PJUAN MANUEL GONZÁLEZ MARTEL Universidad Complutense de Madrid érez Galdós y Leal da Câmara. Un artista modernista portugués retrata y entrevista a don Benito en 1916 érez Galdós y Leal da Câmara. Un artista modernista portugués retrata y entrevista a don Benito en 1916 Leal da Câmara por Pedro de Rojas (1901) 1 Pangim, Nova Goa, India, 30.11.1876 -Rinchôa, Portugal, 21.07.1948. A Amado El-Mir, amigo desde la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Laguna. RESUMEN: En 1916, Leal da Câmara, el multifacético artista luso, en su segunda estancia en Madrid, entrevistó a Pérez Galdós, a quien conocía desde 1899. El novelista, ya viejo y ciego pero con su excelente memoria y lúcidas opiniones, y el pintor portugués, genial caricaturista, conversaron sobre la Gran Guerra, la neutralidad de España y los desastres del conflicto bélico. Durante la charla el dibujante hizo dos retratos de Galdós. PALABRAS CLAVE: Pérez Galdós, Leal da Câmara, Miren ustedes. Portugal visto de Espanha, Gran Guerra, retrato, caricatura, libro de viaje. En la primavera de 1916, el pintor Tomás Júlio Leal da Câmara1 se anima a visitar nuevamente Madrid, a los dieciséis años de su primera bohemia estancia, entre 1898 y 1900, en la capital española. Y lo decide gracias al encargo que le había hecho el periódico brasileño O Noite, que le solicitó unas crónicas con sus impresiones de la etapa social y política que España estaba viviendo como país neutral durante la contienda europea; y, en lo personal, para cumplir con los amigos que reiteradamente lo invitaban a volver unos días en Madrid, a donde llegó al fin del verano de 1898, tras aquella urgente decisión suya de abandonar Portugal cuanto antes por la amenaza de una orden gubernamental de destierro a territorios de ultramar, a causa de su activismo republicano en la prensa lisboeta con sus caricaturas antimonárquicas. 40 Después de una prolongada estadía europea, Leal da Câmara se había reintegrado definitivamente a Portugal en 1915, en plena Gran Guerra. Aunque ahora vivía en Oporto, había residido en París desde los últimos meses de 1900, con un intermedio en Lisboa, de 1911 a 1913, inmediatamente después de la proclamación de la República portuguesa. Lisboa, Madrid, París, especialmente la capital francesa, y Oporto y, de nuevo, Lisboa, habían sido las capitales principales del desarrollo y madurez de su obra artística: dibujo, caricatura, artes decorativas, pintura. MIREN USTEDES. PORTUGAL VISTO DE ESPANHA, 1917 Aparte del reencuentro con los amigos y la ciudad, en este nuevo viaje a España, la empresa editorial Prensa Gráfica, que conocía la novedosa actividad creativa en el cartel publicitario de Leal da Câmara2, cuando supo por José Francés que el artista portugués estaría en Madrid en abril, le invitó a dar una conferencia en el Ateneo de Madrid, pero el objetivo profesional que comportaba este viaje era su ocasional corresponsalía para el periódico brasileño O Noite. Las impresiones recogidas, sus crónicas y entrevistas, publicadas primero en prensa, fueron luego seleccionadas y convertidas en un libro de doscientas treinta páginas: Miren ustedes. Portugal visto de Espanha, que editó Lello & Irmâo en Oporto3. Aunque destinada al lector brasileño y portugués, por ser impresiones sobre España, el libro fue enviado a algunos periódicos y revistas y a los conocidos, pero no se vendió en librerías españolas. Y así, la obra de Leal da Câmara, perjudicada por la tensa discusión entre aliadófilos y partidarios de Alemania en la que seguía enfrascada la política, fue casi ignorada. Primero, el Gobierno español, con su ambigua neutralidad frente al conflicto europeo, no había posibilitado al cronista las informaciones requeridas ni le facilitó las entrevistas que hubiese deseado, y, una vez aparecido el libro, no gustó el enfoque ideológico de algunos de sus frontales comentarios políticos y ciertas aprecia- Cubierta de Miren ustedes. Portugal visto de Espanha (1917) 2 Melim de Sousa, Élvio, y Cardoso, Luís, 2008, “Leal da Câmara Cartazista”, Beira Alta, vol LXVII, Viseu, pp. 141-174. 3 Porto, Lello & Irmâo / Livreria Chardon, 1917. 