SERGIO ARTERO HERNÁNDEZ Rojo sobre blanco: la sintaxis de un mito en
Universidad de Las Palmas en Criselefantina de Tomás Morales de Gran Canaria
INTRODUCCIÓN En este artículo se realizará un análisis del poema
Criselefantina de Tomás Morales (1884-1921) desde el punto de vista de la
mitocrítica. El texto pertenece al primer libro (1922) de su obra poética Las
rosas de Hércules, concretamente a la sección titulada Poemas de asuntos
varios, que precede a los Poemas del mar. Aunque en una primera valoración se
podría ver este apartado como un conjunto de poemas inconexos, si atendemos al
culturalismo moralesiano y especialmente a su particular tratamiento del mito,
resulta perfectamente entendible el carácter conceptual con que el autor
impregna toda su obra, lo que le da ese aspecto unitario con el que nos ha
llegado hasta la actualidad. La tesis de trabajo que se va a tratar de
demostrar en estas pocas páginas será la siguiente: la utilización por parte
de Tomás Morales de dos esquemas para crear un mito representante de un
elemento universal, según las consideraciones antropológicas establecidas por
Gilbert Durand en Las estructuras antropológicas del imaginario. La
metodología que se ha seguido para investigar y resolver la tesis que se
plantea es una combinación entre el formalismo, tratando en todo momento de
extraer lo máximo del texto desde el propio texto, y el estructuralismo,
teniendo en cuenta aspectos destacables de la vida del autor (relaciones
culturales, sentimentales, vida en general), y todo ello en conexión con otras
ramas del saber (como la Antropología, Historia, Mitología, Arte) para
proporcionar un tono multidisciplinar a la investigación de acuerdo con las
recomendaciones de Darío Villa- nueva (1991). 69 I Danzarina, ca. 1930
Bronce patinado y marfil 225 cm de alto Firmado en la base JLorenzl
Tomás Morales muestra a través de una cuidada métrica (versos de arte mayor,
especialmente alejandrinos, rima consonántica) la imagen de una criselefantina
que representa a la amada o, tal vez al revés, la imagen de la amada como una
criselefantina en perfecta consonancia con el juego de la ambigüedad propio
del modernismo (como por ejemplo hace Huysman en À rebours, 1884). El poema
está dividido en tres partes bien diferenciadas. En primer lugar aparece la
descripción de la amada bajo un aire de erotismo pagano y clásico (Páez,
1999). A continuación el poeta hace una invitación al tálamo donde se
describe la belleza de la amada en él. La naturaleza, en este momento,
contribuye a sugerir un ambiente de sensualidad. Por último, se produce la
consumación del amor, igualado en este caso a la muerte, actualizándose así
el tema clásico de la relación dialéctica entre Eros (el amor) y Tánatos
(la muerte). Las criselefantinas eran figuras de bronce u oro (gr. crisos) y
marfil (gr. elefantos) cuyo origen se remonta a la antigua Grecia, donde se
utilizaba la técnica de combinar el oro y el marfil para la creación de
esculturas que representaban a las diosas mitológicas (O. Guerra Sánchez,
2006; Bruno Pérez, 2002). El marfil representaba las partes carnosas del
cuerpo humano, mientras que el oro quedaba reservado para las ropas, adornos y
el cabello. En el siglo XIX estas representaciones escultóricas clásicas se
pusieron muy de moda por el gusto hacia lo clásico, lo arquitectónico y el
marfil del parnasianismo y, posteriormente, del modernismo. La idealización de
la amada como una criselefantina supone la correspondencia entre el arte de la
escritura y el de la escultura, así como la sacralización de un elemento
pagano al ser considerada la unión entre los amantes como un sacrificio
divino, ceremonialmente llevado a cabo sobre un tálamo blanco a modo de altar.
