EN SU ETAPA FIGURATIVA —hasta 1953 ó 1954— Manolo Millares realizó un extensa obra retratística; en ella se incluyen retratos de sus familiares —padres, hermanos—, de algunos amigos, y de distintos escritores que por una u otra causa atraían su atención. Las técnicas empleadas fueron el óleo sobre lienzo (en el que dejó espléndidos ejemplos como los retratos de Alonso Quesada y de Rafael Roca), pero la más común fue el dibujo a tinta china sobre papel. En esta faceta, su actividad aparece ligada a la publicación entre 1949 y 1951 de ‘Planas de Poesía’ una colección literaria que el mismo Millares cuidaba, junto con sus hermanos José María y Agustín, y el citado Rafael Roca. Eran volúmenes de corta extensión —32 pp.— y tirada —200 ejemplares, con la excepción del dedicado a Lorca, 500 ejemplares. Ahí aparecieron, entre otros, dos títulos inéditos de Alonso Quesada: Smoking-Room (una edición abreviada del libro de cuentos –la edición completa no se publicaría hasta 1972–) y Llanura, una pieza teatral estrenada en 1922, y Liverpool, de José María Millares. De los 18 títulos que publicó ‘Planas de Poesía’ más de la mitad fueron total o parcialmente ilustrados por Manolo Millares. De ahí procede el retrato de Guy de Maupassant, que figura en la portada del Homenaje a Maupassant (Plana num. 11) y el retrato de Federico García Lorca, inserto en la portada de Crucifixión, (Plana num. 9), una composición perteneciente a Poeta en Nueva York, y que por desconocimiento de los editores había quedado fuera de la primera edición del libro. El retrato de Maupassant es un dibujo a línea, escueto y firme, tomado de alguna fotografía del escritor francés; en el de Lorca, Millares colocó en torno al rostro del poeta asesinado la figura reiterada en distintas posiciones de un elefante. La presencia del animal no alude a ninguna sim- Millares retratista por LÁZARO SANTANA Retrato de Federico García Lorca, 1949 MANOLO MILLARES Tinta/papel, 25 x 20 cm Casa-Museo Tomás Morales 123 bología que aparezca en el poema; por lo que cabe deducir que su lectura debe hacerse en clave de lo ocurrido con el poeta en 1936, aplastado por la fuerza bruta de la rebelión militar. El tercero de los retratos, el de Alonso Quesada, estaba seguramente destinado a formar parte de El hombre de la pipa (Plana núm. 13) compuesto enteramente por retratos de Manolo Millares, precedidos de un texto de Enrique Azcoaga. El libro supone un explícito homenaje a Van Gogh, ya que todos los dibujos están hechos siguiendo la técnica de trazo cursivo, nervioso y enérgico de aquel artista. El retrato de Alonso Quesada que finalmente fue publicado en el cuaderno difiere algo del que figura en el colección de la Casa-Museo Tomás Morales, pero ambos presentan a un Quesada juvenil y no obstante serio, que ignoraba la poca vida que le quedaba por vivir. Millares debió sentir una especial fascinación por Alonso Quesada, pues además de estos dos retratos hizo otros dos, uno sobre papel que está reproducido en Smoking- Room yen Llanura (en paradero desconocido) y un óleo sobre lienzo, hoy en el CAAM. Retrato de Alonso Quesada, ca. 1949 MANOLO MILLARES Tinta/papel, 32 x 25 cm Casa-Museo Tomás Morales 124