41 ciones en sus semblanzas y entrevistas, en particular, sobre el conde de Romanones, el periódico ABC o sobre el entorno de los Borbones. No era una novedad. El republicano Leal da Câmara había sido censurado en España, especialmente por su producción de caricaturas, de acerada eficacia crítica, sobre la familia real española en L´Assiette au beurre. Así pues, los ejemplares remitidos a Madrid por el autor apenas consiguieron eco en la prensa, con lo cual, los libros que circularon fueron desestimados o quedaron en bibliotecas particulares. Curiosamente, en El Imparcial, periódico decantado hacia Alemania, aunque apenas le dedica nueve líneas, sin firma, en la edición del 23 de abril, es nota elogiosas, probablemente de un viejo amigo en esa redacción, en la columna de reseña de “Lecturas”: El notable dibujante Leal da Câmara acaba de publicar un interesante libro titulado Miren ustedes, y que contiene, además de varias caricaturas muy notables, interesantes narraciones de cosas españolas políticas, literarias y sociales, todas ellas de palpitante actualidad, y en las que campea el humorismo y el fino espíritu de observación del genial dibujante portugués. Y el malhumorado y duro rechazo del ABC, aparecido en página 8 del domingo 6 de mayo de 1917, que prometía una protesta que, luego, ni llegó a publicarse como réplica ni fue conocida, en el caso de que hubiese sido cursada por vía diplomática. En justa defensa.- Procedimientos indignos.-Llega a nuestras manos un libro, que el caricaturista portugués Leal da Câmara acaba de publicar en Oporto, con el título Miren ustedes. Portugal visto de Espanha. En él se injuria a nuestro diario en una forma indigna que ahora no comentamos como se merece porque esperamos para hacerlo a que el tribunal de honor de la Prensa madrileña, a quien sometemos este asunto, otorgue el fallo que co rresponda. Entonces se verá, quién merece el respeto del público, si ese súbdito portugués que, faltando a los más elementales deberes de toda persona bien nacida, quiere cubrirnos de lodo, o un periódico como el nuestro, que puede desafiar impunemente a todos los difamadores profesionales a que demuestren que sus acusaciones no son viles calumnias. Por tal suerte de Miren ustedes, una de las entrevistas contenidas, “Pérez Galdós”, con retrato del escritor, fue poco conocida y apenas figura reseñada en las bibliografías y no reproducida en las iconografías galdosianas. UN JOVEN CARICATURISTA LUSO OPINABA: “UN GRAN NOVELISTA […] QUE ESTÁ TRADUCIDO EN TODOS LOS IDIOMAS CULTOS MENOS EN PORTUGUÉS” Desde aquel otoño de 1899, a pesar de los inconvenientes madrileños primeros, Leal da Câmara fue siendo aceptado en el ambiente artístico y literario de la capital. Y como después de unas semanas, según las nuevas noticias recibidas de Portugal, ya no se presentaban tan estrictas las medidas policiales y se hablaba de amnistía, el alejamiento, con su proyectada inmediata ida a París, no le pareció tan urgente y se replantea con tranquilidad las fechas. Entrevistas algunas de las ventajas de unos meses en Madrid, hasta se permite bromear con sus fantasías sobre los ambientes culturales de París, comparándolas con las que estaba viviendo en la capital española; se preguntaba irónicamente, si llegaba a gente representativa en Francia, como Catulle Mendés, Jean Lorrain “e outros”, si no se trataría de "imbecilidades inferiores”... Pero, ciertamente, cuando soñaba con el salto a su París ideal, confiaba, en esa futura estancia parisina, con la caricatura y el retrato, y su discreta educación, en poder abordar a grandes nombres de las letras y del arte. En la espera, se conformaba: “Madrid no es París, pero en Madrid hay gente con tanto talento como en París”. Y cuando invocaba a esa gente de valía, el primer nombre en su consideración era el de Benito Pérez Galdós: 4 En cuanto llegó a París, demostraría que su proyecto era factible, como lo demuestra la extensa galería de sus retratos en L´Assiette au Beurre. 5 Colaborador de El Globo, Madrid Cómico o La Vida Literaria, donde ejercía de crítico literario y de novedades culturales. 