JONATHAN ALLEN Contemporaneidad y cosmopolitismo Universidad de Las Palmas en
Canarias (1890-1920) de Gran Canaria LAS TRES PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO
VEINTE catalizaron en Canarias los procesos y manifestaciones de la modernidad
que tardíamente marcaron el siglo diecinueve. El boom marítimo-comercial que
resitúa a las islas en el mapa internacional de las rutas intercontinentales
con la consiguiente demanda e implantación de servicios, la revolución
productiva que cambia la faz de los sistemas agrícolas tradicionales a favor
de sendos nuevos monocultivos (plátano y tomate), la concentración de
población en los centros urbanos y comarcales, el desarrollo del crédito
local y de la economía internacional mediante las sucursales de bancos
extranjeros en las dos capitales introducen hondos cambios y niveles de
prosperidad que permitirán a la sociedad canaria capear sucesivas crisis de
reestructuración interna y coyuntura exterior adversa. El multiculturalismo,
inherente a la historia del archipiélago, florecerá en un cosmopolitismo que
afectará a las artes plásticas, la arquitectura y la población, pues los
matrimonios entre canarios y europeos se intensifican en Gran Canaria y
Tenerife a partir de la década de 1880, regenerando el tejido social de la
burguesía más avanzada. La nueva velocidad del transporte marítimo
supondrá, en general, la alineación de la creación artística y literaria de
Canarias con los respectivos modelos continentales más el flujo relativamente
rápido de ideas e ideologías y de todos sus productos (libros, estampas,
fotografías, catálogos). Asimismo, esta velocidad que incrementará
según se perfeccionan las máquinas marinas y su propulsión (suplantación
del carbón vegetal por el petróleo en la producción de una energía
mecánica más eficaz), abrirá las 59 Cubierta del álbum fotográfico Las
Palmas Canarias. Frobenius Soc. An., Bâle (Basilea), Suiza, para Fotografía
Alemana, ca. 1925-1927 puertas a vivencias y carreras internacionales, sin
olvidar a las compañías nacionales e internacionales de ópera, música y
teatro, que tenderán a recalar en las capitales Canarias antes de proseguir la
gira americana. Las nuevas tecnologías del diecinueve incidirán sobre otra
clase de velocidad, esta vez, los ritmos y límites de horarios domésticos
y productivos, flujos territoriales y sistemas de trans porte. En 1893,
canalizando un salto de agua de ciento dieciséis metros que moverá una
turbina generadora, la Fábrica Electrón en el Barranco del Río de La Palma
suministrará el primer fluido eléctrico a un circuito limitado de calles
centrales y viviendas que irán paulatinamente contratando bujías a los
precios estipulados por las sociedades inversoras. Le siguen a este esfuerzo
fundador distintos conatos y servicios Arucas (1895), Las Palmas de Gran
Canaria (1899), Santa Cruz de Tenerife (1900). Se aprovechará los sistemas
autógenos de fábricas, la fuerza eólica y el agua para proveer de un
incipiente alumbrado a villas y capitales. La electricidad inicia en esta
década umbral su lenta transformación de la vida insular, aunque la
belmontina, el petróleo y la vela seguirán vigentes durante tres cuartas
partes del siglo veinte. La urbe que Tomás Morales celebra en Canto a la
ciudad comercial (1917), es precisamente este tejido rápidamente elaborado a
partir de unos precarios retales decimonónicos. Las primeras fábricas o
estaciones de generación eléctrica aglutinaron capitales extranjeros y
locales. En Tenerife, serán belgas y después alemanes, en Gran Canaria
ingleses y norteamericanos, en un patrón que refuerza la hegemonía de la
inversión exterior frente a la modicidad de los capitales internos, que no
obstante, son capaces ya de aparecer en el mercado y tener influencias. Similar
situación se observará en el desarrollo de la banca y el crédito; el
establecimiento de poderosas firmas foráneas no monopoliza 60 rá el mercado
ya que surgirán bancos autóctonos (la Banca Quetgles), y bancos nacionales
que reforzarán las ofertas financieras (Banco de Crédito y Banco
Hispano-Americano). La fundación de las Cajas de Ahorro (Santa Cruz de
