RJUAN SEBASTIÁN LÓPEZ GARCÍA Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
ecualificación urbana y arquitectura: un proyecto de mercado para Gáldar de
Eduardo Laforet (1930) ecualificación urbana y arquitectura: un proyecto de
mercado para Gáldar de Eduardo Laforet (1930) 1 LÓPEZ GARCÍA, Juan
Sebastián (1992): Promoción, mecenazgo y cambio en la arquitectura
religiosa de Gran Canaria, siglo XVIII, en VII CEHA. Patronos, Promotores,
Mecenas y Clientes, CEHA, Universidad de Murcia, Murcia, págs. 519-530. LÓPEZ
GARCÍA, Juan Sebastián (1993): Reformas y cambios de imagen urbanas en Gran
Canaria en la segunda mitad del XVIII, en VIII Congreso Español de Historia
del Arte, tomo II, CEHA, Departamento de Historia del Arte, Universidad de
Extremadura, Editora Regional de Extremadura, Mérida, págs. 1017-1022. 2 Vid.
LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (2004): La ciudad y el urbanismo del siglo
XIX en Canarias, en Un artista para una ciudad y una época. Manuel Ponce de
León, tomo I, Fundación Mapfre Guanarteme, Las Palmas de Gran Canaria, págs.
17-29. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (2007): Arquitectura y urbanismo en
Canarias en la época de Luján Pérez (1756-1815), en Luján Pérez y su
tiempo, Gobierno de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, págs. 195-211. LOS
PROCESOS DE CAMBIO HACIA LA MODERNIZACIÓN en las centralidades de los núcleos
grancanarios no se empiezan a vislumbrar hasta la segunda mitad del siglo
XVIII. Estas operaciones suelen estar vinculadas a una obra arquitectónica de
carácter religioso, la cual sirve de motor para modificar tramas y crear
nuevos entornos con un aspecto más urbano. Los resultados obtenidos
constituyen la parte esencial de la mayoría de los centros históricos más
importantes de Gran Canaria, ya que cuando no fue posible o necesaria una
intervención que afectara a su trazado, sí que se produjo una transformación
de imagen con la incorporación de nuevos lenguajes artísticos, empezando por
el barroco, para seguir luego con más fuerza bajo el neoclásico. Los ejemplos
más relevantes, además de Las Palmas, son Teror, Gáldar y Agüimes, a los
que también se pueden sumar Telde y Guía. Iglesias y plazas, y otros
edificios con menor influencia, se implementaron en los viejos tejidos que casi
habían permanecido invariables desde el siglo XVI, recualificando las zonas
centrales de sus núcleos a través de nuevos espacios abiertos, nuevos
edificios y/o nuevos lenguajes1. A partir del XIX la arquitectura urbana
canaria se diversifica tipológicamente, cuando se especializan los
edificios y hasta las áreas públicas con los usos específicos que demandaba
la sociedad burguesa. Esta modernización suponía un paso más en la
superación del antiguo régimen, que ya había dado sus pasos preliminares a
partir de los postulados ilustrados de raíz dieciochesca. En la centuria
decimonónica aparecen los primeros cementerios civiles y parroquiales,
teatros, sociedades de instrucción y recreo, 40 mercados, etc., en un ritmo
que se va acelerando a lo largo del siglo. Las Palmas, perdedora en el Pleito
Insular, recupera su papel en la escena regional, avance que al mismo tiempo,
aunque con mucha menor intensidad, se aprecia en muchas de las cabeceras
municipales de Gran Canaria2. En el caso particular de los mercados, en el
siglo XIX se construyen varios, en Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Santa
Cruz de La Palma, etc.3 En el norte de Gran Canaria hay otros ejemplos, como
los de Agaete y Arucas, cuya construcción está muy relacionada con el auge
que disfrutaban ambos núcleos. El de Arucas (1882), con planos de José A.
