo de los estados de
ánimo del poeta y a quien apostrofa con el apelativo de Hermano mar. Pero
es con Saulo Torón (Telde, 1885-1974) con quien comienza en la literatura de
Canarias de una manera más íntima y cotidiana la auténtica cosmovisión
lírica del mar, que va a convertirse, como sabemos, en uno de los grandes
espacios temáticos recurrentes en nuestra escritura poética. Cuando el poeta
de El caracol encantado, que representa la contribución más destacada de su
autor a ese acervo7 propio de la lírica canaria, elabora sus versos teniendo
como asunto primordial el tema del mar revelará en sus escritos sus más
personales improntas. Bien lo expresa Machado en el Prólogo citado cuando
desde el principio le escribe: Usted escucha la voz del mar, contempla usted
el mar, piensa usted en él y lo canta. En efecto, lo relevante en el mar de
Saulo es que no sólo es un escenario, ni un elemento natural al que se apos 7
JUAN MANUEL BONET en el Prólogo a la Poesía completa de Saulo Torón, cit.,
pág. XIV. 45 8 Op. cit., pág. 25. 9 Se trata del primer poema de Las
monedas de cobre y, por ende, el primero de su Poesía completa, cit. trofa,
sino una esencia eterna e inmutable que se correlaciona con el poeta y casi se
acerca a la fusión poética que supone el Diario... juanramoniano. Hagamos
sólo mención de estos versos: De tanto mirar el mar voy creyendo sólo en él
y olvidando lo demás. Pasan las generaciones. La tierra se resquebraja con
volcanes y ciclones. Se hunden montes y ciudades. El sol brilla y se
oscurece... Todo, al tiempo, es deleznable... Sólo el mar en su grandeza vive
eterno e inmutable. (PC, pág. 250) Claudio de la Torre8 ha definido con una
gran perspicacia en una pincelada sintagmática la esencial diferencia entre
los tres poetas y así habla de la exhuberante simpatía de Tomás, la
íntima violencia de Alonso y del rumor sereno y puro de Saulo. Y desde
ya nos arriesgaremos a decir que el subsconciente traiciona a Claudio y en su
definición del poeta teldense hay una reminiscencia machadiana, aquella con
que Don Antonio en su Retrato se refiere a una de las particularidades de
su obra cuando nos dice: pero mi verso brota de manantial sereno y que luego
recreará Saulo Torón en las Primeras palabras9 que pueden leerse en su
primer libro y son el principio de su afinidad personal y, sobre todo,
literaria con Antonio Machado, a quien el poeta teldense siguió con gran
devoción y proximidad en todo. Dicen las líneas iniciales del poema: 46 Mi
verso es el sereno manantial de mi vida donde fluyen acordes todas mis
emociones; cada emoción que pasa deja una estrofa urdida con el lino invisible
de las meditaciones. (PC, pág. 5) La poesía española entra en la Modernidad
lírica de la mano de cuatro grandes personalidades poéticas entonado- ras de
cuatro grandes voces generadoras de códigos líricos que ejercerán su
magisterio a lo largo de toda nuestra centuria: Rubén Darío, D. Miguel de
Unamuno, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. No deja de ser curioso que
podamos hacer un paralelismo sesgado con los tres grandes nombres de la lírica
canaria de nuestro siglo, respectivamente: Tomás Morales, como el seguidor
más fervoroso del gran vate nicaragüense de nacimiento pero hispano de
sentimiento y expresión; Alonso Quesada, como el que acusa una gran influencia
de Unamuno recuérdese que el vasco juzga el estilo de Alonso con casi los
mismos adjetivos que pretendía para su propia lengua y poesía10 y de
Machado; y Saulo Torón, como el más reputado discípulo de los dos poetas
andaluces universales trasplantados a Castilla. Pero, llegados aquí, queremos
ir más allá y expresar que, de la misma manera que los cuatro grandes vates
hispanos oxigenan la atmósfera lírica peninsular, se debe a los tres
creadores canarios la renovación de un panorama que seguía anclado en un
Romanticismo trasnochado o en un prosaismo rayano en la vulgaridad
antipoética. Aunque precisaremos una vez más que la labor de reencuentro con
lo poético y de renovación profunda de la lírica canaria contemporánea fue
posible en una parte esencial, por la voluntad de seguir a unos maestros a
quienes admiraron y solicitaron consejo y padrinazgo, como prueba la relación
que, sostenida o no, quisieron mantener con ellos y los homenajes de gratitud
que se desprenden de las dedicatorias de sus poemas o de sus propias
composiciones laudatorias. Sirva de muestra relevante estos versos en que Don
Saulo confiesa sin ambages su relación espiritualmente fraterna con el poeta
de Moguer: Retrato de Antonio Machado, 1972 Por Luis García-Ochoa Litografía,
43 x 33 cm. Casa-Museo Tomás Morales 10 De su voluntad lingüística decía
Unamuno: Quiero lograr una lengua seca, precisa, sin tejido conjuntivo,
caliente.... A la poesía de Alonso Quesada la juzga en el Prólogo que
escribió para El lino de los sueños como seca, árida, enjuta, pelada, pero
ardiente. 47 Juan Ramón, Juan Ramón, tu espíritu me está llegando ahora
con la luz del ocaso; .................................. Esta visita dice que
es tu espíritu el mío y que, a través del sueño, somos los dos hermanos!