Tenerife, 1911, Las Palmas de Gran Canaria, 1913), iniciarán procesos de renta
y previsión de un gran alcance social cohesivo y estructurante. Manuel
González Méndez, el artista más laureado e internacional del siglo
diecinueve, es el adalid de esta cohabitación cultural. Esto significa que
Méndez podrá ser parisino y santacrucero a la vez, tener residencia en París
y Santa Cruz de Tenerife, exponer regularmente en el Salon, celebrar una
importante individual en la Galería Georges Petit y ejecutar trascendentes
proyectos murales en su patria atlántica, como lo fueron el ciclo de pinturas
históricas que ornan las paredes de El Parlamento Canario en Santa Cruz de
Tenerife o los cielos de El Salón Dorado de El Gabinete Literario de Las
Palmas de Gran Canaria. El siglo diecinueve hace de Méndez un difusor pionero
de la contemporaneidad en el sentido más completo, que implica la
simultaneidad geográfica de la creación artística. Ser reconocido y
cotizado, criticado favorablemente en casa y fuera, ilustrar cuentos,
novelas y revistas en ambos países, ser bilingüe y, por tanto, lector directo
de dos ricas tradiciones literarias, enriquecerse de la cultura política
liberal y progresista francesa y trasladarla civilizadamente a su vida y a sus
compatriotas tinerfeños y palmeros. El anverso del caso Méndez, o sea el
reflejo continental- canario, es sin duda el largo y correspondido romance
insular de Camille Saint-Saëns, genial compositor y maestro que durante el
último tercio del diecinueve e inicios del veinte realiza estancias las Islas.
Saint-Saëns, retratado con todo honor y pompa por Méndez en 1900, y unos
años después por Rafael Larena-Avellaneda (versión que se acerca mucho más
a la esencia bohemia y creadora del hombre), sintetiza su experiencia
atlántica en una serie de composiciones, que a su vez reflejan lazos de
amistad y afinidad con músicos canarios. Además del famoso violinista y
virtuoso Cubierta de Gente Nueva, nº 68. Santa Cruz de Tenerife, 30 de marzo
1901 lista de 1935, la persona y las iniciativas editoriales de Eduardo
Westerdhal (Gaceta de Arte), de la tolerancia y pujanza de las publicaciones
culturales entre 1899 y 1929, impulsoras de una modernidad regional que aún no
se ha evaluado en su justa medida. La histórica apertura de Canarias hacia lo
extranjero y los extranjeros, que podemos contrastar con periodos y focos de
endogamia social, se acrecienta en las décadas iniciales del nuevo siglo. Las
elites isleñas e insulares se encuentran y conocen en determinados espacios y
ambientes. Los matrimonios entre jóvenes canarios y europeos dan lugar a una
renovación del tejido generacional y a grupos que sintetizan y aúnan
influencias: anglo-canarios, franco-canarios y germano-canarios especialmente.
El cosmopolitismo se producirá fluida y constantemente, aún durante la
inhibición de la Gran Guerra, en los hoteles palaciegos, como el Hotel
Metropole y el Santa Catalina, el British Club, el Club de Golf de Bandama (el
decano de España), el Hotel Quisisana, el Gran Hotel Taoro. Este último será
el primero equipado con fluido eléctrico, y sus dimensiones y lujo lo
convierten, junto al famoso Reids Hotel de Madeira en uno de los grandes
complejos hoteleros del Atlántico Medio. Durante la Gran Guerra (1914-1918),
la sociedad canaria se pronuncia a favor de uno u otro bando, pro-alemán o
pro-aliado. Esta toma de posiciones llega al punto de inspirar poemas a Tomás
Morales y Domingo Rivero que evocan en su lírica el estilo y emoción de los
poetas británicos de la Gran Guerra (Siegfried Sassoon y Wilfred Owen). La
información que se maneja sobre el desarrollo de las campañas bélicas en el
continente es mucho más extensa de la que proporciona las crónicas de La
Esfera a la sociedad española. A los puertos canarios y, por tanto, a sus
hoteles y clubes llega el Times y el Illustrated London News, y Néstor Martín
Fernández de la Torre se abona a principios de 1920 a la prestigiosa revista
The Studio, que le mantiene al tanto de las exposiciones de la Whitechapel,
Burton y Graffton Galleries, y las últimas tendencias del simbolismo nórdico.
