Antología Cercada

sesenta y cinco años

después.

• MILLARES SALL Agustín, LEZCANO Pedro, DORESTE Ventura,

JOHAN Ángel Y MILLARES José María; Antología Cercada;

estudio preliminar, Nicolás Guerra Aguiar. Gran

Canaria: Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2012.

65 aniversario de la primera edición (1947-2012).

ISBN: 978-84-8103-648-0.

EL 21 DE MAYO DE 1982 el departamento de Lengua Española

y Literatura de INB Pérez Galdós rindió homenaje a

Antología Cercada. (Colección El Arca, Las Palmas de Gran

Canaria, 30 de mayo de 1947), obra de Agustín Millares

Sall, Pedro Lezcano, Ventura Doreste, Ángel Johan y José

María Millares. Todos sus componentes salvo Ángel —

había muerto en 1965— recitaron textos de la Cercada,

impacto emocional sobre alumnos y profesores.

Porque, ¿qué es Antología Cercada?

Tradicionalmente se ha considerado

que Pido la paz y la palabra (Blas de

Otero) y Cantos íberos (Gabriel Celaya),

editadas en 1955, inician la poesía social

española de posguerra (así, Benito

Lucas: “Celaya es el creador de la

poesía social”). Sin embargo la Cercada,

plena de denuncia (“no había otra

estación más que el invierno”), apareció

ocho años antes. Además, es obra

de extraordinaria calidad (rimas, dominio

del lenguaje poético, métrica…)

y con marcadas presencias de inmortales

poetas: unos, víctimas de la

Guerra Civil (Federico García Lorca,

Miguel Hernández, Vicente Aleixandre…);

otros, surrealistas, tal es el caso

de Louis Aragon, uno de los fundadores

del Surréalisme (Sobrerrealismo,

Suprarrealismo, Superralismo). Precisamente

la Cercada abre con tres versos

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del poeta francés, hombre fiel a su concepción comunista

de la sociedad aunque siempre crítico con el poder:

Une chanson jamais chantée

le vin nouveau de la justice

el le sang de la liberté.

Una canción jamás cantada / el vino nuevo de la justicia / y

la sangre de la libertad. Contenidos de compromiso en la

sociedad española, subyugada y dominada por sus antónimos:

frente a la justicia necesaria y reclamada, en oposición

a la libertad que es sangre (elemento imprescindible para

la vida), se impusieron arbitrariedades y prisiones con el

Régimen que, por suerte, no pudo prohibir pensamientos

ni borrárselos a quienes hicieron de ellos su razón de ser

en la vida, su consistencia como seres humanos.

Por tanto, compromiso social o actividad crítica hacia

un sistema que ahogaba las palabras nobles y elementales,

aquellas que quisieron reclamar mundos en libertad y justicia.

Y por eso nuestros poetas canarios escribieron la Cercada,

antología que como su nombre indica se refiere a una

sociedad simbólicamente rodeada o circunvalada por una

valla, una tapia, un muro, de tal suerte que queda cerrada, resguardada,

separada. Porque valla, tapias y muros, cerrazones

y separaciones les impusieron a quienes vieron congeladas

las voces de los cantares (Agustín), unas veces por edictos

(Pedro), otras, flageladas por un látigo duro (Ventura); o

en momentos, amenazadas por angustias de tinieblas

(Ángel) y ante el recuerdo de un poeta granaíno al cual

habían asesinado porque “su voz se elevaba sobre todas las

cumbres” (José María), iluminada visión esta del crítico,

ensayista y poeta Alejandro Duque Amusco quién ve en el

poema “Labios de Acero” un póstumo homenaje a Federico

García Lorca.

Sí en efecto: poesía social (para otros “comprometida”)

que se antologa en cuarenta y dos páginas, cuadernillo austero,

de tirada muy reducida, doscientos cincuenta ejemplares,

sin introducción. Pero que actuaran así tiene su razón

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de ser: la tirada oficial no podía sobrepasar aquel número

ni llevar una página más, ni una, porque entonces la censura

ideológica se hubiera ejercido desde Madrid por poetas

falangistas que sí entendían de metáforas, símbolos,

imágenes que forma un cuerpo muy definido en la Cercada.

Así, con aguda pericia y rigurosa legalidad llegaron a los

límites máximos permitidos para que el todopoderoso censor

de Las Palmas —aquel con tantísimo poder en su lápiz

rojo— les permitiera la publicación, diera su visto bueno.

Por suerte, el hombre de la impronta fascista cuyo capricho,

voluntad antojadiza, ignorancia o simple sospecha

podría haber confirmado el título de aquella Antología no

entendió nada de lo que en ella se decía. (Por una vez en

la vida debe aplaudirse al ignorante. Deo gratias.).

Sin embargo, una persona próxima (quizás hasta rechazada

por ellos en siguientes ediciones por sus poemas de

exaltación patriótica) llevó a Madrid la denuncia, y Madrid

intervino. Obvia consecuencia: acusan a los hermanos

Millares de ser destacados miembros de Partido Comunista,

por lo que se les procesa en causa militar. Bien es cierto

que nunca se celebró el consejo de guerra, pero tampoco

hubo sobreseimiento y aquella espada de Democles pendió

sobre sus cabezas durante años, a punto de implacable

caída mortal pues ya sus cuerpos habían sufrido las barbaries

del interrogatorio y las cárceles de sombríos sótanos.