(PC, pág. 42) Pero si detrás de toda la producción lírica de Saulo Torón
late, se reconoce, se elabora y se ejecuta una tonalidad es, sin duda alguna,
la expresión poética de Antonio Machado. Y, aunque en todas las obras del
poeta teldense pueden verse las iluminaciones contagiosas y los efectos
producidos por las influencias del cantor de Castilla, es en su primer libro
donde todo ello se manifiesta de una manera más latente y, a un tiempo,
palpable. Precisamente Las monedas de cobre toma el título de unos versos de
Don Antonio procedentes de la composición Coplas mundanas de Galerías
(XCV de sus Obras completas) Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo
trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. Los
paralelismos que se muestran y demuestran entre la vida y obra de los dos
poetas llegan a ser flagrantes. Tracemos algunos: ninguno de los dos poetas
fueron creadores líricos prolíficos, pues apenas cuatro títulos impresos con
articulación y unidad pueden señalarse tanto en Machado (Soledades, la
reimpresión de éste con el añadido de Galerías y otros poemas, Campos de
Castilla y Nuevas Canciones) como en Torón (Las monedas de cobre, El Caracol
Encantado, Canciones de la Orilla y Frente al muro, Resurrección y otros
poemas). Pero más allá de ello hemos de decir que la obra de ambos ha sido
luego objeto de una recopilación en Poesías completas que han incluido
Poesías sueltas, inéditos, etc. Las concomitancias entre los títulos son
evidentes, pero hay otros títulos de partes de los libros que confiesan sus
claras 48 resonancias machadianas (Apuntes, melancolías y recuerdos,
Ritmos y cantares). Por otra parte, los poemarios se suceden manteniendo
una expresión elaborada cada vez con una más desnuda sencillez, suponiendo
cada uno de ellos una prolongación estilizada de su lírica de siempre,
tal como expresan de Canciones de la orilla los historiadores Pedraza y
Rguez11. Respecto de la labor creativa paralela hemos de anotar también el
hecho de que, como su maestro, Saulo Torón hizo incursiones en el teatro
escribiendo piezas arraigadas en el costumbrismo como Duelo y jolgorio y La
familia de Don Pancho, sus tertulias y el inglés y La última de Frascorrita.
Ambos mostraron en su trayectoria poética el tránsito del yo al nosotros,
pues si Don Antonio sale de ese monólogo lírico que son sus íntimas
Soledades para entablar un diálogo que se muestra en frecuentes apóstrofes a
la hermosa tierra de España, a Castilla en particular en su obra más
emblemática considerada como el breviario del 98, el poeta canario asimismo va
de la expresión de su intimismo al diálogo y el apóstrofe con la naturaleza
isleña y marina: la ola, el mar, la nube, la roca en su obra de mayor
cosmovisión lírica canaria. De manera que comparten el hecho de ser poetas
constantes, coherentes y recurrentes, por lo que su obra es cual una línea
continua tal como lo vio E. Díez Canedo en el Prólogo que impone a Canciones
de la orilla y así argumenta certeramente: De Las Monedas de Cobre y El
Caracol encantado a estas Canciones de la orilla no hay variación, apenas.