6 1852-1923. Doctor en Derecho, de ideología republicana. Renunció a su acta de diputado a las Cortes, entusiasmado por el periodismo y la literatura. Admirador de Velázquez, y uno de los críticos pioneros en el interés por la caricatura moderna: Apuntes para una historia de la caricatura. [...] incluso hay gente que tiene más talento [que en París], como por ejemplo Galdós, un gran novelista a quien Zola llama maestro y que está traducido en todos los idiomas cultos menos en portugués o que, podría servir para exaltar el nuevo patriotismo mas que no será de manera ninguna para denostar a nuestra cultura. A continuación, menciona con igual valoración la presencia de Menéndez Pelayo, “un erudito de primer orden y un escritor admirable de fama universal”, ampliando que “por debajo de estos con mucho talento también están personalidades como Sellés, Pereda, Marcos Zapata, Picón”. Era gente que, en efecto, residentes en la capital, había tenido la ocasión de tratar, por lo que concluía que si lo habían aceptado como artista en Madrid, algo parecido podría conseguir en París: “todos ellos por la simple razón de ser personas bien educadas me reciben con suma distinción, como me recibirá esa gente en París”.4 UNA IDA DE LEAL DA CÂMARA A LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Una de las ocasiones en que vio a Pérez Galdós fue en la Real Academia. Julio Poveda5 confirma que fue al concurrido al edificio de la Academia acompañado del “genialísimo” Leal da Câmara. Ambos fueron a cubrir la información para el Madrid Cómico del acto de recepción académica de Jacinto Octavio Picón6, en 24 de junio de 1900. Si bien la caricatura de Picón hecha por Leal da Câmara fue la portada del Madrid Cómico del día 23 de junio, la reseña del acto del día siguiente apareció en la edición del semanario del 30 de junio, con el título “Recepción académica”, firmada por Poveda e ilustrada por Leal da Câmara, con cuatro caricaturas, firmadas, de académicos, Picón, Fernanflor, Silvela y Echegaray. [...] comisionados por la revista para que sacáramos una impresión artístico literaria de la solemnidad. Cuando llegamos, el salón estaba lleno de mujeres hermosas. 44 Leal y yo, que acabábamos de sufrir los rayos del sol, entramos con la lengua fuera; las señoras nos miraron con mucha curiosidad. Nos creyeron, sin duda, académicos. Poveda, tan curioso e interesado por el ambiente de la Casa como por el contenido mismo del discurso, que se centraba sobre la figura de Emilio Castelar7, afirmó que Jacinto Picón había estado “valiente, brioso, de amplio espíritu liberal que alegraba aquel recinto, donde apenas se han oído más que lamentaciones y místicas hipocresías”. Al tiempo, recrea el cronista, esbozadamente, con gran ironía, las actitudes de los académicos en el estrado, sus caras y gestos, ante las afirmaciones de Picón sobre la presión política y clerical de los conservadores y de la Iglesia. En las habituales permanencias, antes y después de esos discursos, en el vestíbulo del salón de actos o a la lenta salida, Leal da Câmara “sacaba punta” a unas cuantas “académicas” cabezas. De los apuntes tomados, el periódico únicamente eligió cuatro: 1. Jacinto Octavio Picón, con su largo bigote, de pie, leyendo su discurso, junto a mesilla con copa de agua.2. Wenceslao Fernández Flórez (Fernanflor), con la mano en la mejilla, en su sillón, “El elegante Fernanflor hacia in mente frases agudísimas de la docta —a trechos— Corporación y pensaba una crónica admirable que es lástima que no escriba. El delicadísimo cuentista en aquel momento creía como Daudet, que la palabra ironía es una hermosa palabra...”.- 3. Francisco Silvela, su busto, “estaba azorado como si escuchase un discurso de Romero Robledo. Tenía cara de aquello que le llamó Cánovas. Indudablemente, la cara es el espejo del alma y del cerebro. Y ahora que hablo de tontos, recuerdo [...]”.- 4. Y a Miguel Echegaray, sentado con las piernas cruzadas. Entre los asistentes, Poveda menciona a Pérez Galdós. Efectivamente el novelista asistió a esa sesión académica. Aparte de su estrecha amistad de Galdós con Picón, le correspondía en aquella ceremonia, por reglamento, desempeñar la función de “cabestro”, junto con Emilio 7 Discurso de recepción de Jacinto Octavio Picón. Madrid, Establecimiento Tip. de Fortanet, 1900. 45 Cotarelo, introducir y acompañar al recipiendario hasta el estrado, junto a sus nuevos compañeros de institución, por haber sido el penúltimo de los académicos en leer su discurso: “Los ojos de chino de Galdós, revelaban doloroso esfuerzo; parecían repetir aquellos versos que D. Diego Tenorio dice al entrar en la hostería, para explicar su presencia en mansión tan viciosa...”