López Echegarreta, se levantó en un emplazamiento modificado a partir de la
desamortización de la ermita de San Sebastián, que tras ser demolida
propició un centro cívico con la construcción de las casas
consistoriales, alameda y mercado4. Por su parte, Agaete vivía un segundo
despunte tras el azucarero de la primera mitad del siglo XVI gracias a la
mejora sustancial de las comunicaciones y la construcción del muelle en Las
Nieves. La villa se modernizó con la nueva iglesia de Nuestra Señora de
la Concepción (Francisco de la Torre, 1875) y el mercado, con proyecto de
Domingo Garayzábal (1871)5. La actividad mercantil se había realizado con
anterioridad y se seguía realizando en la mayoría de los lugares al aire
libre, normalmente en las plazas, distinguiendo a alguna de ellas por ese
cometido. No siempre el escenario era la principal, como ya sucedía en Telde,
donde la plaza de San Gregorio en el barrio de Los Llanos se había distinguido
por su carácter comercial, sin que fuera la más importante de la ciudad,
rango que correspondía a San Juan6.En Gáldar, el nomenclátor conservó el
nombre de Mercado para la actual calle Tazarte, la cual se formó a partir
de una de las plazas que estaban en el entorno de la antigua iglesia de
Santiago de los Caballeros, antes de la construcción del templo neoclásico7.
A levante y poniente de la fábrica jacobea actual (1778-1826) se abrieron
sendas plazas, en las que se organizaron mercadillos, descritos por el escritor
Francisco Rodríguez Batllori en el siguiente texto: El mer 3 Vid. GALANTE
GÓMEZ, Francisco José (1989): Arquitectura canaria (desde la segunda mitad
del siglo XVIII a finales del siglo XIX), Edirca, Las Palmas de Gran Canaria,
págs. 178 190. 4 GALANTE GÓMEZ, ibídem, pp. 104109, 187-188. ALEMÁN
HERNÁNDEZ, Saro y MARTÍN HERNÁNDEZ, Manuel J. (1994): Guía del Patrimonio
Arquitectónico de Arucas, Ayuntamiento de Arucas, Arucas, pág. 110. 5 CRUZ Y
SAAVEDRA, Antonio Jesús (1981): Agaete. La Plaza del Mercado, un edificio
del siglo XIX, en El Eco de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 16.12.1981,
pág. 14. 6 HERNÁNDEZ BENÍTEZ, Pedro (1958): Telde (sus valores
arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos), Telde, págs. 280 y
281. En un acta del Ayuntamiento de Telde de 1862 se puede leer: En la plaza
denominada de Los Llanos de esta ciudad de Telde ha venido a formarse, por el
conjunto de varias causas favorables, un gran mercado semanal de la mayor
importancia, no existiendo otro semejante en la Provincia; es un gran centro de
contratación de todos los frutos del país y objetos de industria
. Véase
además GONZÁLEZ PADRÓN, Antonio María y OJEDA RODRÍGUEZ, Carmelo José
(1988): Las plazas históricas de la ciudad de Telde, en VI Coloquio de
Historia Canario-Americana (1984), tomo II, primera parte, Cabildo de Gran
Canaria, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Las Palmas de Gran Canaria,
págs. 496-497. 7 OLIVE, Pedro (1865): Diccionario estadístico-administrativo,
Diputación Provincial de las Islas Canarias, Barcelona, pp. 1255. La calle
contaba sólo con una vivienda y era la única de Canarias que aparece con ese
nombre. 41 8 RODRÍGUEZ BATLLORI, Francisco (1980): Gáldar (Viñetas de una
época), Madrid, págs. 100-101. En el mismo texto, detalla especialmente el
mercadillo que se celebraba en la plaza de los Guanartemes: La promiscuidad
constituía el signo sustantivo y característico de otro mercado: el que
ocupaba la explanada o plazoleta en la fachada posterior del templo. A los
mimbres rebosantes de verduras y frutas se sumaban el queso de flor, el
recental y bolas de mantequilla color marfil, envueltas en frescas y rezumantes
hojas de ña- mera. Las tallas, bernegales y tostadores alternaban
indiscriminada- mente con los arenques, que se desplegaban en nacarados
círculos; la caña dulce y los aromáticos ramos de violetas, chorreantes aún
del rocío mañanero. Las arbitrarias pesas de guijarros funcionaban a su
antojo en un cálido ambiente de tolerancia y simpatía. A la concurrencia de
compradores se agregaban las mujeres que acudían a la fuente y los grupos que
curioseaban desde el murallón de la iglesia. 9 ALEMÁN HERNÁNDEZ, Saro
(2008): Las Palmas de Gran Canaria. Ciudad y Arquitectura (1870-1930), Cabildo
de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, pág. 299. 10 ALEMÁN HERNÁNDEZ,
Ibídem, págs. 304-307. cadillo de sombreros y zapatos, en la fachada
principal del templo, y el de verduras y frutas, en la posterior, alteraban, en
cierto modo, el ritmo lento y la peculiar monotonía de la ciudad, en las
primeras décadas de este siglo.8 Como se ha visto, Gáldar no contaba, a
diferencia de algunos otros lugares, de un inmueble específico para mercado.