Sería error pedirle al poeta verdadero una perfección más en cada libro.
Sólo un libro se escribe. El tiempo hace ver la unidad que preside a la obra
del poeta más diverso, que va depurando su producto: es árbol que a cada
estación da fruto nuevo, tan nuevo hoy como hace veinte años.12 Al
calificar el credo estilístico de nuestro poeta, declara Joaquín Artiles que
el verdadero Saulo está más cerca del intimismo y de las formas de Antonio
Machado. Por eso su poesía evita cualquier escape de grandilocuencia y cual 11
PEDRAZA,F.yRGUEZ, M.: Manual de Literatura española, Vol. XI, Pamplona,
Cénlit, 1993, pág. 42. 12 En Poesía completa, cit. págs. 131-2. 49 13 J.
ARTILES E I. QUINTANA: Historia de la literatura canaria, Edics. Mancomunidad
de Cabildos de Las Palmas, 1978, pág. 205. 14 En Soledades a un maestro en
Nuevas canciones (CLXIV-XIII de sus Obras Completas). quier griterío de
imágenes, reduciendo el artificio, como dijo Díez Canedo, a un juego leve
de conceptos y músicas 13. Este antirretoricismo procede de la influencia
devota del poeta canario por el poeta sevillano y late tras cientos de versos
que pudiéramos citar que, no sólo remiten al mismo contenido que se declaraba
en Machado, sino que puede reconocerse su léxico, su tonalidad, su intensidad:
Música interior, sonido sin eco... ¡mi cordial canción! (PC, pág. 198)
Podría decirse de estos breves poemas de Saulo Torón, lo que su maestro
Machado dijo a su vez de los de su maestro Francisco de Icaza14: Sus cantares
llevan agua de remanso, que parece quieta. Y que no lo está; mas no tiene
prisa por ir a la mar Porque a más de pretender voluntariamente y elaborarse
en una lengua nítida, en palabras simples de una aguda precisión, la poesía
de ambos creadores procede y se quiere una voz esencialista que se define
asimismo por un carácter estrictamente popular, puesto que se sumerge en el
folklore y renace en nuevas canciones, convertidas en breves poemas
verbalmente despojados, tensos e intensos, sin sobrecarga de naturaleza
retórica: Cantemos, poetas, los motivos nuevos con las coplas viejas
.............. (PC, pág. 172) 50 o también en los siguientes versos: La
vieja canción, la que no se canta -la que canto yo- déjala que duerma en tu
corazón. Mañana quizá despierte, y se llame la nueva canción. (PC,
pág.172) Es también una similitud fácil e inmediatamente constatable el
aspecto métrico que puede resumirse en ambos en el uso casi generalizado del
endecasílabo, el dodecasílabo y el alejandrino entre los versos de arte mayor
que combinan con el heptasílabo, el más frecuente de entre los de arte menor
y que se suelen combinar en la famosa silva romanzada tan profusamente
usada por Don Antonio, así como las estrofas populares, los tonos de Proverbio
y cantar, etc. Continuando con el aspecto estilístico el lector de Las monedas
de cobre tropieza pronto con el rasgo más representativo de la lengua
machadiana: el cronotopos, el sintagma sustentado en un léxico que connota
tiempo. Veamos un claro ejemplo entresacado de un poema cuyo título ya es una
expresión de lugar y tiempo, La ciudad en ruinas, donde aparecen
cronotopos tan machadianos como los siguientes: Callejas desiertas, muros
derruidos, jardines sin flores de la primavera, fuentes agotadas, templos
destruidos, estragos que el tiempo labra en su carrera... (PC, pág. 71)
Procede también de Machado la famosa y afortunada distinción entre las
voces y los ecos. Confrontando las dos escrituras podemos decir que se
produce entre ellas una 51 curiosa relación de voz y de eco. El maestro
Machado es la voz que escucha permanentemente su discípulo Saulo que, cuando
escribe, hace resonar su eco, llegando a ser sorprendente cómo se contamina de
la tonalidad y expresión machadianas que salta en un tema idéntico, en un
matiz, en el uso del correlato objetivo, en el léxico, en los mitemas y en los
estilemas, en una estrofa o en un verso. Confróntense simplemente dos poemas
cuyos primeros fragmentos reproducimos: Yo escucho los cantos Rincones queridos
de viejas cadencias de la ciudad vieja que los niños cantan refugio del alma
cuando en coro juegan que en vosotros sueña y vierten en coro Rincones
queridos sus almas que sueñan que en nuestras pretéritas cual vierten sus
aguas horas fugitivas las fuentes de piedra de la adolescencia con monotonía
fuisteis escenario de risas eternas de aquellas proezas ................