. Así pues, también por parte de lo observado por Leal da Câmara pudo haber un dibujo, un apunte caricaturesco, del novelista canario, captado sin esfuerzo en los metros del paseíllo sobre la alfombra académica del vestíbulo y en el salón de actos o durante larga hora en que permaneció sentado en el estrado. Pero, Madrid Cómico redujo el espacio de la reseña, por lo que no se publicaron todos los bocetos del portugués, ni hay rastro alguno de tales posibles otros monigotes. Ni del de Pérez Galdós, ni tampoco los de Mir, Sellés, Valera (quien había escrito el discurso de contestación, pero que por su ceguera fue leído por Menéndez Pelayo), Catalina, Liniers, Pidal, Núñez de Arce, Commelerán o Menéndez Pelayo, que son los académicos citados en la reseña. Concluye Julio Poveda la crónica, con irónico quiebro, generalizando sobre lo anodino del ambiente académico no sólo de la Corporación española sino también apuntando a la equivalente institución lusa, atribuyendo el comentario a Leal da Câmara. Recoge las últimas frases del perspicaz Tomás Júlio, “portugués de buena cepa”, que salía decepcionado porque no había hallado más fisonomías inspiradoras en aquel tradicional entorno: Leal, portugués de la buena cepa, me dijo al salir: —Chico, he notado que en España los académicos tie nen fisonomía vulgar, como los demás hombres. En Por tugal, los académicos nacen con cara especial. Se les cono ce desde la infancia. —No sigas. Fíjate en la cara de [Francisco] Commele rán y dime si aquí no nacen también con el rostro ad hoc!... —le contesté con verdadero orgullo. Leal da Câmara por Francisco Sancha en la cubierta de Madrid Cómico, 1899 8 El popular matador no aceptó; por medio de uno de sus banderilleros, respondió: “¡El maestro es por la neutralidad!” 9 Estrenada en el Teatro Infanta Isabel en 1 de diciembre de 1915. Galdós había asistido al estreno. muestra de sus carteles, así como algunos dibujos de temática variada, había sido divulgada en revistas ilustradas. ENTREVISTA CON EL ESCRITOR CANARIO En Miren ustedes, tras un primer largo capítulo con las impresiones del viaje de Oporto a Madrid, “A caminho da Espanha”, con una frustrada charla con el torero Joselito, que había tomado el mismo tren en la estación de Medina del Campo —Leal da Câmara pretendió conocer su opinión sobre la guerra8—, se presentan las dos primeras entrevistas: al institucionista, de formación alemana, José Castillejo, catedrático de Derecho Romano en la Universidad Central, cuyas declaraciones aportaban una personal explicación histórica del porqué de la neutralidad española; y a Álvaro de Figueroa, conde de Romanones, portavoz, como presidente del Consejo de Ministros, de la posición gubernamental frente a la guerra en Europa. A continuación, la opinión de Benito Pérez Galdós, quien era para Leal da Câmara sobre todo el autor de los Episodios Nacionales, sagaz intérprete de la historia de España. Un rencuentro con quien había respetado, como liberal republicano y como novelista y dramaturgo, desde que lo conoció, “há dezoito anos”. Para Leal da Câmara la opinión del escritor, como aliadófilo y simpatizante del compromiso de Portugal ante la guerra, era fundamental. En el plan de trabajo de Leal da Câmara, metido a periodista, era primordial escuchar a Galdós, cuyo prestigio, bien cimentado, lo acreditaba, a pesar de sus dificultades, la misma actualidad literaria de la que gozaba en 1916 con el estreno, en el pasado diciembre de 1915, de Sor Simona9; con las representaciones de El Tacaño Salomón, en el reciente febrero; con la noticia de que los Quintero habían concluido la adaptación teatral de Marianela o por la curiosidad despertada por las entregas de Memorias de un desmemoriado que publicaba La Esfera. Escribe Leal da Câmara: [...] que, apesar de velho e ceego, soube há pouco ainda escrever Sor Simona, retrato soberbo de mulher que 48 se destaca na série já longa de tipos galdosianos e de uma frescura de concepção e de uma intensidde literária que a juventude moderna, com a sua estética decorativa, não conseguirá ultrapassar e talvez mesmo igualar. [...] Os seus livros tiveram a justa nomeada que êles merecem e a Espanha consagrou como um génio nacional, aquele quedescrevera tão altamente os episódios históricos da nação espanhola. [...] O Mestre prepara um trabalho sôbre la guerra intitulado Pesadêlo sem fim e composto de vários artigos a que êle chama Memórias de um desmemoriado. El artista portugués consideraba a don Benito una de las máximas personalidades, por su civismo y autoridad cultural, del ámbito hispánico; para divulgar en Brasil la opinión de quien manifestaba sus simpatías por los países aliados, y que mantenía, en estos álgidos meses del conflicto bélico