Ilustración de CROSITA para el poema Mayo de LUIS RODRÍGUEZ FIGUEROA, nº 73,
12 de mayo de 1901 63 Este intenso cosmopolitismo alcanza su más brillante
expresión literaria en la novela de Alonso Quesada, Las Inquietudes del Hall
(1922), dinámica y desengañada reflexión sobre la convivencia entre culturas
contrapuestas, ensayo de percepción sobre personajes que se comportan
inexplicablemente a los ojos del observador insular. No obstante la ambivalente
actitud de Quesada hacia los británicos, estos encuentran en Gran Canaria y
Tenerife una importante tolerancia a sus costumbres y creencias, hecho que se
evidencia en la construcción de iglesias anglicanas en Santa Cruz de Tenerife
y Las Palmas de Gran Canaria, y el Cementerio Inglés en las laderas del barrio
palmense de San José. Los grandes hoteles, además de estrenar la
electricidad, albergarán algunos conciertos sobresalientes y audiciones
mecánicas. En 1906 El Metropole presenta el excelente gramófono de don
Miguel Padilla. Se oye pues públicamente por primera vez la voz de tenores y
sopranos internacionales grabada en disco de pasta dura. La organización de la
enseñanza musical y la programación de conciertos que ahondan en repertorios
más serios (distanciándose del modelo concierto-espectáculo del diecinueve),
se nutrirá del acendrado cosmopolitismo de los profesionales canarios y
nacionales que signan la vida musical de las islas. Servirán a la vez como
espacios expositivos y sedes de eventos artísticos. Francisco Bonnín Guerín
vende sus acuarelas en el Hotel Taoro y en 1924 se le tributa un homenaje en el
Quisisana. Néstor de la Torre Comminges, que triunfó en el Norte de Italia,
promueve desinteresadamente programas y recitales, Miguel Feria, tenor
tinerfeño, brinda su participación en actos musicales, José-Larena
Avellaneda y su cuarteto varían y modernizan tardíos contenidos neo-clásicos
y románticos, mientras el pianista Rafael Romero Spínola introduce la música
europea más avanzada. El 5 de abril de 1902 el compositor Andrés García de
la Torre estrena en Santa Cruz de Tenerife su aclamada ópera Rosella (estreno
absoluto en Milán, 1899). Impulsa este estreno el prestigio Cubierta de
Trouba damour [música impresa]: valse amoureuse de JOSÉ HERNÁNDEZ SÁNCHEZ
(1919) Estreno de La cena de Bethania de TOMÁS MORALES. Teatro Pérez
Galdós, 4 de abril de 1910 Cena de Bethania (Teatro Pérez Galdós, 1910). Los
decorados de escena tomaron esta vez la forma de grandes lienzos pintados por
Nicolás Massieu y Matos (con la participación de Hurtado de Mendoza),
representado con naturalismo pos-impresionista arboledas y arquitecturas
hebreas. Las fiestas temáticas y alegóricas, las decoraciones de fachadas,
los templetes efímeros, se impregnarán de los modos y maneras simbolistas,
art nouveau y art déco, y en la década postrera del diecinueve, manifestarán
una estética belle époque que señala los inicios del modernismo en Canarias.