.................. (A. Machado) (S. Torón) A veces la devoción por el cantor
de Castilla es tan fuerte que podemos rastrear, más allá de lo que puedan
suponer fenómenos como fuentes, intertextualidades o transtextualidades,
auténticos calcos, entendiendo por ello la significación de esta palabra en
su sentido figurado, es decir, la de imitación o reproducción con exactitud
de un modelo. Porque es perfectamente constatable, como se ha venido
comprobando, así sea en una primera y superficial lectura que, no sólo en su
primer libro, sino durante toda su escritura si bien en algunas obras con
mayor acercamiento el creador canario admiró profundamente y tuvo como
modelo la palabra precisa, la cercanía de Machado, que alza el vuelo con
todos, y su voz crítica de ciudadano, ajeno al hedonismo y la trivialidad, 15
Fernando Delgado en La Provincia, Las Palmas, 23-2-99. fuera de toda
arrogancia15. Ello es lo queremos mostrar 52 en este pequeño careo entre
la escritura machadiana y la escritura sauliana. Por otra parte, sostenemos a
menudo que un poeta no es sólo contenido y expresión lingüística, sino,
más allá de ello, actitud, cosmovisión, matización, en suma, expresión
poética que es aquella huella indeleble que asegura la eternidad de un
verso, de una estrofa, de una composición. Pues bien, pocos discípulos se han
impregnado tanto de una huella como nuestro poeta respecto del cantor de
Castilla, y ello hace que el poeta maestro esté presente en una gran cantidad
de composiciones, de estrofas, de tonos, de imágenes, de estructuras, de
asuntos, etc. que se muestran en su escritura dictadas a veces de forma
consciente o de forma inconsciente. Aludamos a un ejemplo curioso: hay unos
versos de Saulo Torón que son definitorios de Machado, pero una precisa y
oportuna pausa versal que determina un encabalgamiento con el verso siguiente
generan el efecto de una verdadera y sincera confesión del fervor por el autor
de Soledades: Yo voy siempre en tercera, como el poeta amado de la melancolía
y el ensueño maduro -el intelecto elige los lugares discretos- y de este modo
el daño de la etiqueta eludo. (PC, pág. 47) Y la explicación de un
seguimiento tan cercano nos la declara abiertamente el propio Saulo Torón en
un poema que viene a significar, desde el principio, su confesión de la
devoción que siente por la obra del maestro. Nos referimos a la composición
titulada El libro infinito, referida a las obras completas de Machado donde
puede leerse: sus versos primeros, tan bellos, tan íntimos, tan sin vaguedades
vanas de filósofos pedantes y hueros... -¡Oh Antonio, tus versos, tus amados
versos, tus versos primeros!... Siguen otros cantos, todos venerados por mi
devoción:... (PC, pág. 7) 53 16 VENTURA DORESTE:En Recordando a Saulo
Torón, Tip. Lezcano, Las Palmas, 1978. Las manifiestas afinidades, no sólo
estructurales y formales, en el plano de la expresión, entre el maestro
Machado y el discípulo Torón continúan y culminan reflejándose en la
similitud que muestran, ya en el plano del contenido, desde su propia
personalidad. Como todos sabemos, la figura de Machado ha sido definida por los
críticos como la de un santo laico, por ello, el crítico por antonomasia
de la literatura canaria que fue Ventura Doreste dijo de Saulo Torón que era
una especie de San Francisco de Asís laico 16. Es a veces sorprendente, en
un análisis concienzudo, comprobar las similitudes que pueden rastrearse
acerca de las características de la personalidad respectiva que los propios
autores confiesan en sus obras: Machado, particularmente, se autodefine en su
Retrato del que el poeta teldense dice en expresión muy significativa:
Ante su retrato nuestra alma ha temblado con honda emoción absorta y desnuda,
como un holocausto de meditación... (PC, pág. 7) en tanto que Torón se
dispersa en muchas composiciones intimistas y centradas en su yo. Por ello
pueden claramente determinarse los rasgos personales entresacados de entre