europeo, su admiración por la cultura que Francia representaba. Para Leal da Câmara, efectivamente, la opinión del prestigioso escritor, como francófilo y simpatizante del compromiso de Portugal en la guerra, era indispensable. HACIA EL BARRIO DE ARGÜELLES, A LA CASA DE DON BENITO Acordada la visita por alguno de sus amigos, Pérez Galdós, recién llegado de Huelva, donde había estado la tercera semana de marzo con la compañía de teatro de Thuillier, aceptó de buen grado ver al caricaturista portugués. Para Tomás Júlio, que siempre se había movido por el centro madrileño, Argüelles era “barrio distante”, a pesar de que ya en 1916 el distrito había crecido y la calle Princesa, que lo vertebraba, había sido muy mejorada. Um coche de punto levou-me, através Madrid, até ao barrio distante de Arguelles, ao pé da Carcel Modêlo, onde mora o grande historiador espanhol Don Benito Pérez Galdós. Allá se acercó, en busca del hotelito, de fachada de estilo arabesco en la calle Hilarión Eslava, esa vía que al visitan 49 Pérez Galdós por Leal da Câmara (abril de 1916). Dibujo que ilustra Miren Ustedes (Porto, 1917) te podría resultar solitaria, comparada con las del centro. En la puerta, un timbre. O autor dos Episodios Nacionales vive num palacete cuja arquitectura tem reminiscências mouriscas, ao fundo de um jardim feito à maneira dos pátios da Andaluzia, decorado con azulejos espano-árabes, tendo ao centro um tanque hexagonal de onde esguicha um fio de água que o vento leva a pulverizar os vizinhos canteiros. Uma amendoeira escandalosamente florida impregna o ar de aromas primaveris. A porta da casa de Galdós é chapeada de cobre rutilante como a entrada de un palacio moiro. El dibujante se fijó en que, cruzado el estrechísimo jardín, con ese almendrero florido, ya ante la puerta interior de la casa, se accedía, primero, a un hall y, luego, a una habitación entre recibidor y escritorio. El portugués, tan curioso, también con intereses artesanales por el mobiliario de interiores, miró todo lo que rodeaba al escritor que lo esperaba. “Galdós recebeu-me familiarmente, sentado en un fauteil, no seu quarto de cama”. O salão e as escadas estão cheias de recordaçoes de arte; de pinturas, de desenhos, de velhos pergaminhos, de esculturas, de estôfos, de retratos de Pérez Galdós e de frescas aguarelas. Leal da Câmara, advertido sobradamente por sus amigos, por “um íntimo do ministro” Julio Burell, y por lo leído en la prensa, llegaba preparado. Le habían dicho que el maestro, con tantas pasadas preocupaciones económicas, su ruina, y aquella primera indiferencia, rayana en ingratitud, había envejecido mucho. Galdós chegou a gozar, há anos, da integralidade dos eu trabalho. [...] Os livros vendiam-se e Galdós dirigia, com farto proveito, a sua própia casa editorial. Mas, se o escritor era genial sôb o ponto de vista dda concepção e da maneira de encarar os acontenimentos passados, não conseguia chegar à modesta altura de um simple mercieiro no que se refere a contas e a economia. Desta lacuna, resultaram dívidas complicadas com a praga dos usurários que envenenaran a vida do pobre Galdós. Os desgostos e uma situação difícil isolaram a pouco e pouco o querido mestre, e a habitual tranqùilidade e a expressão admirativa a que estava acostumado, desapareceram como que por encanto. Galdós arrùinado, sofreu, envelheceu e, por fim, a vista foi-se-lhe apagando insensivelmente. Eram raros os fiéis à sua beira e tal vez nenhum lhe trousesse senão a saùdade amargurada de um passado que êle preferiria esquecer... [...] Masis tarde a ingratidão nacional, envergonhada, aarrependeu-se do abanôno em que deixara a seu glorioso escritor e uma subscrição pública foi aberta para dar rendimentos a Pérez Galdós. UN ARMONIOSO Y AMISTOSO ACENTO LUSO, TODAVÍA RECONOCIBLE Con efusivo saludo, el maestro le asegura que lo recordaba, dándole las gracias por su visita. A Leal da Câmara tal cortesía lo conmueve, y, complacido, en correspondencia, subraya la “memória prodigiosa” del novelista. Galdós, que le estaba esperando, “lembrava-se do meu nome, de vários desenhos e de legendas que eu publicara em Madrid há dezoito anos”, lo que remite a una vieja presentación y a cierto trato personal entre 1898 y 1900, y que lo reconoce por la voz; y además de esa identificación por su acento luso, sobre todo le emociona que el escritor [...] como os cegos de Maeterlinck, que estendem as mãos à noite para