La creación poética equivale en este poema tanto al acto amoroso como a la
relación existente entre la amada 70 y la escultura. La amada se asemeja a
una estatua, esculpida con los mejores y más preciosos materiales. Tal es el
trabajo llevado a término por Tomás Morales en el poema, con la palabra como
elemento maleable. Su cuerpo, tallado, resulta perfecto. Esto da lugar a la
aparición de una constante que recorre todo el poema: el erotismo (recuérdese
en este punto que el erotismo con una fuerte carga sensual y sexual es uno de
los temas preferidos por los poetas modernistas). Sin embargo, imágenes como
la del cabello suelto que cae sobre los hombros (primera estrofa), el contacto
con los labios de la amada (final de la sexta estrofa) o la del acto amatorio
(estrofas séptima, octava y novena) chocan con la imagen de pureza que refleja
la palidez de la tez de la amada que consigue superar a la blancura de las
flores con las que compite. Este juego de contrastes va a ser el eje motor del
poema: la rigidez del marfil (cuerpo) se confronta con el movimiento del pelo y
de los ropajes (oro); la quietud de una estatua se envuelve en la sonoridad del
movimiento del agua de una fuente (surtidor lejano, v. 26) y con las ramas
movidas por el viento (Un salmo acariciante preludiarán las hojas, v. 35); la
quietud inicial de los amantes se vuelve ritmo frenético in crescendo al
unirse sexualmente; el blanco puro se vuelve rojo; la vida en muerte figurada
tras el sacrificio. Esta serie de antítesis le sirve al poeta canario para
unir lo que el simbolismo ruso de la década de 1920 conoció como simbolismo
sonoro con lo que posteriormente el estructuralista francés Gilbert Durand
denominaba simbolismo conceptual. La sonoridad sugerida en el poema (fuentes,
ramas en movimiento) se une así con la mitología y el imaginario
antropológico. La mitocrítica trabaja los mitos tradicionales y los nuevos
desde un punto de vista estructuralista, como sistema de pensamiento. Así, las
figuras utilizadas pueden servir para revelar u ocultar un pensamiento
(culturalismo) dirigido específicamente a iniciados. Esta viene a ser la
esencia del simbolismo, utilizar la mitología como lenguaje de signos. Esta
rama de la crítica la ha estudiado sin igual el ya nom brado Gilbert Durand.
En su obra Las estructuras antropológicas del imaginario hace un repaso de las
teorías que existían sobre las estructuras de la imaginación hasta el
momento para recoger lo mejor de ellas y elaborar su propia teoría que
servirá en este trabajo como metodología. Durand amolda de Baudouin su
teoría del isomorfismo o polarización de las imágenes, lo cual permite a
través del psicoanálisis literario (Durand) bosquejar un estudio cuantitativo
y casi estadístico de las imágenes. Cada isomorfa se modulará o
diversificará en un vocabulario rico y determinado (así día: luz, iluminar,
claridad: brillo, antorcha; cielo: blanco, aurora, rubio; rayo: Sol, astro,
estrella; visión: ojo; grandeza: alto, cenit, adelante, subir, levantar,
inmenso, cima, cielo, frente, Dios; pureza; ángel; etc). El estudio del
imaginario ayuda a descifrar el culturalismo de los autores, y esta premisa
hace que Durarnd insista en adaptar los estudios de otros autores. De Bachelard
toma la idea de que los símbolos no deben ser juzgados desde el punto de vista
de la forma exclusivamente, sino de su fuerza. Suponen así un movimiento sin
materia, es decir, imágenes motoras que ayuden a clasificar los símbolos a
partir de unas metáforas base. La relación genética de fenómenos
sensoriomotores elementales se encuentra en el nivel de los grandes símbolos.