Con frecuencia, edificios que se pueden considerar singulares, han tenido una
gran importancia en los procesos de renovación de la arquitectura canaria.
Estas iniciativas de modernización van muy unidas a los escasos
arquitectos titulados de entonces y los influjos que éstos tenían en sus
postulados proyectuales. Las Palmas como Santa Cruz para Tenerife era el
centro de los estudios abiertos, así que allí se realizan los proyectos para
el resto de la isla. Cada vez se conocen más intervenciones de estos
profesionales, que bien por encargos particulares o de carácter institucional,
aportan al interior de Gran Canaria las tendencias arquitectónicas que
irradian desde la capital insular. Señala Saro Alemán Hernández que, en Las
Palmas, a partir de la primera década del siglo, la arquitectura pública
fue escasa, la religiosa disminuyó, la de las instituciones privadas se redujo
a poco más del Club Náutico o la nueva fachada del Gabinete Literario,
mientras que el gran protagonista fue la vivienda9. Esta apreciación se
puede generalizar para otros puntos de Gran Canaria, contexto en el que se
inscribe el proyecto de Mercado Municipal para Gáldar, firmado en 1930 por el
arquitecto Eduardo Laforet Altolaguirre. Según la doctora Alemán el primer
tercio del siglo XX estuvo bajo el signo de la multiplicidad de lenguajes,
que se entiende como tendencias generadas en otros lugares y que aquí se
reelaboran en mayor o menor medida, cuyas referencias estilísticas
estuvieron muy vinculadas a la llegada de nuevos arquitectos formados en Madrid
y Barcelona, entre los que se cuenta el referido Laforet, junto con Pelayo
López Martín-Romero, Rafael Masanet y Faus y la fase arquitectónica inicial
de Miguel Martín Fernández de la Torre10 . 42 El 5 de diciembre de 1928, en
sesión ordinaria, el Ayuntamiento de Gáldar acuerda la adquisición de un
solar donde emplazar la plaza de abastos y pescadería de esta Ciudad11. Al
concurso público no se presentaron ofertas de ventas, motivo por el cual el
Alcalde decretó años más tarde la expropiación forzosa de la casa número
cuatro y huerta contigua a la misma de la calle Capitán Quesada, callejón del
Olivo y Plazoleta del Pilar. En esta diligencia de 15 de julio de 1931 se
añade dese cuenta al Ayuntamiento pleno en la sesión extraordinaria que ha
de celebrarse el día 21 del actual para que designe al Arquitecto que ha de
confeccionar el proyecto y presupuesto de las obras del Mercado, pescadería y
despacho de carnes12.El 31 de julio de ese año el alcalde comunica a Eduardo
Laforet que se le encomienda el proyecto según acuerdo plenario de 21 de
julio13. Sin embargo, el croquis se le había solicitado en el año anterior y
el arquitecto lo debió presentar en su momento, porque éste fue aprobado en
Comisión Municipal Permanente de 31 de octubre de 1930, motivo por el cual se
le instaba para que sin pérdida de tiempo confeccione dicho proyecto y
presupuesto para dar cuenta Lám. 1.- EDUARDO LAFORET: proyecto de mercado,
Gáldar (1930). Plano de situación. Archivo Municipal de Gáldar. 11 ARCHIVO
MUNICIPAL DE GÁLDAR (AMG): Expediente incoado a virtud de proyecto de
construcción de una plaza de Mercado y Lonja de Carne, en la Calle Capitán
Quesada de esta Ciudad, por este Ilustre Ayuntamiento. 12 AMG: expediente