muchos de sus versos. Así, si en la infancia del poeta sevillano se hizo
mítico un patio, en la expresión de Saulo encontraremos la mención de otro,
adornado, además, con una tópica referencia machadiana: la algarabía de los
niños que recuperan en el poeta el tiempo perdido y dorado de la infancia: En
el patio de casa juegan ahora mis dos sobrinos. .................... Sus risas
alocadas llenan la casa y llegan hasta el cuarto donde yo escribo, como un
tropel de alondras madrugadoras que en el fondo de mi alma tuvieran nido. Mi
corazón ¡tan viejo! se infantiliza en una explosión súbita de goces
íntimos... (PC, pág. 16) 54 De la misma manera que Don Antonio nos confiesa
su desmaño y abandono de sí mismo a través del famoso torpe aliño
indumentario, Saulo Torón lo hace de la forma siguiente en la composición
Lo que importa: Mi hermana me reprueba muchas veces: -¿Para qué gastas el
dinero, hermano, en papeles, teniendo como tienes el traje puesto, que da
horror mirarlo? (PC, pág. 51) Y al hilo de la incursión en lo fraternal que
presentan estos últimos fragmentos citados, queremos anotar aquí el hecho de
que si hubo unos hermanos Machado, asimismo hubo unos hermanos Torón17. Pero,
sobre todo, hay que anotar siempre la influencia y la presencia de un querido
hermano en Torón también una querida y admirada hermana en los temas
poéticos. Recordemos en Machado: Está en la sala familiar, sombría, y entre
nosotros el querido hermano... También la poesía de Torón está recorrida a
veces por la evocación nostálgica de los ambientes y estampas familiares
(léase el poema de significativo título Las tertulias de mi hogar) o la
admiración y el amor filial por su padre, a quien evoca proustianamente a
partir de un viejo sillón, tema central del poema Patrimonio sentimental.
Ocupando una buena parte del espectro temático de los dos escritores anotamos
la recurrencia frecuente de los recuerdos de infancia. A poco que se conozca la
biografía del creador canario exenta de vitales relumbrones, puede saberse que
también recibió las flechas que le asignó Cupido y amó cuanto ellas
puedan tener de hospitalario. En efecto, ese sentimiento del amor
doméstico, en que la mujer amada es un refugio, lo profesaron ambos poetas
una vez en su vida y así lo Julián Torón Navarro Donación Familia Torón
Macario Casa-Museo Tomás Morales 17 Recuérdese que el poeta teldense guardó
siempre gran devoción por su hermano Julián, también poeta. 55 refleja
atentos al léxico: llaves, puertas, abre, adéntrate, morada Saulo Torón
en El caracol encantado: ¡Llegaste al fin, mi presentida!... ¡Con qué
vehemencia te esperaba! Toma las llaves de mi amor y abre las puertas de mi
alma. ¡Abre, y adéntrate en su fondo, que es toda tuya esta morada; que para
ti fue construida toda de blanco, inmaculada! (PC, pág. 103) La referencia al
Machado ético está presente con meridiana claridad en la autoconsideración
que en su Retrato plantea el creador de su natural inclinado a hacer el
bien, de su ingénita bondad que, junto con la pureza, se ofrecen como
constantes de su poesía y que se desprende con carácter inmediato del
celebérrimo alejandrino: soy en el buen sentido de la palabra bueno puede
verse cómo resuena con el mismo tono en la siguiente expresión del Torón
ético cuando asimismo claramente se autojuzga y confiesa: Todo fluye en mi
verso cadencioso y sereno, sin reproches violentos, porque he sido tan bueno...
(PC, pág. 5) Del mismo modo que es posible constatar que en varias ocasiones
en la obra de Machado se expresa el desagrado y desdén por los excesos
retoricistas, esteticistas, intelectuales, cualquier exceso, en suma, en
nuestro poeta hay un latido de estas mismas ideas a partir de versos tan
alusivos y referenciales como éstos: 56 Me repugnan las testas con olor a
cosmético; las carcajadas graves de los hombres barbudos; las palabras sonoras
de la gente ilustrada y el discreteo estúpido de una pareja al uso. (PC, pág.