De este modo se pueden encontrar símbolos tales como el engullimiento, con
prolongaciones sexuales, o el amamantamiento, visto como preejercicio del coito
(anastomosis muy posible entre la dominante sexual latente en la infancia y los
ritmos digestivos de la succión). Ante esto resulta factible entrever la
existencia de una estrecha concomitancia entre los gestos del cuerpo, los
centros nerviosos y las representaciones simbólicas. Lévi-Strauss argumenta
que lo que es del orden de la naturaleza y tiene como criterios la
universalidad y la espontaneidad está separado de lo que pertenece a la
cultura, campo de la particularidad, de la relatividad y la coerción. Ante
este hecho, Durand insiste en la necesidad de que se establezca un acuerdo
entre la naturaleza y la cultura, a sabiendas, eso sí, de que el contenido
cultural jamás ha sido vivido. Esto lo realiza Tomás Morales, así lo
particular se convierte en universal. El tecnólogo Leroi-Gourhan establece
grandes clasificaciones tecnológicas de los símbolos. Lleva a cabo un
bosquejo de clasificación elemental en cuatro categorías: tierra (material de
las percusiones, sitio de los gestos tales como quebrar, cortar, modelar);
fuego (calentar, cocer, fundir, secar, deformar); agua (dilución, deshielo,
lavaje) y aire (seca, limpia, aviva). Sin embargo, este materialismo rígido
dividido en los cuatro elementos heraclitianos los corrige pronto Durand con
una gran ley: si la materia gobierna inflexiblemente la técnica, dos
materiales tomados en préstamo a cuerpos diferentes, pero que poseen las
mismas propiedades físicas generales, inevitablemente tendrán la misma
manufactura. Por lo tanto, esta ley va a dar una gran importancia al gesto, a
la actualización de la materia. En una criselefantina existen dos materias
primas primitivas de propiedades físicas parecidas (origen natural) pero a la
vez diferentes (maleabilidad). Son manufacturadas de diferente modo (esculpido:
marfil /fundido: oro o bronce) estableciéndose una simbiosis entre el cuerpo
(rígido pero plástico) y los cabellos con la vestimenta y adornos (flexibles)
para crear un único elemento símbolo de la perfección de la mujer, de la
amada. Los dos elementos se unen como los amantes para formar una única unidad
donde el marfil, con su vigor, recuerda al hombre y el oro, con su belleza,
delicadeza y endeblez recuerda al canon femenino de la mayor parte de la
historia de la humanidad para la cultura occidental. En un símbolo puede haber
varias dominantes entrelazadas como, por ejemplo, en la figura del árbol
(ciclo estacional; verticalidad) o la de la serpiente (engullimiento;
resurrección: renovación, renacimiento). En este sentido, en la imagen del
oro se combina la dominante del color celeste y solar con la quintaesencia
oculta, tesoro de la intimidad, hecho que se puede observar perfectamente en
Criselefantina, donde este material oculta el sexo de la amada. II Una vez
situados los puntos de apoyo en los que Durand cimenta su teoría
antropológica del imaginario, se procederá a continuación a explicitar la
terminología nominada por este autor, explicándola y aplicándola al poema de
Tomás Morales objeto de este estudio. Gilbert Durand establece cinco aspectos
en los que quedan divididas las estructuras del imaginario. El primer paso
previo a la materialización de una estructura es el ESQUEMA. Equivalente al
símbolo motor en Bachelard, son engramas teóricos unidos a trayectos
encarnados en representaciones concretas y determinadas. Así, por ejemplo, el
gesto del engullimiento queda dividido en dos esquemas, el descenso y el
acurrucarse en la oscuridad. Este esquema es perfectamente visible en
Criselefantina, donde los amantes descienden desde una posición erguida a una
horizontal sobre el tálamo a modo de altar. Tras el esquema vienen los
ARQUETIPOS. Éstos son las sustantificaciones de los esquemas. Equivalen a las
imágenes primordiales de Jung. Son engramas, imágenes originales, prototipos.
Suponen el punto de unión entre el imaginario y los procesos racionales. Se
adecúa al esquema, siendo su universalidad constante. En Criselefantina, los
esquemas acurrucarse y ascensión se relacionan con los arquetipos regazo e
intimidad en el primer caso y cielo en el segundo. El arquetipo intimidad
resulta indispensable para que se establezca la unión entre los amantes, y el
arquetipo cielo es perfectamente visible en el poema bajo la forma del palio
(estr. séptima), además del sacrificio, que supone la ascensión a los
cielos, dándose así una sacralización de lo pagano muy del gusto de los
poetas modernistas. El tercer paso corresponde al SÍMBOLO. Los arquetipos se
relacionan con imágenes muy diferenciadas por las culturas y en las cuales
varios esquemas vienen a superponerse. El símbolo adquiere mayor importancia
cuanto más rico en sentidos diferentes es. En el poema de Tomás Morales el
esquema ascensión y el arquetipo cielo permanecen Manuscrito autógrafo de