citado. Decreto de la Alcaldía de Gáldar, 15 de julio de 1931. Alcalde: Juan
Rodríguez. Documento núm. 3. Este decreto no deja de llamar la atención,
porque el croquis ya estaba encargado al arquitecto Eduardo Laforet con
anterioridad y además el proyecto lo había firmado en diciembre de 1930. 13
AMG: Ib., documento núm. 6. 43 14 AMG: Ib., documentos núms. 7 y 8. El 1 de
noviembre de 1930, el alcalde le dirige un telegrama a Laforet, a la calle
Pérez Galdós, 30, Las Palmas, donde le comunica: Sesión noche ayer
Permanente acordó aprobar croquis Mercado / Alcalde. 15 AMG, Ib. carpetilla
núm. 9, incluye documentos núms. 10-23: Proyecto de Plaza Mercado para el
Itmo. Ayuntamiento de la Ciudad de Gáldar / Las Palmas diciembre 1930 / El
Arquitecto / E. Laforet Arqto. (firma). 16 Vid notas núms. 13, 14 y 15. 17
AMG,Ib.,documentos núms. 24-26. 18 AMG, Ib., documento núm. 28. 19 AMG, Ib.,
documento núm. 74. En la descripción de la finca se dice que es propiedad de
los herederos de Francisco Ariñez y Martínez, vecino de Gáldar y se
describe: una casa terrera marcada con el número cuatro, con un huerto unido
a su espalda situada en la calle Larga de la Ciudad de Gáldar, hoy Capitán
Quesada destinada a vivienda, cuya superficie total es del 1.100 metros
cuadrados. Linda al frente con la calle de su situación, por la espalda con
otra calle que baja al barranquillo, por un lado con un callejón (llamado del
Olivo) y por otro con casa y tierra de Dña. Catalina Guerra y Don Juan
Rodríguez (hoy Plazoleta del Pilar). Los 200 metros cuadrados edificados se
tasaban a 15 pesetas por metro cuadrado, mientras los 900 de huerta lo fueron a
10 pesetas. El precio del solar equivaldría a 73,56 euros actuales. 20 AMG,
Ib., documentos núms. 78, 80, 83, 117. Entre los problemas para la compra del
solar se encontraba el recurso de reposición que presentó Consuelo Ariñez
Molina, esposa de José Veray Molinari, contra el acuerdo municipal de 4 de
julio de 1936. El presupuesto de la obra equivaldría a 889,73 euros actuales.
al Iltre. Ayuntamiento Pleno14. En consecuencia, el proyecto fue redactado
por Eduardo Laforet Altolaguirre, quien lo firmó en Las Palmas en diciembre de
193015, curiosamente, medio año antes del encargo oficial16. El 13 de enero de
1931 consta que se recibió Memoria, planos y presupuesto, documento que es
aprobado al día siguiente por la Junta Municipal de Sanidad, pasando también
el trámite del Ayuntamiento Pleno el 17 de ese mes y el de la Junta Provincial
de Sanidad, institución que lo aprobó por unanimidad el 7 de febrero
siguiente17. Superadas de forma rápida esas gestiones, aún quedaba un
escollo, ya que si el proyecto contaba con el visto bueno, aún no se disponía
del suelo para su construcción. En adelante, el expediente se centra en los
trámites legales a la compra del terreno en donde ha de ser emplazado dicho
edificio o a la expropiación forzosa si a ello fuera necesario para luego
proceder sin pérdida de tiempo a la construcción del mismo18. El solar
donde se había proyectado el edificio fue valorado el 16 de agosto de 1932 por
el ingeniero industrial Rafael Hernández Suárez, perito nombrado por el
Ayuntamiento de Gáldar, en 12.240 pesetas19. Esta estimación económica fue
aprobada en la sesión ordinaria consistorial del 2 de septiembre de 1932.
