Noticia de un poema desconocido de Tomás Morales. [Depósito de José de Armas Díaz] por OSWALDO GUERRA SÁNCHEZ Universidad de Las Palmas de Gran Canaria NO ES FRECUENTE EL HALLAZGO DE TEXTOS MANUSCRITOS de Tomás Morales fuera del ámbito estrictamente familiar. La mayor parte de los que en las últimas décadas han visto la luz pertenecen o han pertenecido a los descendientes del poeta y se encuentran depositados en la Casa Museo Tomás Morales. La riqueza de este material (que se complementa con abundantes muestras iconográficas y de correspondencia, así como documentos de diversa índole) es de primera magnitud, pues permite a los estudiosos conocer directamente los entresijos del genio creador del poeta, así como determinados aspectos de su evolución vital. No obstante, Tomás Morales era una persona muy dada al cultivo de la amistad, no sólo en el amplio mundillo literario, sino también en otros ámbitos de su vida cotidiana, incluida la profesional. Por eso no es extraño que de vez en cuando aparezcan documentos en distintos archivos particulares que tienen relación directa con la vida y la obra del poeta. La mayoría de las veces se trata de escritos epistolares, pero en ocasiones aparece una copia manuscrita de algún poema que, según era costumbre en la época, el autor enviaría a algún conocido como símbolo de amistad. Es el caso del poema «Orfeo», descubierto en 2008 entre los papeles privados de la familia agaetense De Armas, texto que, pese a no estar firmado de puño y letra por Tomás Morales, es de atribución indudable a su pluma, no sólo por estar escrito en el soporte de una receta médica con membrete del autor, sino por lo inconfundible de los rasgos caligráficos que lo conforman. El poema debió de ser obsequiado por el autor a Francisco de Armas Merino, destacada personalidad del municipio grancanario de Agaete, y familiar directo de Leonor Ramos de Armas, esposa de Tomás Morales. EL TEXTO «Orfeo» se presenta manuscrito, como se acaba de adelantar, en el reverso de una cuartilla de 13 x 19 cms. extraída de un recetario médico. En el anverso figuran dos datos 88 fundamentales para dilucidar autoría y datación del poema. Así, en un recuadro situado en la parte superior izquierda de la cuartilla figura lo siguiente: «DOCTOR TOMÁS MORALES – MÉDICO – AGAETE – GRAN CANARIA». En cuanto a la datación existe, al pie del documento, el siguiente rótulo «Agaete [espacio] de [línea de puntos] de 191…». Ello indica que la copia no es anterior a 1910, más concretamente a julio de 1913, año en que, como se sabe, Tomás Morales gana la plaza de médico de familia en Agaete. Por otra parte, el cotejo de la caligrafía con otros documentos del autor permite afirmar su autoría. ORFEO Soy un pobre pastor: con mi rebaño Sesteaba a la orilla de la fuente, Cuando miré flotar en la corriente un instrumento musical y extraño Le puse al labio a ver como tañía, Lanzó un suspiro al soplo de mi aliento Y era tal la dulzura de su acento que el vuelo de las aves suspendía. … Todo callaba, hasta la clara fuente… Y al extinguirse dolorosamente la música en el aire, volvió el caño de la fuente a correr más armonioso Y hasta ví ¡un viejo lobo silencioso adormecido en medio del rebaño «Orfeo» es un soneto de estructura clásica. Está compuesto por dos cuartetos endecasílabos (ABBA y CDDC) y dos tercetos endecasílabos (BBA y EEA), con preponderancia rítmica melódica y sáfica. En tanto los dos cuartetos se separan entre sí y con respecto a los dos tercetos por una breve raya horizontal, no ocurre lo mismo con los dos tercetos, que aparecen en secuencia continua. 89 EL CONTENIDO Pese a que todos los indicios revelan que la copia es posterior a 1913, la forma y el contenido del poema sugieren una gestación anterior o, por lo menos, más sujeta al estilo del autor anterior a 1908, coincidente con la etapa de composición de las «Rimas sentimentales». A favor de esta hipótesis podemos decir que en toda la obra de Tomás Morales, pese a que el endecasílabo se encuentra con cierta abundancia, sólo hay un caso en el que se use para dar forma versal a un soneto, concretamente en el poema titulado «Final» [Otra vez a vivir pobre alma enferma…], que cierra las mencionadas «Rimas sentimentales» de Poemas de la Gloria, del Amor y del Mar, texto que incluso fue suprimido por el propio poeta en la edición definitiva de Las Rosas de Hércules. Como se sabe, en la inmensa mayoría de los sonetos Morales se servirá del alejandrino, no del endecasílabo. El soporte anecdótico mitológico hace pensar, no obstante, en una tendencia que iría en aumento en Tomás Morales en su etapa de madurez, como es la utilización simbólica de dicho material mitológico para revelar aspectos capitales de su propio pensamiento poético. En este sentido el poema guarda relación, incluso en el sugerente halo de misterio contenido en los dos tercetos finales, con el magnífico texto que cierra los Poemas de la Gloria, del Amor y del Mar («Final» [Yo fui el bravo piloto de mi bajel de ensueño…]), cuyo desenlace abierto es paralelo al de aquél. Así, el poema se apoya en el conocido personaje de la mitología griega llamado Orfeo, hijo de Apolo y de Calíope, de quienes hereda el don de la música y la poesía. Como es sabido, el poder de Orfeo emanaba del tañido de su lira, cuya música era capaz no sólo de embelesar a dioses y humanos, sino de adormecer a fieras y entes naturales. Sin embargo, como en otros poemas del autor, el elemento mítico se toma prestado anecdótica o fragmentariamente para dotar de cierta narratividad al símbolo que a Morales le interesa, por lo que el protagonista no será Orfeo en su relación con Eurídice, sino aquello que simbólicamente es capaz de emanar de la dimensión mítica 90 intrínseca del personaje: en este caso, el poder de influir en la Naturaleza mediante la música (léase aquí la poesía), para acercar dos elementos aparentemente contrapuestos, la belleza (que es justamente la música y, por ende la poesía) y la fuerza (que aquí está representada por el lobo). Es preciso recordar, en este punto, que ese es el objeto de la poética de Tomás Morales, según él mismo explicitó en varios poemas suyos, y que quedó claramente constatado en el «Canto inaugural» las Las Rosas de Hércules: «la conjunción suprema de la Fuerza y la Gracia», en alusión al mito central de su poesía, el de Heracles. El poeta, en esta sencilla composición, se ve investido por los poderes que el mítico Orfeo le proporciona al dejar olvidado su instrumento (no una lira, como era de esperar, sino un instrumento de viento) en el arroyo. El poeta, por unos instantes, es Orfeo. 91