Tomás Morales: Nupcia que se transformará en Criselefantina, versos 1-8 1
Esta simbología ha sido actualizada constantemente a lo largo de la historia
de la literatura universal, y en la actualidad tenemos claros y notorios
ejemplos que han provocado correspondencias artísticas. Tal es el caso de la
corta obra de Alejandra Pizarnik titulada La condesa sangrienta, basada en la
legendaria y real figura de la condesa Erzébet Báthory, donde este singular
personaje trataba de llegar al clímax erótico sentada bajo una jaula donde se
encerraba a una doncella y donde se le hería hasta la muerte para provocar la
caída de la roja salvia sobre las puras y pálidas vestimentas de la cruel
anfitriona. Estas estructuras antropológicas que continuamente se actualizan
en la historia literaria aportan parte del carácter universal de la poesía de
Tomás Morales. sófico, el relato histórico y legendario como bien alude
Bréhier en Philosophie et mythe (1914). Por último, el mito da lugar a las
ESTRUCTURAS. Éstas son protocolos normativos de las representaciones
imaginarias, bien definidos y relativamente estables, agrupados en torno de los
esquemas originales. Implica cierto dinamismo transformador que, en este caso
viene representado por la plasticidad que encierra el poema. Plasticidad que
ofrece la visión de la criselefantina (escultura hecha ser humano o al revés,
que pasa de la estaticidad al movimiento), por la ruptura de la armonía del
locus a causa del frenesí amoroso, por el cambio cromático del blanco al
rojo. La estructura es lo que le da unidad al poema, es el concepto de la
agrupación de imágenes, y que (para Durand) es susceptible de agruparse en
una estructura más general llamada RÉGIMEN DEL IMAGINARIO, que en este caso
correspondería a la obra poética moralesiana entendida al completo como un
único libro, como suma de estructuras, y todo bajo el título de Las rosas de
Hércules. CONCLUSIÓN Tomás Morales, poeta canario del período modernista
con mayor proyección fuera de las islas Canarias, establece en el poema
Criselefantina una relación de imágenes míticas que dan lugar a una
estructura bien definida. Sigue todos los pasos descritos por la teoría
antropológica de las estructuras del imaginario expuesta por Gilbert Durand,
por lo que la tesis de trabajo planteada al comienzo de este trabajo (la
utilización por parte de Tomás Morales de dos esquemas para crear un mito
representante de un elemento universal siguiendo las consideraciones
antropológicas establecidas por Gilbert Durand en Las estructuras
antropológicas del imaginario) queda demostrada positivamente. La
universalidad del código culturalista de la simbología1 empleada por el
escritor canario queda reflejada no solo en la estructuración mítica descrita
en el presente trabajo, sino también en la utilización de aspectos puntuales
76 de los que se puede destacar la superposición del color representativo de
la lujuria (el rojo) sobre el de la pureza (el blanco). BIBLIOGRAFÍA MORALES,
Tomás (2006): Las rosas de Hércules, edición crítica de Oswaldo Guerra
Sánchez, Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria. (2008): Poemas
de la Gloria, del Amor y del Mar, edición facsímil, introducción de Oswaldo
Guerra Sánchez, Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria-Casa Museo
Tomás Morales. BRÉHIER, E. (1914): Philosophie et mythe, en Revue de
Métaphysique et de Morale. DURAND, Gilbert (2005): Estructuras antropológicas
del imaginario, Madrid, Fondo de cultura económica. Guerra Sánchez, Oswaldo
(1999): El espacio urbano como mito fundacional del modernismo canario, en
Varia lección sobre el 98: el modernismo en Canarias: (Homenaje a Domingo
Rivero), Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, pp. 57-90. PADORNO, Eugenio
(2004): Algunas observaciones texto- lógicas sobre Criselefantina, poema
de Tomás Morales, en Moralia: revista de estudios modernistas, nº. 4,
Casa-Museo Tomás Morales, Cabildo de Gran Canaria, pp.64-73. PÁEZ MARTÍN,
Jesús (1999): Tomás Morales y la atmósfera lírica finisecular en Gran
Canaria en Varia lección sobre el 98, el modernismo en Canarias: (Homenaje a
Domingo Rivero), Las Palmas de Gran Canaria, Universidad de Las Palmas de Gran
Canaria, pp. 173-200. PÉREZ, Bruno (2005): Un ensayo sobre la escritura
moralesiana de la ciudad de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, Anroart.
(2002): Criselefantina, Epitalamio Poético, en La palabra y el deseo:
estudios de literatura erótica, Las Palmas de Gran Canaria, Universidad, pp.
145-160. Diccionario de mitología clásica (2004), Madrid, Alianza Editorial.
PIZARNIK, Alejandra (2002): La Condesa Sangrienta, Barcelona, Lumen. SANTANA,
Germán (2002): La palabra y el deseo: estudios de literatura erótica, Las
Palmas de Gran Canaria, Universidad. VILLANUEVA, Darío (1991): Pluralismo
crítico y recepción literaria, en Tropelías, nº 2, pp.