Después de unos años con pocas novedades, el alcalde Diego Trujillo
Rodríguez publica un edicto en 1936 para la subasta pública de la obra, con
un presupuesto de 148.039 pesetas20. Dado los costes y las dificultades
económicas, bajo administración republicana se plantea la simplificación del
proyecto para facilitar su ejecución. A los efectos, el 7 de agosto de 1937,
el alcalde dirige un oficio a Ignacio Cantero para encargarle la
modificación del Proyecto de Mercado suprimiendo todo aquello que represente
lujo y no responda a la práctica y necesidades de la población y
acomodándolo a la capacidad económica del Municipio. En el mismo documento
se aprecia un enfoque social, ya que se añade: Siendo esta obra una de las
que se destinan a solucionar el paro obrero, es urgente la inmediata
terminación del Proyecto, puesto que el pro 44 blema a resolver es de
aquellos que no admiten espera, por lo que ruego a V. la mayor urgencia en su
tramitación y entrega21. Pasan los años sin solucionarse el problema, y en
1943 se vuelve otra vez al proyecto inicial, pero se había perdido una parte
de su documentación, por lo cual el Alcalde le pide a Laforet, trece años
después, la memoria y el presupuesto. A esta solicitud el arquitecto responde
que no pudo encontrar los originales, añadiendo De todos modos es necesario
hacer un nuevo presupuesto a los precios actuales y una nueva memoria respecto
al empleo del hierro que entra en la construcción y demás requisitos que hoy
día exige la ley. A los efectos se ofrece para hacer los trabajos, previo
mandarme copia del acuerdo Municipal correspondiente por ser obligatorio
dicho requisito para entregarlo al Colegio de Arquitectos. El escrito termina
con la felicitación al alcalde por la iniciativa de construir al fin el
Mercado, que tantas ventajas y utilidad reportaría a esa Ciudad22. La obra
estaba prevista para un amplio solar de forma rectangular, con frentes hacia
tres calles. Los lados más estrechos daban hacia Capitán Quesada, la vía
principal de la ciudad también conocida por Calle Larga, y la plaza de los
Heredamientos, mientras su lateral recaía hacia la calle del Olivo, que más
tarde llevó el nombre de Jedaragua. Actualmente todo el espacio, el propio de
la parcela más el correspondiente a la última calle, está ocupado por la
plaza de los Faicanes, ya que la propuesta de Mercado de Eduardo Laforet nunca
llegó a ejecutarse. El proyecto está delineado a mano, con cada hoja
debidamente firmada por el arquitecto, y consta de varios planos a escala
1:100: emplazamiento, planta de cimientos, desagües e instalación de agua,
planta, fachada principal y posterior, fachada lateral, pozo séptico, sección
transversal (A. B.), armadura, puerta principal (detalle), mesas para la venta
de pescado (detalle), mesas para la venta de verduras (detalle), modelo de
tienda para las carnicerías, despojos, pollerías, etc.23 21 AMG, Ib.,
documento núm. 126. 22 AMG. Ib., documento núm. 127. La carta está datada el
20 de septiembre de 1943, en Las Palmas, y firmada por E. Laforet. 23 Ver nota
núm. 15. 45 Lám. 2.- EDUARDO LAFORET: proyecto de mercado, Gáldar (1930).