Pero a pesar de los pesares, la Cercada rompió amarras y

navegó a veces entre silencios de sus destinatarios o absolutas

envidias de quienes se bautizaron, casi, como los elegidos

por el destino para ser los cantores del pueblo que

enmudece entre afonías y mutismos impuestos. Y llegó, por

ejemplo, a Melilla. Y en 1949 la revista Manantial la definió

como “combativa antología en el que lo social —lo poético-

social, claro— se erige como nota distintiva. Sus poetas

sueñan para los hombres —para el hombre triste, sucio y

desamparado— un mundo mejor que este actual que nos

ha caído en desgracia”.

Fueron años en que hasta las editoriales de algunos

libros de texto vendieron a profesores y alumnos la discuti-

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ble verdad que o bien habían fabricado por desconocimiento

o que era preciso extender puesto que los consagrados

poetas peninsulares debían ser los primeros: se escribió y se

difundió el absoluto silencio sobre la Cercada, su compromiso

social, calidad literaria, la reiniciadora de la poesía

comprometida anterior a Celaya, Otero… Hubo que esperar

hasta 1982 —homenaje en el Pérez Galdós para que

trece líneas escritas a máquina en una tarjeta mostraran al

mundo aquello que firmó el Premio Nobel Vicente Aleixandre

el 19 de mayo: “En mi memoria está, y mientras yo dure,

lo que representó esa Antología en la evolución de la poesía

española. Fuisteis los verdaderos pioneros de un movimiento

que había de dejar un hondo surco en la marcha

de nuestra lírica y además me atrevería a decir que en el

mismo decurso de la cultura social”.

Apunté el amplio conocimiento que tuvieron nuestros

poetas sobre otros autores (el Surrealismo, Grupo Poético

del 27 —Lorca, Aleixandre…—, Miguel Hernández. Así, la

presencia de este poeta —sobre todo el poeta de la “Elejía

a Ramón Sijé” es localizable incluso en versos casi completos

de la Cercada. Por ejemplo: cuando Agustín Millares inicia

una estrofa con “Atónito dejó la edad el vuelo”, ¿no recuerda

acaso este verso al correspondiente de Hernández “Temprano

levantó la muerte el vuelo”?

En el poema “Las dos ciudades”, de Ventura Doreste, se

lee “La libertad se ha muerto en podredumbre”. En Hernández,

“se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé” (Ramón Sijé se me

ha muerto). Pero, además, ¿puede ser coincidente la relación

léxica “podredumbre” (Doreste) —“estercolas” (en

Hernández, verso “de la tierra que derrumbas y estercolas”?).

Más: para Ventura Doreste, Sodoma es “ciudad de libre primavera”.

Por eso la reclamaba: “ciudad de la libre primavera”.

Miguel Hernández requiere a la primavera (renacimiento)

para Ramón Sijé. Por eso mina la tierra “hasta encorbarte //

y besarte la noble calavera // y desarmordazarte y regresarte”.

Pero no se trata, en absoluto, de hacer aquí un estudio

exhaustivo sobre posibles influencias o confluencias, no.

Son simples observaciones que deben ser analizadas con

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mucha más profundidad y riguroso rigor, impropios en esta

re-presentación de Antología Cercada. Filólogos, críticos y

muy profundos analistas hay (profesores Duque Amusco,

Páez Martín, Rodríguez Padrón, Martinón Cejas, Padorno

Navarro, Henríquez Jiménez —Antonio—…) para confirmar

o desechar lo apuntado, producto de una primera

aproximación. Porque lo importante, lo que importa, es la

recuperación de la Cercada, justo a los sesenta y cinco años

de su primera y única edición hasta hoy. Así, esa simbólica

edad que marca el inicio de las merecidas jubilaciones para

trabajadores que entregaron casi toda su vida a cualesquiera

de las actividades laborales no cumple hoy tal ganado

descanso. Muy al contrario, renace en momentos de vaivenes

sociales que desestabilizan, otra vez, la armonía a la cual

el hombre, el ser humano, tiene derecho por su propia condición

de ser. Porque las circunstancias no son las mismas,

claro, que hace sesenta y cinco años. Hoy, tal parece, dicen,

se pregona, la sociedad goza de libertades que le fueron

negadas y cercenadas desde ocho años antes de 1947, cuando

las voces de los cinco poetas elevan sus palabras más allá

de las palabras legales (“para soñar ya hay decretadas fechas”,

escribió Pedro Lezcano en el poema “Edicto”). Pero quizás,

a pesar de las aparentes diferencias, los poetas de hoy

podrían descender —aunque fuera por momentos— a la

realidad que nos aprisiona, la misma que puede mermar la

creación en libertad.

La Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural

del Cabildo grancanario reedita la Cercada (impecable

el trabajo de Ediciones). Gracias sean dadas a los dioses y a

la Consejería que se la devuelve, impecable y en acto público,

a la sociedad, protagonista y destinataria desde 1947. Mi

fraternal abrazo para Agustín, Pedro, Ventura, Ángel y José

María. Es, por fin, la Memoria Histórica.

NICOLÁS GUERRA AGUIAR

[Artículo reproducido del Suplemento Cultural Pleamar del Canarias7,

Las Palmas de Gran Canaria, miércoles 7 de noviembre de

2012.].