Las fiestas, cabalgatas y eventos lúdicos comprenden ambiciosos proyectos
artísticos que se realizan artesanalmente. Una de estas puestas en escenas
belle époque, se celebró en 1897, cuando Bonnín decoró la fachada entera
más las ventanas (estas con bellas transparencias que las cubrían), del
edificio de la Filarmónica Santa Cecilia en Santa Cruz de Tenerife. Néstor, a
raíz de una petición de la Sociedad El Recreo en 1906, decora el antiguo
Teatro Pérez Galdós, para ambientar lujosa y exóticamente en sus
dependencias los bailes de Carnaval. El factor más impresionante lo
constituyen las trescientas mariposas pintadas a mano: Toda la delantera de los
palcos con grandes haces de trigo, amapolas y margaritas. Un gran paraguas
japonés pende del techo con multitud de mariposas alrededor. La vara de la
sombrilla termina en un arco de mil bujías. Fastuosa y desbordante, fiel al
credo del art pour lart que siempre practicó, fue asimismo la Fiesta de
Navidades que coreografió y dirigió para el Nuevo Club de Las Palmas de Gran
Canaria en 1918. Fiesta benéfica destinada a paliar el hambre y miseria de los
niños más pobres del Puerto de La Luz (que acusaba la crisis de la Gran
Guerra, como toda Canarias), desfilaron en ella setenta personas y contó con
aforo de mil quinientas en el Hotel Metropole. Dos años más tarde, el Ateneo
de La Laguna celebra La Fiesta del Atlante, en homenaje al poeta Tomás
Mora 66 les, a la cual asiste Pedro de Guezala que tiene un ejemplar
autografiado de Las Rosas de Hércules. En la primera década del siglo, las
Fiestas Lustrales de La Palma, acusan en sus espectaculares carrozas, la
impronta art nouveau, engendrando asombrosos carros navales de beldades
juveniles ataviadas a la usanza neo-griega, sensibilidad finisecular que
penetró en el modernismo y que también inmortalizaría el joven fotógrafo
Adalberto Benítez en la década de 1910 (Fiesta griega en los Jardines de
Camacho, ca. 1918). Esta inaudita transparencia fotográfica de la mujer
acelera la estética de la Nueva Eva e implica, en un grado muy moderado, un
respeto hacia la emancipación de la mujer. Las sonadas revoluciones de Paul
Poiret y Coco Channel, que liberan el cuerpo femenino del corsé, las enaguas y
las faldas largas, recodifican la moda femenina al margen del proyecto
sufragista. En Canarias la emancipación estética de la mujer jalonará las
principales revistas, hasta culminar en la larga serie de Hésperides,
Nuestras Bellezas Canarias. La última y más trascendente innovación
artística del diecinueve se presenta formalmente un mes de 1897 en Santa Cruz
de Tenerife. El palmero Miguel Brito hace una demostración práctica del
Kinetoscopio de Edison y de un fonógrafo. Al año, el mismo empresario, en la
planta baja del Círculo Mercantil de la capital tinerfeña, acciona el
Cinematógrafo de Lumière. Desarrolla, para amenizar los breves metrajes
filmados por la parisina Gaumont, un programa que incluye al sexteto de Diego
Crosa, estableciendo una relación entre música y cine que se prolongará
hasta finales de la década de 1920. San Cristóbal de La Laguna, se
convertirá durante la Primera Guerra Mundial, en una de las sedes constantes y
prestigiosas de la exhibición cinematográfica. El Teatro Leal, regalo del
prócer y filántropo Antonio Leal Martín, decorado su interior con lienzos de
Manuel López Ruiz, Juan Botas y Ghirlanda, y Manuel Verdugo, ofrecerá al
público lagunero los clásicos mudos de autores franceses y algunos de los
grandes filmes de la República Weimar Cubierta de Fiesta de Atlante: celebrada
en el teatro Leal el 12 de septiembre de 1920. Ateneo de La Laguna. La Laguna:
Imp. de Suc. de M. Curbelo, [1920] 67 (Fritz Lang, entre otros). La trabazón
estética y la interrelación temática entre los creadores canarios se
expresará también en este nuevo y séptimo arte. El primer largometraje
canario, el thriller lúdico de José Rivero, El ladrón de guantes blancos
(1926, Rivero Films), incluía un breve homenaje a Tomás Morales. Como
preámbulo a una escena que se desarrolla en un interior de recargada
ambientación modernista, la edición ilustrada por Néstor de Las Rosas de
Hércules se presenta al espectador, fugaz memento visual, sin duda la primera
imagen publicitaria subliminal de nuestra cultura. En pleno Oceano, sobre el
arrecife de coral cambiante que el mito de Atlante nutriera de símbolos y de
antigüedad, donde el sol erige su solio pagano y Céfiro cuenta, perenne, la
hazaña de Alcides, se asienta la ciudad que hoy canto: ¡mi clara ciudad!
TOMÁS MORALES