sentirem se há luar, êle segurou-me no braço e procurou, como a aqùidade estranha e quási trágica dos cegos, tomar conhecimento, pelo tacto, da diferença que eu fazia do tempo em que estivera em Madrid. Da cuenta a sus lectores en qué había consistido el fracaso del negocio editorial y sus consecuencias, comentado en seguida que había sido Alcaín López, su abogado, quien al fin había logrado encaminar los asuntos materiales del maestro y evitó lo que tuvo visos de ruina económica, y, cómo, al fin, surgió una corriente de solidaridad hacia el escritor. Asunto, y de ahí la explicación en la crónica de O Noite, que aún no estaba resuelto del todo. Al poco, en efecto, se conoció, otra reacción a favor de Galdós, en la que se habló otra vez de la situación económica del escritor, y, al tiempo, se hizo una cierta relectura de su obra, en referencia a la guerra en curso, como defensora de libertades. En la misma semana de mayo en que Leal da Câmara todavía estaba en Madrid se conoció la noticia del homenaje a Galdós en Bilbao, ocasión que se aprovechó para llevar al novelista y en la que se volvió a poner en escena la obra La loca de la casa, convertido, a su vez, en acto político, pidiéndose, en libre interpretación del texto galdosiano, para defender el liberalismo en relación con la obra, combatir la guerra y pedir que los pueblos, en clara posición aliada, se unan para defenderse de las invasiones. PÉREZ GALDÓS, LUSITANÓFILO Las opiniones sobre la guerra europea fueron lo primordial, y bien anotadas, en la entrevista. A pesar de su poca extensión, comparadas con otras reflexiones de Galdós sobre el conflicto europeo —artículos a los que él mismo remite a su visitante portugués—, la acaparadora actualidad de 1916, destaca, por ser declaraciones para un periódico luso, su apoyo a la decisión portuguesa de combatir en el campo aliado. Sobre la actitud de Portugal, que encontraba “admirable”, Galdós da carta abierta a Leal da Câmara para poder “fazer-me dizer, no seu jornal tudo quanto quisser, [...] Tudo quanto se faça para ajudar [...] Tudo, menos ser germanófilo”, posición que consideraba que había sido asumida no sólo por ciertos sectores del clericalismo retrógrado o del absolutismo sino por personalidades “ de alta mentalidade”. La germanofilia española la explica, porque temos opiniões tão várias como ardentes sôbre o que diz respeito ao exercício das armas, mas nao temos armas, nem indústrias militares que as produzam com a abundância de que resulta a eficácia estratégica. [...] Os nossos governos só se lembraram há meio séulo do que é secundário e esqueceram o primordial. Temos por isso de sofrer imensas contrariedades e alguns desenganos e revéses antes de posssuir un exército à moderna. En esta observación, en esta carencia, basa Galdós una de las razones prácticas de la neutralidad española, el por qué “nossas opinioes a favor dos aliados podem ser ardentes, mas teem de ser puramente platónicas”. Y sus interrogantes más generales giran en torno a lo que se entiende por modernización y barbarie, sobre el futuro de Europa, tras la “epilepsia guerreira”, de la misma humanidad. Infelizmente Espanha leva no seio a doença da opinião dividida que obriga a não poder oferecer a nenhuma das nações beligerantes o seu apoio militar. Mesmo aqueles que, como eu, teem ardentes simpatias pelos aliados, são forçados a conformar-se na observação da mais esquisita neutralidade. [...] Mas na contextura desta opinião espanhola, de germanófila não há nem lógica nem sentido comum. Nem mesmo entra na sua estructura um pouco de afinidade religiosa. [...] Se há uma afinidade, só a podemos encontrar na razão política. O imperio da fôrça bruta com as conscienências adormecidas e as inteligências apagadas. OTROS EXTREMOS DE LA CONVERSACIÓN En esta visita se hace referencia a la estrecha amistad entre don Benito y Rafael González “Machaquito”, mencionándose a “uma filhinha”, una de las cinco hijas de “Machaquito”, Rafaelita, su ahijada, a quien casualmente oyó tocar el piano Benito Pérez Galdós por Leal da Câmara, 1916. Casa Museu Leal da Câmara en Sintra (Lisboa) aquella tarde. Motivo para destacar la afición del novelista por el armonio y su preferencia por la música de Beethoven. Machaquito uma filhinha cuja educação era defícil por causa dda vida nómada do toureiro. Esta filha foi confiada a Pérez Galdós que vive, há anos, na adoraçao dessa criança, —hoje quási