47) De todos son conocidos el carácter retraído y la timidez de ambos
autores, tanto como su falta de ambición que el poeta sevillano plasmó en
aquellos coherentes y sinceros versos que confiesan: Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria de los hombres mi canción En este sentido, respecto a
Torón, José Carlos Cataño se refiere a su carácter sencillo y de escasas
ambiciones terrenales, lo que para simplificar las complejidades y
contradicciones de su temperamento puede entenderse por acusada timidez...18,
rasgos de su carácter que, con abierto prosaísmo confiesa el socarrón autor
canario: Porque voy callado me dicen las gentes que soy reservado ¡Malhaya mi
suerte! ¿Qué quieren que diga si nadie me entiende? (PC, pág. 137) Tanto uno
como otro se nos muestran profundamente introvertidos, como hombres volcados
hacia dentro, hilando siempre sus emociones, sus pensamientos, sus vivencias, y
así leemos en Saulo Torón: Siempre a solas con mi instinto sin brújula que
me guíe, voy andando mi camino. (PC, pág. 202) 18 Prólogo a la edición de
El caracol encantado y otros poemas, Biblioteca Básica Canaria, Nº 24, Edics.
Viceconsejería de Cultura, Madrid, 1990, pág. 14. 57 Y es imposible no
recordar a este propósito los famosísimos versos definitorios del
Retrato: Converso con el hombre que siempre va conmigo y también se hace
ineludible recordar y referirnos a lo que Rubén Darío escribió del cantor de
Castilla: Misterioso y silencioso iba una vez y otra vez Su mirada era tan
profunda que apenas se podía ver... Alude el autor de Cantos de Vida y
Esperanza a una cualidad propia del autor de Campos de Castilla: la especial
mezcla de timidez y altivez que delatan actitudes plasmadas en versos como: A
mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que
habito el pan que me alimenta y el lecho en donde yago que, si abrimos y
progresamos el prisma temático, pudieran tener su correlato en los siguientes
de Saulo, en los que además se nos muestra el Orgullo pueril: Con mi
dinero he comprado unas botas y un sombrero; no son de charol las unas, ni lo
otro de paño bueno. Pero tengo una alegría que reprimirla no puedo... Lo
comprado poco vale; ¡pero fue con mi dinero! (PC, pág. 143) Los dos poetas
suelen teñir a menudo su obra de cotidianidad y plantean su existencia vulgar
y monótona en palabras 58 que nos desvelan su vida apacible, su cotidiano
pasar volcados en sus lecturas y en la lenta elaboración de sus versos. De
ello puede ser un buen ejemplo el célebre poema de Don Antonio titulado
Meditaciones rurales o Poema de un día y de Don Saulo podríamos
referirnos al titulado Labor interrumpida, poema que como el de su maestro
tiene un carácter presentáneo en su elaboración desde el primer verso: Sobre
la mesa donde estos versos escribo, traza un rayo de sol un arabesco extraño;
.................................... Yo he suspendido un punto la labor
preferida, y he fijado la vista sobre el sutil hallazgo. (PC, pág. 38) Este
prisma temático nos lleva directamente a la incursión en uno de los motivos
centrales del código poético machadiano que se reitera también en Torón: el
tiempo, la temporalidad simbolizada tantas veces en lo circular y lo contínuo
(noria, rueda, fuente...) que nos basta ejemplificar con los cuatro versos
iniciales del poema ¡Oh la monotonía...: ¡Oh la monotonía del vivir
cotidiano!... Ciego girar en torno de una rueda ilusoria; siempre las mismas
tierras tras del mismo oceano, siempre los mismos hechos para la misma
historia. (PC, pág.76) Ambos poetas eran unos auténticos promeneurs
solitaires rousseaunianos, hombres de camino, paseantes de la vida que en su
vagar por calles o por senderos rurales espantan su tedio, como nos confiesan
tantos versos en Machado y algunos en Torón: Para ahuyentar el tedio tenaz que
me anonada he tomado el sombrero y me he echado a la calle;
.......................... Yo vago distraído sin importarme nada... (PC, pág.