Planta general. Archivo Municipal de Gáldar. Se trataba de una obra compleja
que de haberse construido, redundaría en la recualificación urbana de la
calle Larga y del centro de la ciudad. En el edificio predomina la
funcionalidad, que viene facilitada por su ubicación céntrica y las
posibilidades que le ofrecía la parcela, con tres lados libres. En planta, el
recinto principal es un gran salón rectangular, con fachadas en sus lados más
estrechos, que ocupa la parte central del solar en un eje norte-sur. Al este y
oeste se adosan dos alas laterales paralelas, una a su izquierda que por la
irregularidad del solar sólo es apreciable exteriormente en la fachada
principal y no en la trasera, mientras la de la derecha mantiene su ancho
constante en ambos lados y constituye, al mismo tiempo, la fachada lateral
hacia la antigua calle del Olivo. La ancha nave, que recorre el espacio
central, está destinada a la actividad comercial. Presenta cuatro puertas
simétricas, tres de las cuales son los accesos directos al exterior, hacia las
tres calles que rodean la parcela y una cuarta que da paso al patio descubierto
lateral y urinarios de ambos sexos. El gran salón cumplido, presenta
perimetralmente treinta y dos puestos de distintas especialidades (dos de
gallinas, dos de despojos, tres de carnecerías, dos de 46 caza, dos de
lecherías, tres de ultramarinos, dos de frutas, tres de pájaros, dos de
flores, tres de pescado salado, dos de triperías, cuatro tiendas y dos de
cantina; algunas de las cuales poseen armario y sólo una con depósito), en
cada esquina se ubican otras dependencias (administración, repeso, veterinario
y servicio). La parte central está ocupada por dos rectángulos con
dieciséis puestos de frutas cada uno, entre los cuales están los ocho puestos
que pertenecen a la pescadería, formando un círculo; estos cuarenta y dos
puestos son abiertos. Con esta distribución, el recorrido interior queda
establecido por dos anchos pasillos alargados y cuatro transversales de tramo
corto, ofreciendo un ambiente claro, despejado y funcional. En el ala lateral
de la planta general del edificio se abren directamente, hacia la extinta calle
Jedaragua, un total de doce tiendas de tamaño algo mayor que las interiores,
con sus correspondientes accesos independientes, seis a cada lado de la entrada
lateral del mercado. Lám.3.- EDUARDO LAFORET: proyecto de mercado, Gáldar
(1930). Fachada Principal y posterior. Archivo Municipal de Gáldar. 47 El
proyecto ofrece la misma propuesta de fachada para el alzado principal, hacia
la calle Larga o Capitán Quesada, como el correspondiente a la plaza de los
Heredamientos. La composición se estructura en cinco calles verticales, tres
centrales adaptadas a la cubierta a dos aguas, y dos laterales de azotea plana
con pretil, mucho más bajas. El cuerpo central está enfatizado por su mayor
altura y su disposición a dos aguas, en el mismo se abre el acceso de arcada
de medio punto, sobre el que se colocan tres ventanales verticalizantes con
arcos peraltados, matizando además su jerarquía con el remate de perfil
escalonado que culmina en un mástil, elemento que otorga carácter oficial al
edificio. En el conjunto predomina la simetría y a cada lado del central
están sendos cuerpos, también de tratamiento vertical, adaptados cada uno a
la inclinación del alzado. Los huecos, al contrario que en la parte central,
son adintelados y se abren también al compás de tres a cada lado, los de
planta baja sobre el zócalo, mientras los altos se escalonan y van ganando
altura rítmicamente en paralelo al hastial. Las calles del imafronte están
separadas por pilastras cajeadas que culminan en merlones rematados en punta de
diamante, las cuales superan las marcadas cornisas que siguen las líneas de
las dos aguas del conjunto de la fachada. En general, impera una cierta
sobriedad, aunque hay varios motivos decorativos. Lo más ornamentado son los
paneles que recogen motivos vegetales, muy barrocos, que se colocan entre las
dos series de ventanales adintelados de los laterales y entre la puerta
principal y sus huecos superiores, donde campea un escudete que centra su
floresta. De la fachada destaca el acceso, del que existe un dibujo de detalle
a escala 1:20. El vano posee sendas columnas de fuste liso, levantadas sobre un
pequeño pedestal y base ática, con capiteles florales de posible estirpe
modernista, encima de las cuales voltea el arco, de sencilla rosca con clave