uma mulher— e que dulcifica a vida íntima do pobre velho. [...] O som musical de um piano começou a ouvir-se numa sala vizinha. Dedos hábeis tocavam uma fuga de Bach. Pérez Galdós parou de conversar. Voltou a cabeça para o lado de onde vinha o som e quedou embevecido. —“Que bem toca, não é verdade? Não pode imaginar os progressos que ela está fazenco...” Aunque no ha quedado constatado, nos atrevemos a adivinar que entre lo comentado, Galdós le preguntó por su obras, tocándose el tema de la caricatura, manifestando su propio interés y hasta práctica, desde sus años mozos, por la viñeta satírica y la caricatura. DOS RETRATOS DE PÉREZ GALDÓS EN EL CARBONCILLO DE LEAL DA CÂMARA De ese encuentro con Galdós de Leal da Câmara en 1916 lo destacable es el testimonio gráfico. El primero, en Miren ustedes: un retrato de Galdós, de sólo 7 x 5´5 cm, para ilustrar el comienzo de la entrevista al maestro. Y el segundo, un espléndido original, firmado, muy parecido a la ilustración aparecida en el libro, el cual, recabada información pertinente de la Casa-Museu de Leal da Câmara, consta inventariado como Retrato de Benito Pérez Galdós’; 1916; carvão e pastel sobre papel; 38,8 cm de altura x 40,8 cm de comprimento; N.º de Inventário-Geral o 108/PIN/1993 un carboncillo con toques de pastel de color azul, para algunos perfiles del sillón, y de pálido color rosa para iluminar suavemente los dorsos de ambas manos y, en sus pies, las zapatillas. Si la impresión de este original se lo compara con la que proporciona la ilustración, de reducido tamaño, de Miren 54 ustedes, con su marcada y simplificada línea, y la ausencia de los tonos de los rasgos y difuminados del carbón y los trazos de pastel, se constata que el resultado de la ejecución es distinto. Efectivamente, aunque muy parecidos en su concepción, ciertos detalles revelan que son dos versiones o, si se quiere, dos bocetos diferentes. El primero presenta una orientación ligeramente distinta del rostro, sin el acabado de las piernas cruzadas —el pie izquierdo desaparece—, y, en la colocación de las manos, ¡ahora Galdós está fumando!, su derecha sostiene un tabaco puro, que humea, que lo hacen diferir del original conservado. Son dos de los bocetos que tuvo tiempo de trazar durante la visita, y, probablemente, uno de ellos podría haber sido perfeccionado posteriormente, con más tiempo. El elegido para el libro, así pues, quizá fuese el primero de los realizados; por sus simples características se tuvo por más práctico como ilustración. En este dibujo, que su reproducción de imprenta simplifica, hay además cierto toque de inmediatez —quizá el que Galdós esté fumando—, que llevó a elegirlo para acompañar la entrevista. El dibujo original, en cambio, de ejecución técnica más elaborada, gana en emoción. En ambos casos, su tratamiento los aparta de la caricatura. Y si bien su familiar planteamiento los vincula al resto de la conocida iconografía gráfica y escultórica del escritor de sus últimos años, por la fecha de su ejecución se adelanta en algo a la ennoblecida definitiva imagen de Pérez Galdós fijada genialmente, en bocetos o escultura definitiva, por Victorio Macho. En cuanto a la particularidad del retrato de Benito Pérez Galdós, tanto en comparación con el resto de las caricaturas —Joselito, José Castillejos, conde de Romanones, Jacinto Benavente, el general Burguete10— que ilustran el libro como la galería de las elaboradas en esa misma etapa de su obra, entre 1910 y 1917 —destacamos la de Valle Inclán11 o la de Luis Bonafoux, por haber sido muy conocidas por el lector español gracias a la revista La Esfera—, se diría que es el único retrato que, por la forma en que capta 10 Empleó algunas fotografías, cuando no pudo hacer dibujo del personaje (Alfonso XIII, Polavieja, Santiago Rusiñol o Amadeo Vives), con dos amigos cercanos: la de José Francés (Silvio Lago) y la que le hicieron a Valle-Inclán y a él mientras conversaban. 11 González Martel, Juan Manuel, 2009, “Leal da Câmara y Valle-Inclán: un testimonio epistolar sobre sendos lances de honor en 1899”. Madrygal, 12, 25-36. 