48) 59 Modestia, humildad, austeridad son notas características que se
imputan como propias del cantor de Castilla y que se repiten en el poeta
canario: basta con leer su sencillo poema Conformidad de la pobreza en que
volvemos a escuchar ecos machadianos y a un tiempo quesadianos: El día último
de mes es para los que morimos víctimas de un salario modesto, un día alegre
y trágico, dividido en tres glosas: cobrar, pagar, y luego...quedarnos sin un
céntimo. ¡Señor, qué vivir más triste este de tu pobreza; qué vivir más
amargo, qué vivir más acerbo!... (PC, pág. 39) La poesía de los dos
creadores está recorrida por su sentimiento de spleen, de esa rara
enfermedad del espíritu, mezcla de hastío, cansancio, nihilismo y otras miles
de sensaciones que no aciertan a adivinarse léase con atención el poema
Recóndita y son capaces de expresar en un solo verso: Noche de enero,
grande y fría como mi hastío Aunque para superarla es frecuente en ambos
poetas la práctica de la evasión por el ensueño: De este modo mi vida es
más diáfana y seria; de este modo mi ensueño es más lírico y puro; nos
confiesa en particular Saulo Torón. Es muy posible que todo ello sea el
resultado de su propia concepción un tanto nihilista y profundamente
escéptica de la vida que en nuestros creadores se desvelan a través de los
conocidos versos machadianos de: Y cuando llegue el día del último viaje y
esté al partir la nave que nunca ha de tornar me encontraréis a bordo, ligero
de equipaje casi desnudo, como los hijos de la mar. 60 Júzguense ahora los
referentes, los estilemas, las claves temáticas, los tonos y actitudes
presentes en el poema Final de El caracol encantado: Y he de morir ¡oh
mar! he de morir como una ola más en tu ribera! Le entregaré mi alma al
infinito igual que el infinito me la diera: ¡pura y sin manchas!; y una noche
clara, en lo azul brillará, como una estrella! (PC, pág. 126) Concluyamos
apresuradamente observando incluso que de la misma manera que Don Antonio
Machado ha sido el objeto de veneración y el ejemplo de muchos poetas
posteriores, como expresa Juan Manuel Bonet Torón fue una figura venerada
por las generaciones más jóvenes, que veían en él a un poeta de gran
pureza, y al superviviente de la generación fundacional de la moderna poesía
canaria 19. René L. F. Durand en su librito antológico y crítico sobre
Saulo Torón culmina su breve estudio con las palabras siguientes: La
posterité ne saurait oublier que le poète de El Caracol Encantado fut un jour
consacré par celui de Campos de Castilla et de Nuevas Canciones. La place
qu´occupe Antonio Machado, le grave chantre de la Castille, dans le panorama
des Lettres espagnoles, donne á ce privilége tout son prix. 20 Y es que
esas hermosas y valiosas monedas de cobre son el mejor y más bello pago y
homenaje a un poeta que, repetimos, era para Saulo Torón el autor infinito de
un Libro infinito. 19 Prólogo a Poesía completa, cit., pág. VIII. 20
Cahiers de Poesie des Iles Canaries, Edics. Université de Dakar, 1973, pág.
11. 61 BIBLIOGRAFÍA ARTILES, J. Y QUINTANA, I.: Historia de la literatura
canaria, Edics. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, 1978. DELA TORRE, C.:
El escritor y su isla, Las Palmas, 1974. DORESTE,V.: Recordando a Saulo Torón,
Tip. Lezcano, Las Palmas, 1978. DURAND, R. F.L.: Saulo Torón Cahiers de Poesie
des Iles Canaries, Edics. Université de Dakar, 1973. MACHADO,ANTONIO: Poesía
y Prosa, Edic. crítica de Oreste Macrí, Espasa Calpe-Fundación Antonio
Machado, Madrid, 1989. PEDRAZA,F. Y RGUEZ, M.: Manual de Literatura española,
Vol. XI, Pamplona, Cénlit, 1993. RGUEZ.PADRÓN,J: Lectura de la poesía
canaria contemporánea, Edics. Viceconsejería de Cultura del Gobierno de
Canarias, 1984. TORÓN,SAULO: Poesía completa, Edics. Interinsular Canaria,
Santa Cruz de Tenerife, 1988. El caracol encantado y otros poemas, Biblioteca
Básica Canaria, Nº 24, Edics. Viceconsejería de Cultura, Madrid, 1990. 62