destacada, que se decora con dos escuetas guirnaldas a cada lado. El medio
punto es una pieza fija con cristales y varillas de madera, mientras la puerta
es de dos hojas, con barrotes 48 lisos de disposición vertical que presenta
motivos decorativos flotantes de carácter geométrico y mixtilíneo. Por lo
demás, el tratamiento del resto de las carpinterías es muy sencillo. La
fachada lateral tiene un despliegue mayor al corresponderse con el lado más
largo de la parcela. También está bajo una estricta simetría y desarrolla el
mismo diseño que la principal. Al no estar sujeta a la sección de dos aguas
de la fachada, está muy marcada por la horizontalidad de las líneas de
cornisas que separan los dos cuerpos superpuestos y pretiles de remate, la cual
queda rota por una secuencia de pilastras que verticalmente establecen el
ritmo. El orden simétrico está presidido por el cuerpo central del acceso,
muy similar al de fachada, quedando a cada uno de sus lados una serie de huecos
entre pilastras con la realación dos/cuatro, es decir dos puertas en planta
baja y cuatro ventanales en la alta, todos adintelados. Las pilastras con sus
remates marcan tres tramos a cada lado, con lo cual se abren seis huecos a
nivel de rasante y doce en el segundo nivel. La cubierta principal del edificio
es una armadura, con cubierta exterior de teja de cemento y amianto, que
debe tener similar planteamiento que la utilizada para el Teatro Lám. 4.-
EDUARDO LAFORET: proyecto de mercado, Gáldar (1930). Fachada lateral. Archivo
Municipal de Gáldar. 49 Lám. 5.- EDUARDO LAFORET: proyecto de mercado,
Gáldar (1930). Sección. Archivo Municipal de Gáldar. 24 ALEMÁN HERNÁNDEZ,
2008, págs. 309-310, vid. también pág. 304. Municipal y la sala anexa,
integrados en las Casas Consistoriales de la Ciudad. Aunque no se especifica en
los planos, la estructura debe ser metálica, mientras en los otros casos
citados son de madera. El proyecto, como quedó dicho, ofrece toda una serie de
detalles, relativos a los distintas tiendas y puestos, que seguro quedarían
mejor especificados en la memoria y presupuesto, perdidos en su momento. En
suma, el proyecto de mercado para Gáldar, de Eduardo Laforet, conecta por sus
características con la corriente arquitectónica que, dentro de la
multiplicidad de lenguajes imperantes en Gran Canaria durante el primer
tercio del siglo XX, propugna la potenciación de lo geométrico y un mayor
control de lo decorativo24. La iniciativa de construir este edificio fue
importante para la ciudad de los guanartemes, no sólo por el servicio que
prestaría a la ciudadanía, sino por lo que suponía de renovación
arquitectónica y revitalización de la calle 50 Larga25, de la que sería el
primer inmueble público. Como lenguaje, su marcada tendencia en la depuración
de las formas y sus escasos detalles ornamentales, no le quitaron el aire
oficial y retórico que le otorgaba la presencia del escudo y el mástil, a lo
que se sumaba el cierto corte eclesiástico que emanaba de la fachada principal
y su posterior gemela. El largo expediente denota las dificultades de la época
y la precariedad de las administraciones locales para poder afrontar sus
iniciativas. Finalmente, el proyecto de Laforet no se ejecutó y aunque años
más tarde (1945) se construiría la nueva recova en el número 29 de la
misma calle, ésta respondería a postulados propios de la época del
franquismo. La parcela que estaba prevista para la propuesta de mercado del
año 1930 es actualmente la plaza de los Faicanes. De todo el proceso, sólo
quedó la arquitectura dibujada y una amplia documentación. 25 Frente al solar
que estaba previsto para levantar el mercado, en septiembre de 1931, Miguel
Martín Fernández de la Torre firmó un proyecto de vivienda unifamiliar de
carácter racionalista, por encargo de Dolores Rodríguez Ruiz. El mismo
arquitecto, en 1935, proyectó otra casa para Josefa Bethencourt García. Los
inmuebles se conservan en la actualidad, con los números 3 y 8 de la calle
Capitán Quesada. Vid. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1999): La
modernización arquitectónica de la ciudad tradicional: tres proyectos de
Miguel Martín en Gáldar, en Arquitectura y Urbanismo de Canarias
(19681998), E.T.S. de Arquitectura, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria,
Las Palmas de Gran Canaria, págs. 177-181. FOTOGRAFÍAS: Juan Sebastián
López García 51