55 al novelista, de cuerpo entero, encajando su figura sentada en el sillón, cual inevitable marco que revela las dependencias físicas del maestro, y no sólo el rostro tal como es el tratamiento de los mencionados, posee más entidad entre las ilustraciones de Miren ustedes. La observación de este retrato de Pérez Galdós revela los matices, de voluntad realista, de la íntima y última impresión del artista al enfrentarse en aquella tarde con la vejez del maestro. Paso del tiempo en la figura don Benito que interpreta, con trazo rápido de posible tímido apremio ante su ceguera, la rendida postura de su figura encajada en el protector sillón azulado: rostro, marcado, sin apenas mirada tras los oscuros cristales; línea de su boca que invade el bigote; ambas manos, en reposo, con luz de ligerísima coloración rosácea que apenas; las delgadas piernas cruzadas; bajo la alta pernera, la cómoda intimidad de los pies en zapatillas. En fin, un delicado, envejecido y familiar estar de don Benito que a pesar de la edad avanzada, la ceguera y las monotonías de la reclusión casera, sigue ágil en el recuerdo y de apasionada opinión, pudiendo aún gritar juvenilmente su parecer, como apuntará Leal da Câmara, cuando los asuntos tratados derivaron hacia los desastres de la guerra, sobre los muertos habidos y aquellos que habrían de morir —”¿Será isto mais que uma guerra, um suicídio da humanidade [...]?”— y sus razones políticas. Poco visto aún en España, este dibujo, que figuró en la Exposición de 1947, en la retrospectiva de la obra de Leal da Câmara organizada por la Sociedade Nacional de Belas- Artes de Lisboa como homenaje al artista, únicamente, en fecha reciente, gracias a los acertados criterios de João Élvio Melim de Sousa, director de la Divisão de Museus Municipais da Câmara Municipal de Sintra, se ha posibilitado que tal dibujo fuese seleccionado para presentarlo en la Exposición “Suroeste”, entre las obras cedidas para ilustrar las relaciones literarias y artística entre Portugal y España (1890-1936), en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, Badajoz, de abril a mayo de 2010. TAL VEZ EN 1944, OTRO PASEO… ALLÍ “BEIJEI A MÃO DO MESTRE” En 1920, al conocer por la prensa lisboeta la noticia de la muerte de Pérez Galdós, el 4 de enero, seguro que Leal da Câmara, evocando tanto aquel fin de siglo madrileño como, especialmente, aquella charla que mantuvo con don Benito, mientras dibujaba su figura en abril de 1916, tuvo un emocionado pensamiento para el maestro. Si veintiocho años más tarde, en plena posguerra, en su última visita a Madrid, se le ocurrió a Leal da Câmara pasear con su mujer, Júlia Azevedo, por Argüelles, zona que había sido muy castigada por la artillería durante la toma de la capital por las tropas de Franco, para ver el renovado aspecto del distrito del que tanto presumía la prensa oficial con las edificaciones en los nuevos bulevares, recordaría que en aquel arranque de Princesa con Hilarión Eslava estaba la casa donde había visitado a Galdós en 1916. Mas la sorpresa ante su degradada fachada debió menguar mucho más sus recuerdos, ¡la mitad de sus amigos, muertos o exiliados! en este 1944, y sin esfuerzo le vino a la mente que allí, al despedirse, “Beijei a mão do Mestre”. Leal da Câmara que había ido convirtiendo su propia casa de Rio de Mouro, en las cercanías de Sintra, y en plena campiña de la hermosa região saloia, en un acogedor hogar donde había reunido sus recuerdos y toda su obra —en la actualidad, cuidadísima realidad museística del patrimonio artístico de Portugal—, veía ahora aquel palacete del novelista de los Episodios Nacionales completamente abandonado, casi destruido. E impresionado, hubiese rubricado, con igual nostalgia, lo que hacía pocas semanas otro amigo, Emilio Carrere, que vivía a tres pasos de allí, había escrito en el periódico Madrid 12. La casa de D. Benito, en la calle Hilarión Eslava, desde que él murió, parecía la casa maldita. Muros requemados, con los ojos huecos de sus ajimeces sin cristales; Paredes descascarilladas y techumbres hundidas. El árbol solitario Benito Peréz Galdós en Cubierta de Blanco y Negro, 1920 de un jardinillo mustio asomaba por encima del muro un 12 Madrid, 8.03.1944. 57 penacho de verdor y caía sobre la lápida, donde un alto relieve evocaba la noble cabeza del gran novelista. Como un siempre verde laurel sobre su recuerdo... La casa en ruinas está acoquinada entre casa altas y sin carácter. [...] Fue el rincón de la ancianidad, de la ceguera y de la despedida lenta. [...] Desde que D. Benito murió, su casita se fue desmoronando. La revolución [la Guerra Civil] remató la devastación. Nadie vivía en ella; [...]. En los últimos tiempos, tras de la guerra, estas ruinas fueron refugio de vagabundos.